Estados Unidos se retira de la Unesco por segunda vez bajo el mandato de Donald Trump, y por los mismos motivos que en la primera ocasión. El Departamento de Estado que dirige Marco Rubio ha explicado este martes en un comunicado el desenganche del cuerpo de Naciones Unidas que vela por la educación, la ciencia y la cultura, porque sus intereses y objetivos entran en contradicción con los del America First (EE UU primero) del presidente republicano. “Seguir perteneciendo a la Unesco no redunda en el interés nacional de EE UU”, afirma el comunicado. La decisión entrará en vigor a finales de diciembre de 2026.
El Departamento de Estado, que ya tomó esa decisión en el primer mandato del republicano, justifica la decisión en el supuesto sesgo contra Israel y la agenda globalista
Estados Unidos se retira de la Unesco por segunda vez bajo el mandato de Donald Trump, y por los mismos motivos que la primera. El Departamento de Estado que dirige Marco Rubio ha explicado este martes en un comunicado el desenganche del cuerpo de Naciones Unidas que vela por la educación, la ciencia y la cultura, porque sus intereses y objetivos entran en contradicción con los del America First (EE UU primero) del presidente republicano. “Seguir perteneciendo a la Unesco no redunda en el interés nacional de EE UU”, afirma el comunicado. La decisión entrará en vigor a finales de diciembre de 2026.
Un párrafo más abajo, aparece el verdadero motivo de la desconexión, que ya se produjo en el primer mandato de Trump. “La decisión de la Unesco de admitir al Estado de Palestina [entre comillas en el original] como Estado miembro es muy problemática, contraria a la política de Estados Unidos, y ha contribuido a la proliferación de la retórica antiisraelí dentro de la organización”. Estados Unidos e Israel dejaron de financiar a la Unesco después de que la agencia aprobara en votación incluir a Palestina como Estado miembro en 2011.
Además, el compromiso de la Unesco con “causas sociales y culturales divisivas” y su “exagerado enfoque sobre los Objetivos de Desarrollo Sostenible, una agenda globalista e ideológica para el desarrollo internacional” están, según la Casa Blanca, en completo “desacuerdo con nuestra política exterior”, la autarquía buscada del America First. En este mismo contexto se inscribe la supresión de la ayuda exterior estadounidense, mediante el desmantelamiento de la agencia de desarrollo internacional (USAID, en sus siglas inglesas) y programas adicionales para refugiados o emergencias en catástrofes naturales, como los que fueron suspendidos la semana pasada por el Congreso.
Esta será la tercera vez que Estados Unidos abandona la Unesco, que tiene su sede en París, y la segunda vez durante un Gobierno de Trump (la primera fue en octubre de 2017). Tras el primer mandato del republicano, el presidente demócrata Joe Biden restableció la participación de EE UU en la Unesco, así como en el acuerdo climático de París, promovido también por la ONU, y el Consejo de Derechos Humanos de la organización multilateral, víctimas también del aislacionismo del republicano.
La retirada de EE UU de la Unesco es “lamentable” pero “se esperaba”, ha dicho este martes su directora general, Audrey Azoulay. Además del feo diplomático, la salida de EE UU previsiblemente afectará a su presupuesto. Se espera que la Unesco pueda afrontar la defección de un socio tan importante gracias a la diversificación de sus fuentes de financiación en los últimos años, en los que la contribución de EE UU ha disminuido hasta representar apenas el 8% del presupuesto total de la agencia.
Estados Unidos se había retirado antes de la Unesco bajo el mandato del también republicano Ronald Reagan en 1984, en los años de paranoia de espías entre Washington y Moscú, porque, a su juicio, la agencia estaba mal gestionada, era corrupta y se utilizaba para promover los intereses de la Unión Soviética. Se reincorporó a la organización en 2003 durante la presidencia de George W. Bush.
En una entrevista con EL PAÍS y un reducido grupo de periodistas en Bruselas, Azoulay defendió en mayo la pertinencia de la organización que dirige ante “las dudas” de EE UU. Lo hizo durante la entrega en la capital europea del Premio Mundial a la Libertad de Prensa 2025 al diario nicaragüense La Prensa, lo que llevó al régimen de Daniel Ortega a ordenar la retirada del país de la organización. “Todos los países tienen su lugar en la Unesco” pero, a la vez, “cada Estado es libre de pertenecer o no a una organización internacional”, declaró la exministra de Cultura francesa. Dudas al margen, asumió también el varapalo que para un orden internacional basado en la cooperación multilateral suponen la defección de alguno de sus miembros. “Es retirarse de una parte de la comunidad internacional, retirarse de la defensa de un cierto número de grandes principios que nosotros, la comunidad internacional, elaboramos juntos después de la II Guerra Mundial, cuando nos dijimos que para defender la paz había que defender también la libertad de expresión, la cultura, la educación y la ciencia, en eso consiste pertenecer a la Unesco, en reunirnos para defender nuestros bienes públicos”. Justo lo contrario de lo que defiende el ideario de Donald Trump.
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