‘First Dates’ cambió este verano de casa, mudándose al canal principal del grupo Mediaset, dejándonos grandes historias durante el access prime time de Telecinco. Ayer Carlos Sobera se iba a apuntar otro éxito como Celestina en su palmarés pero un eructo de Martí mientras disfrutaba de su cita con Sara, fastidió toda posibilidad de conquista. Martí, un apasionado de todo lo que rodea el mundo friki aunque no todo le entusiasma, se presentó en First Dates como arqueólogo especializado en la Prehistoria. A pesar de su fascinación por estos temas, confesó que en el amor no ha tenido tanta suerte, pues no es algo que suela tener presente: «No salgo con la mentalidad de follar», comentó sinceramente. Durante el programa, conoció a Sara, una joven de 19 años que explicó que le cuesta encontrar pareja debido a su estatura. “Aunque parezca que hay gente alta, no hay tanta”, compartió, resaltando su dificultad para encontrar chicos más altos.
Del éxito al fracaso en solo unos segundos
Desde el primer momento, Martí se mostró entusiasmado con su cita al ver a Sara entrar por la puerta del restaurante. “Al verla me ha parecido una chica muy guapa, a ver cómo va todo…”, confesó con una sonrisa. Ella, algo más prudente, comentó: “No es que diga que me encanta, pero está muy bien… y de la altura, la verdad, que no me puedo quejar”. Durante los primeros minutos la conversación fluyó con naturalidad y ambos encontraron puntos en común que les hicieron sentirse cómodos. Sin embargo, según avanzaba la cena, el encanto comenzó a desvanecerse. El momento más incómodo llegó cuando Martí, en medio de la comida, soltó un eructo sin reparo. “No me pareció nada agradable”, explicó Sara, visiblemente molesta. Aunque intentó tomárselo con humor, la falta de modales empezó a enfriar el ambiente y a poner en duda la posibilidad de una conexión más profunda.
Pero si el eructo ya había sido un punto negativo, lo que vino después terminó de romper la ilusión de Sara. En un instante inesperado, Martí se puso a perseguir una mosca que revoloteaba cerca, y al notar la sorpresa de su cita, simplemente se excusó: “Me gusta jugar con moscas…”. Sara, sin saber cómo reaccionar, admitió: “Flipando, la verdad, me quedé sin palabras. Yo me reía, pero porque no sabía qué hacer”. Aunque el arqueólogo catalán seguía confiado en la química compartida comentando que “habían compartido bastantes gustos y aficiones”, para la asturiana estaba claro que no habría una segunda oportunidad romántica. “Como amigos, sí, no habría problema”, respondió con sinceridad, marcando con claridad sus límites. Así, la velada terminó dejando en evidencia que la primera impresión no siempre garantiza un final feliz.
Todo ocurrió en mitad de la cena, un gesto bastante feo que fastidió toda la velada en el magacín de Telecinco
‘First Dates’ cambió este verano de casa, mudándose al canal principal del grupo Mediaset, dejándonos grandes historias durante el access prime time de Telecinco. Ayer Carlos Sobera se iba a apuntar otro éxito como Celestina en su palmarés pero un eructo de Martí mientras disfrutaba de su cita con Sara, fastidió toda posibilidad de conquista. Martí, un apasionado de todo lo que rodea el mundo friki aunque no todo le entusiasma, se presentó en First Dates como arqueólogo especializado en la Prehistoria. A pesar de su fascinación por estos temas, confesó que en el amor no ha tenido tanta suerte, pues no es algo que suela tener presente: «No salgo con la mentalidad de follar», comentó sinceramente. Durante el programa, conoció a Sara, una joven de 19 años que explicó que le cuesta encontrar pareja debido a su estatura. “Aunque parezca que hay gente alta, no hay tanta”, compartió, resaltando su dificultad para encontrar chicos más altos.
Desde el primer momento, Martí se mostró entusiasmado con su cita al ver a Sara entrar por la puerta del restaurante. “Al verla me ha parecido una chica muy guapa, a ver cómo va todo…”, confesó con una sonrisa. Ella, algo más prudente, comentó: “No es que diga que me encanta, pero está muy bien… y de la altura, la verdad, que no me puedo quejar”. Durante los primeros minutos la conversación fluyó con naturalidad y ambos encontraron puntos en común que les hicieron sentirse cómodos. Sin embargo, según avanzaba la cena, el encanto comenzó a desvanecerse. El momento más incómodo llegó cuando Martí, en medio de la comida, soltó un eructo sin reparo. “No me pareció nada agradable”, explicó Sara, visiblemente molesta. Aunque intentó tomárselo con humor, la falta de modales empezó a enfriar el ambiente y a poner en duda la posibilidad de una conexión más profunda.
Pero si el eructo ya había sido un punto negativo, lo que vino después terminó de romper la ilusión de Sara. En un instante inesperado, Martí se puso a perseguir una mosca que revoloteaba cerca, y al notar la sorpresa de su cita, simplemente se excusó: “Me gusta jugar con moscas…”. Sara, sin saber cómo reaccionar, admitió: “Flipando, la verdad, me quedé sin palabras. Yo me reía, pero porque no sabía qué hacer”. Aunque el arqueólogo catalán seguía confiado en la química compartida comentando que “habían compartido bastantes gustos y aficiones”, para la asturiana estaba claro que no habría una segunda oportunidad romántica. “Como amigos, sí, no habría problema”, respondió con sinceridad, marcando con claridad sus límites. Así, la velada terminó dejando en evidencia que la primera impresión no siempre garantiza un final feliz.
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