Yuval Noah Harari, historiador y visionario, sentencia la muerte del dinero: «El significado de la riqueza pasa de tener mucho dinero a tener muchos petabytes de información

Yuval Noah Harari, pensador israelí y autor de «Sapiens», ha abordado en su trayectoria la evolución humana. Para él, la Inteligencia Artificial (IA) es de las invenciones más poderosas y peligrosas hasta la fecha, pues podría despojar a los humanos del lenguaje y las narrativas, pilares de nuestro dominio.

Harari subraya que una entidad con capacidad de generar lenguaje acarrearía consecuencias imprevisibles. Ha reflexionado sobre este futuro incierto en foros, como un diálogo con el Fondo Monetario Internacional (FMI). En esta conversación, el autor no dudó en calificar a la IA como «la tecnología más poderosa jamás creada», destacando su naturaleza radicalmente diferente de inventos anteriores. A diferencia de la imprenta o incluso la bomba atómica, la Inteligencia Artificial es la primera invención capaz de tomar decisiones y crear ideas por sí misma, una cualidad que la sitúa en una categoría aparte.

Esto lleva al autor a examinar la base misma de conceptos como el dinero y la riqueza. Tradicionalmente, la economía se ha articulado en torno a valores monetarios, pero el advenimiento de la IA plantea una reevaluación profunda sobre qué constituye realmente la prosperidad y el poder en un mundo digital.

El salto cualitativo de la Inteligencia Artificial

Para Harari, una bomba atómica no decide su detonación, la IA, sí. Puede determinar operaciones financieras e idear instrumentos económicos de forma autónoma. La IA actual, insiste, es una forma rudimentaria de lo que se avecina, anticipando una revolución de envergadura.

Harari ha expresado inquietud por la concentración del desarrollo de la IA en pocos países. Esta situación, advierte, podría ser una repetición a la enésima potencia de la Revolución Industrial. Entonces, pocas naciones se industrializaron, dominando el mundo y dejando a otros en desventaja. El riesgo es la explotación y dominación sin precedente histórico de los no pioneros en IA.

Otra advertencia de Harari es la posibilidad de que la IA asuma las narrativas humanas, transformando las sociedades. Por primera vez, las historias que sustentan nuestras estructuras sociales, religiosas o financieras, podrían ser fruto de una inteligencia no humana. El peligro es que los humanos no puedan comprenderlas ni regularlas.

Para Harari, la IA es «Inteligencia Alienígena», no por origen espacial, sino porque nace en laboratorios y toma decisiones e ideas de forma fundamentalmente diferente a la humana. Es una inteligencia ajena a nuestra comprensión. Liberar miles de millones de «agentes alienígenas» sin control para que su poder se use en beneficio de la humanidad es, a su juicio, extremadamente peligroso.

El ensayista también ha puesto el foco en la capacidad humana de imaginar el futuro mediante narrativas, algo que la IA podría alterar drásticamente. Cita el dinero como ejemplo: una construcción narrativa sin valor intrínseco, cuyo valor reside en una creencia compartida. Si esta se desvanece, el sistema colapsa. Las criptomonedas son otro ejemplo de valor basado en narraciones.

Formas de entender la riqueza y poder en el siglo XXI

El pensador israelí ha articulado cómo la esencia de la riqueza está en un proceso de transformación. La economía actual, basada en el dinero, podría dar paso a una era donde el intercambio de información sea el verdadero motor económico. Harari sostiene que conceptos como el dinero carecen de un valor objetivo intrínseco, dependiendo enteramente de una narrativa compartida por los individuos.

Un ejemplo práctico de esta redefinición se observa en empresas tecnológicas como Google. Harari apunta que, a pesar de su uso diario y la dependencia de millones de usuarios, no existe un intercambio monetario directo en el balance bancario de sus usuarios. Lo que Google provee es, fundamentalmente, acceso a la información, redefiniendo la transacción económica más allá del efectivo.

Esta perspectiva sugiere que las entidades con grandes cantidades de datos almacenados poseerán una riqueza considerable, incluso sin la necesidad de monetizarla de la forma tradicional. El autor plantea que si la información permite la adquisición de bienes y servicios, el dinero como intermediario podría volverse superfluo. Las narrativas sobre el valor, antes ancladas en divisas, ahora podrían residir en la disponibilidad y gestión de datos.

En este contexto emergente, Harari afirma que el poder y la riqueza se desplazan de la acumulación de capital monetario hacia la posesión de gigantescas cantidades de información. Esta mutación en el entendimiento de la prosperidad es un punto relevante para comprender las dinámicas futuras, donde el verdadero activo podría ser la capacidad de generar y controlar relatos digitales.

 Yuval Noah Harari, el conocido historiador y filósofo, lanza una seria advertencia sobre el futuro de la Inteligencia Artificial y sus posibles consecuencias para la humanidad  

Yuval Noah Harari, pensador israelí y autor de «Sapiens», ha abordado en su trayectoria la evolución humana. Para él, la Inteligencia Artificial (IA) es de las invenciones más poderosas y peligrosas hasta la fecha, pues podría despojar a los humanos del lenguaje y las narrativas, pilares de nuestro dominio.

Harari subraya que una entidad con capacidad de generar lenguaje acarrearía consecuencias imprevisibles. Ha reflexionado sobre este futuro incierto en foros, como un diálogo con el Fondo Monetario Internacional (FMI). En esta conversación, el autor no dudó en calificar a la IA como «la tecnología más poderosa jamás creada», destacando su naturaleza radicalmente diferente de inventos anteriores. A diferencia de la imprenta o incluso la bomba atómica, la Inteligencia Artificial es la primera invención capaz de tomar decisiones y crear ideas por sí misma, una cualidad que la sitúa en una categoría aparte.

Esto lleva al autor a examinar la base misma de conceptos como el dinero y la riqueza. Tradicionalmente, la economía se ha articulado en torno a valores monetarios, pero el advenimiento de la IA plantea una reevaluación profunda sobre qué constituye realmente la prosperidad y el poder en un mundo digital.

El salto cualitativo de la Inteligencia Artificial

Para Harari, una bomba atómica no decide su detonación, la IA, sí. Puede determinar operaciones financieras e idear instrumentos económicos de forma autónoma. La IA actual, insiste, es una forma rudimentaria de lo que se avecina, anticipando una revolución de envergadura.

Harari ha expresado inquietud por la concentración del desarrollo de la IA en pocos países. Esta situación, advierte, podría ser una repetición a la enésima potencia de la Revolución Industrial. Entonces, pocas naciones se industrializaron, dominando el mundo y dejando a otros en desventaja. El riesgo es la explotación y dominación sin precedente histórico de los no pioneros en IA.

Otra advertencia de Harari es la posibilidad de que la IA asuma las narrativas humanas, transformando las sociedades. Por primera vez, las historias que sustentan nuestras estructuras sociales, religiosas o financieras, podrían ser fruto de una inteligencia no humana. El peligro es que los humanos no puedan comprenderlas ni regularlas.

Para Harari, la IA es «Inteligencia Alienígena», no por origen espacial, sino porque nace en laboratorios y toma decisiones e ideas de forma fundamentalmente diferente a la humana. Es una inteligencia ajena a nuestra comprensión. Liberar miles de millones de «agentes alienígenas» sin control para que su poder se use en beneficio de la humanidad es, a su juicio, extremadamente peligroso.

El ensayista también ha puesto el foco en la capacidad humana de imaginar el futuro mediante narrativas, algo que la IA podría alterar drásticamente. Cita el dinero como ejemplo: una construcción narrativa sin valor intrínseco, cuyo valor reside en una creencia compartida. Si esta se desvanece, el sistema colapsa. Las criptomonedas son otro ejemplo de valor basado en narraciones.

Formas de entender la riqueza y poder en el siglo XXI

El pensador israelí ha articulado cómo la esencia de la riqueza está en un proceso de transformación. La economía actual, basada en el dinero, podría dar paso a una era donde el intercambio de información sea el verdadero motor económico. Harari sostiene que conceptos como el dinero carecen de un valor objetivo intrínseco, dependiendo enteramente de una narrativa compartida por los individuos.

Un ejemplo práctico de esta redefinición se observa en empresas tecnológicas como Google. Harari apunta que, a pesar de su uso diario y la dependencia de millones de usuarios, no existe un intercambio monetario directo en el balance bancario de sus usuarios. Lo que Google provee es, fundamentalmente, acceso a la información, redefiniendo la transacción económica más allá del efectivo.

Esta perspectiva sugiere que las entidades con grandes cantidades de datos almacenados poseerán una riqueza considerable, incluso sin la necesidad de monetizarla de la forma tradicional. El autor plantea que si la información permite la adquisición de bienes y servicios, el dinero como intermediario podría volverse superfluo. Las narrativas sobre el valor, antes ancladas en divisas, ahora podrían residir en la disponibilidad y gestión de datos.

En este contexto emergente, Harari afirma que el poder y la riqueza se desplazan de la acumulación de capital monetario hacia la posesión de gigantescas cantidades de información. Esta mutación en el entendimiento de la prosperidad es un punto relevante para comprender las dinámicas futuras, donde el verdadero activo podría ser la capacidad de generar y controlar relatos digitales.

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