¿Cuándo deben ir las adolescentes por primera vez al ginecólogo?

La primera visita ginecológica es un paso importante que va más allá de la prevención, buscando también la creación de conciencia en las más jóvenes Leer La primera visita ginecológica es un paso importante que va más allá de la prevención, buscando también la creación de conciencia en las más jóvenes Leer  

Acompañar a las jóvenes en el camino hacia el conocimiento de su propio cuerpo y su salud reproductiva es un momento crucial, que debe abordarse con sensatez e información correcta. La primera visita ginecológica es un paso importante en la vida de una mujer joven. No solo sirve para la prevención, sino también para crear conciencia. No debe vivirse como un momento traumático o excesivamente «medicalizado», sino como una valiosa oportunidad.

A menudo son las propias chicas quienes manifiestan la necesidad de ir, otras veces son las madres quienes las llevan a su ginecólogo, quizás a regañadientes y sin un motivo real más allá de su propia ansiedad. Pero, ¿cuál es la edad idónea para empezar? Para aclarar estas dudas, hemos consultado a la doctora Tiziana Casalena, ginecóloga de Humanitas Medical Care en Varese.

«Hay que guiarse por el sentido común. Si la menarquia (primera menstruación) ocurrió entre los 11 y los 13 años, el sangrado no es excesivamente abundante, el dolor es manejable con analgésicos simples y los ciclos son bastante regulares, aunque no siempre respeten los 28 días, generalmente no hay motivo de preocupación» aclara la Dra. Casalena. «Puede ser útil realizar un hemograma y medir la ferritina para descartar una posible anemia por deficiencia de hierro. En estos casos», continúa la ginecóloga, «la primera visita puede posponerse hasta que la joven comience a tener una pareja o haya iniciado recientemente su actividad sexual. El primer encuentro con el especialista no será invasivo, sino que se basará principalmente en un counseling (asesoramiento), que puede incluir información sobre anticoncepción, prevención de enfermedades de transmisión sexual y estilos de vida saludables. A menudo son las madres quienes buscan consejo para sus hijas adolescentes», concluye.

Algunos síntomas no deben pasarse por alto. «Si el ciclo es muy doloroso, muy abundante y limita la vida diaria de la joven, provocándole ausencias escolares o impidiéndole la actividad física, es importante investigar a fondo», aconseja la Dra. Casalena. «Detrás de estos síntomas podrían esconderse patologías como la adenomiosis o la endometriosis, que afectan aproximadamente al 10-15% de las mujeres en edad fértil. Un ciclo muy irregular, con intervalos de 3 o 4 meses, acompañado de acné severo o exceso de vello, también debe ser investigado, ya que podría indicar el síndrome de ovario poliquístico. Si esta condición no se trata, puede comprometer la fertilidad futura e incidir fuertemente en la calidad de vida de la adolescente».

«Si la menarquia se retrasa y a los 16 años aún no se ha producido, es recomendable realizar una visita», sugiere la ginecóloga. «Lo mismo ocurre con la presencia de infecciones vaginales. Algunas, como la candidiasis, no son necesariamente de transmisión sexual, sino que pueden tener un origen endógeno en chicas que nunca han tenido relaciones sexuales, ya que provienen de microorganismos intestinales. Finalmente, las amenorreas prolongadas, es decir, la ausencia del ciclo, pueden estar relacionadas con trastornos de la conducta alimentaria o dietas drásticas: en estos casos es fundamental un enfoque multidisciplinar que involucre no solo al ginecólogo, sino también a un psicólogo y un nutricionista».

La visita ginecológica en la adolescencia no implica necesariamente un examen completo. «Siempre se comienza con una conversación con la joven, respetando sus tiempos y sus necesidades. En muchos casos, basta con una observación de los genitales externos para verificar la anatomía normal y una ecografía pélvica transabdominal con la vejiga llena, una técnica no invasiva», explica la Dra. Casalena.

«Lamentablemente, en las escuelas todavía falta una educación sexual y afectiva adecuada. En esta fase, la visita ginecológica puede convertirse en un momento precioso para hablar de prevención. Es importante que las chicas sepan que, entre las infecciones de transmisión sexual, incluso patologías menos comentadas como la clamidia pueden tener consecuencias importantes para la fertilidad futura. Por este motivo, siempre se debe fomentar el uso de métodos de barrera.

Entre los temas fundamentales, destaca la vacuna contra el VPH (Virus del Papiloma Humano), que se recomienda a partir de los 11 años para chicos y chicas. Administrada antes del inicio de las relaciones sexuales, la vacuna garantiza una respuesta inmunitaria más eficaz y previene aproximadamente el 90% de los cánceres de cérvix uterino, además de lesiones benignas como los condilomas. Antes de los 15 años bastan dos dosis; después, se necesitan tres. Finalmente, la visita ginecológica puede ser una oportunidad valiosa para promover la autoexploración mamaria, fundamental para aprender a conocer el propio cuerpo», concluye la ginecóloga.

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