El calendario vacunal español cumple 50 años y «el desafío actual es tener un sistema que permita conocer los datos de vacunación en tiempo real», aseguran las responsables del Ministerio de Sanidad Leer El calendario vacunal español cumple 50 años y «el desafío actual es tener un sistema que permita conocer los datos de vacunación en tiempo real», aseguran las responsables del Ministerio de Sanidad Leer
Ahora que estamos a punto de hacer las maletas vacacionales, muchos se cuestionan si necesitarán vacunas en el destino. «Tan importante es poner la vacuna de la fiebre amarilla, como del sarampión. Sí, hoy lo importante es tener el calendario vacunal al día». Con esta afirmación tajante Carmen Olmedo y Marta Soler quieren llamar la atención sobre la importancia de las vacunas y de que «en nuestro país no nos damos cuenta de que tenemos una gran accesibilidad a ellas».
Para la jefa de Área de Vacunas y la coordinadora del Área de Programas de Vacunación del Ministerio de Sanidad, respectivamente, resulta «muy relevante» el hecho de que los programas de vacunación «puestos en marcha hace 50 años hoy se hayan consolidado y tengamos un calendario para toda la vida». «No es solo pediátrico, hay inmunizaciones que van desde los 18 a los 65 y también después», apunta Olmedo.
«El problema es que las vacunas son una herramienta de salud pública que borra las enfermedades», sostiene Soler. La queja viene del tópico repetido una y otra vez de que «gracias a la inmunización se han eliminado enfermedades y muchas ya ni se conocen. Hemos muerto de éxito, porque prevenimos problemas que no se van a ver». En España esto se ha conseguido gracias a la confianza que la población ha puesto en ellas, «un pilar construido gracias al trabajo de los sanitarios». Y también «porque se trata de un acto gratuito y libre», destaca Soler.
Ambas están seguras de que obligar a vacunarse no sería efectivo en nuestro país. «Trabajamos con los comités de bioética y vemos que no son lo mismo las reticencias y dudas, que todos podemos tener, que negar la eficacia y el impacto como hacen los antivacunas». Al tiempo, defienden que estos «no son un problema aquí, y sí las bolsas de población susceptible alejadas del sistema».
Ellas abogan por que «todo el mundo tenga al día las vacunas». ¿Una cartilla? ¿El libro con los sellos? «Necesitamos un robusto sistema de información que nos permitiera sacar esos datos». Las expertas ponen de relieve que este sistema es posible y que se consiguió con el Covid; el desafío es replicarlo para todas las demás.
Bajo el acrónimo de Sivamin, se construye el Sistema de Información de Vacunaciones e Inmunizaciones, que va a centralizar el registro de vacunas e inmunizaciones administradas en nuestro país. Las autonomías serán las encargadas de suministrar los datos de las vacunaciones realizadas en el Sistema Nacional de Salud y en clínicas privadas. Para ello elabora un real decreto y «estamos pendientes de que el pilotaje se culmine con los detalles del sostén legal necesario para emplear esta información con fines de salud pública», explica Soler.
Del pasaporte Covid, que permitió el registro nacional de vacunaciones de aquel momento, se podrá pasar a una futura cartilla digital que permita saber si nuestros padres nos vacunaron, si pusimos aquella vacuna al niño o si deberíamos actualizar alguna de las enfermedades con nuevas dosis. Soler y Olmedo señalan las ventajas para los gestores sanitarios: «Conoceremos donde hay fallos en las coberturas, podremos hacer captación activa, o saber las razones de los agujeros en las coberturas (razones ideológicas, gente alejada del sistema sanitario…). Será una gran herramienta para las direcciones de salud pública».
Si hay que demostrar esa utilidad, ambas ponen el foco en el sarampión. La falta de vacunación o los agujeros en las coberturas dejan fisuras para que se cuele el virus de la familia Paramyxoviridae. «Antes se daban 300.000 casos anuales, con todas las complicaciones asociadas: neumonías, encefalitis… Hoy sumamos poco más de 300 en 2025», señala Olmedo. Por ello, insiste en que hay riesgo «de perder el estatus libre de enfermedad que se mantiene desde 2016» y «no debemos bajar los brazos», insiste Soler. El aumento de contagios en Reino Unido y Grecia los sacó de la lista en 2018.
- Las primeras campañas sistemáticas empezaron en el siglo XIX con las vacunación frente a la viruela con Francisco Javier Balmis.
- En 1963 se comenzó con la primera vacunación sistemática frente a la poliomielitis (vacunas atenuadas). El primer calendario de vacunación se implantó en 1975, incluía polio, tétanos, difteria, tosferina, viruela; en 1978 se incluiría sarampión y rubéola en el 78 en niñas; ese año se podrían infraestructuras estables para administrar a la población las vacuna. En 1980 se suspendió viruela, por la erradicación a nivel mundial.
- En 1986, traspaso competencias a las CCAA. En 1991, Ponencia de Vacunas en el seno del CISNS para elaborar recomendaciones comunes de vacunación.
- En 1995, primer calendario común del Sistema Nacional de Salud en bandas -para adaptarse a las diferencias en calendarios.
- En 2012, calendario único del SNS homogéneo. La vacuna hexavalente (DTPa-Hib-VPI-HB) en 2015. En 2019, calendario de vacunación a lo largo de toda la vida.
- En 2024, calendario de vacunación e inmunización a lo largo de toda la vida. Se recomendó por primera vez la administración de un anticuerpo monoclonal como inmunización pasiva para prevenir la enfermedad grave por infección por VRS.
El actual calendario para toda la vida, afinado tras cinco décadas, previene hasta 18 enfermedades. «Nuestra tarea es incorporar nuevas formas de inmunización y dotarlo de eficiencia», explica Olmedo. Las vacunas combinadas sirven para evitar pinchazos de más a los pequeños y «tenemos que ajustar el estado epidemiológico de virus y amenazas infecciosas», cuenta Soler. Y no todo es el precio, «con Bexsero [la vacuna contra el meningococo B] pesó más la carga de la enfermedad, la eficacia y el impacto en los programas de vacunación que su coste [su precio de venta al público supera los 100 euros]».
De hecho, ese es el orden de factores que se miden para incluir o no una vacuna financiada. Con las cifras económicas justifican la inversión en vacunas: 1.500 euros es el coste de inmunizar a una persona sana a lo largo de su vida, esto supone un 0,5% del total del gasto sanitario. Porque en el otro lado de la balanza se coloca la factura de un proceso infeccioso. «La inmunización frente al virus respiratorio sincitial ha demostrado su efectividad: ha reducido 10.000 hospitalizaciones de bebés en invierno».
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