Torsten Slok, economista, hace saltar todas las alarmas: «Hay un 90% de recesión este 2025»

La economía estadounidense ha mantenido durante décadas una posición de liderazgo global, reconocida por su dinamismo y su apertura al comercio y la inversión internacional. Este estatus ha sido un pilar fundamental para el crecimiento tanto interno como global. Sin embargo, recientes ajustes en la política comercial buscan modificar los términos bajo los que opera este mercado.

La intención detrás de estas modificaciones arancelarias, según la administración, es nivelar el terreno de juego y proteger los intereses nacionales frente a prácticas comerciales consideradas desleales. Se busca así reconfigurar ciertas dinámicas de intercambio para beneficiar a la industria y los trabajadores locales.

No obstante, la forma en que se han implementado estas medidas ha generado preocupación entre los analistas económicos. Existen advertencias sobre el impacto negativo que podrían tener, desencadenando una etapa de menor actividad si no se rectifica el curso actual.

Alto riesgo de frenazo económico por las nuevas políticas arancelarias

Las recientes y elevadas subidas arancelarias implementadas de manera abrupta están generando una alta probabilidad de un retroceso en la actividad económica del país. Concretamente, se estima en un 90% la probabilidad de que se produzca lo que algunos ya denominan una «Recesión Voluntaria por Reajuste Comercial» (VTRR), según apunta desde Apollo el economista Torsten Slok.

El problema se basa en que estos aranceles, aplicados de la noche a la mañana, imponen una carga financiera inmediata a las empresas que importan bienes. Las pequeñas y medianas empresas, acostumbradas a un sistema comercial estable, carecen del capital de trabajo necesario para asumir estos costes adicionales de forma repentina, a diferencia de grandes corporaciones con más flexibilidad.

Esta dificultad operativa para el grueso del tejido empresarial puede traducirse en barcos esperando en puerto, pedidos cancelados y minoristas históricos viéndose forzados a cerrar. Dado que las pymes representan más del 80% del empleo y la inversión de capital en Estados Unidos, sus problemas individuales escalan rápidamente a ser un desafío macroeconómico para todo el país.

Para dimensionar el impacto potencial, se compara la subida arancelaria actual (del 3% al 18% en promedio) con la de la guerra comercial de 2018 (del 2% al 3%). Aquella costó entre 0.25% y 0.7% del PIB. Proyectando la magnitud actual, el impacto negativo en el PIB de 2025 podría acercarse a los 4 puntos porcentuales, sin contar efectos indirectos por el aumento de la incertidumbre.

A pesar de la gravedad del panorama, los analistas señalan que todavía es posible modificar la trayectoria para mitigar el riesgo de recesión. Se sugieren ajustes en la estrategia de implementación de aranceles y la búsqueda de acuerdos comerciales más negociados. Por ejemplo, se plantea la oportunidad de un acuerdo con Canadá y México para optimizar el uso de recursos en Norteamérica, o implementar la retirada gradual de aranceles a países que reduzcan los suyos a cero tras un periodo de negociación. Incluso con China, se podría mantener la protección en sectores estratégicos pero aplicar aranceles de forma escalonada en otros productos durante 18-24 meses.

En definitiva, el análisis subraya que si las actuales políticas arancelarias se mantienen sin cambios o adaptaciones, la economía estadounidense se enfrenta a la alta probabilidad de experimentar un frenazo brusco en su ritmo de crecimiento en los próximos meses. Según Slok, es urgente evaluar alternativas que suavicen este impacto y eviten el escenario de desaceleración previsto por los expertos.

 Las recientes modificaciones en política comercial en Estados Unidos podrían estar configurando un escenario de alto riesgo para la economía norteamericana  

La economía estadounidense ha mantenido durante décadas una posición de liderazgo global, reconocida por su dinamismo y su apertura al comercio y la inversión internacional. Este estatus ha sido un pilar fundamental para el crecimiento tanto interno como global. Sin embargo, recientes ajustes en la política comercial buscan modificar los términos bajo los que opera este mercado.

La intención detrás de estas modificaciones arancelarias, según la administración, es nivelar el terreno de juego y proteger los intereses nacionales frente a prácticas comerciales consideradas desleales. Se busca así reconfigurar ciertas dinámicas de intercambio para beneficiar a la industria y los trabajadores locales.

No obstante, la forma en que se han implementado estas medidas ha generado preocupación entre los analistas económicos. Existen advertencias sobre el impacto negativo que podrían tener, desencadenando una etapa de menor actividad si no se rectifica el curso actual.

Las recientes y elevadas subidas arancelarias implementadas de manera abrupta están generando una alta probabilidad de un retroceso en la actividad económica del país. Concretamente, se estima en un 90% la probabilidad de que se produzca lo que algunos ya denominan una «Recesión Voluntaria por Reajuste Comercial» (VTRR), según apunta desde Apollo el economista Torsten Slok.

El problema se basa en que estos aranceles, aplicados de la noche a la mañana, imponen una carga financiera inmediata a las empresas que importan bienes. Las pequeñas y medianas empresas, acostumbradas a un sistema comercial estable, carecen del capital de trabajo necesario para asumir estos costes adicionales de forma repentina, a diferencia de grandes corporaciones con más flexibilidad.

Esta dificultad operativa para el grueso del tejido empresarial puede traducirse en barcos esperando en puerto, pedidos cancelados y minoristas históricos viéndose forzados a cerrar. Dado que las pymes representan más del 80% del empleo y la inversión de capital en Estados Unidos, sus problemas individuales escalan rápidamente a ser un desafío macroeconómico para todo el país.

Para dimensionar el impacto potencial, se compara la subida arancelaria actual (del 3% al 18% en promedio) con la de la guerra comercial de 2018 (del 2% al 3%). Aquella costó entre 0.25% y 0.7% del PIB. Proyectando la magnitud actual, el impacto negativo en el PIB de 2025 podría acercarse a los 4 puntos porcentuales, sin contar efectos indirectos por el aumento de la incertidumbre.

A pesar de la gravedad del panorama, los analistas señalan que todavía es posible modificar la trayectoria para mitigar el riesgo de recesión. Se sugieren ajustes en la estrategia de implementación de aranceles y la búsqueda de acuerdos comerciales más negociados. Por ejemplo, se plantea la oportunidad de un acuerdo con Canadá y México para optimizar el uso de recursos en Norteamérica, o implementar la retirada gradual de aranceles a países que reduzcan los suyos a cero tras un periodo de negociación. Incluso con China, se podría mantener la protección en sectores estratégicos pero aplicar aranceles de forma escalonada en otros productos durante 18-24 meses.

En definitiva, el análisis subraya que si las actuales políticas arancelarias se mantienen sin cambios o adaptaciones, la economía estadounidense se enfrenta a la alta probabilidad de experimentar un frenazo brusco en su ritmo de crecimiento en los próximos meses. Según Slok, es urgente evaluar alternativas que suavicen este impacto y eviten el escenario de desaceleración previsto por los expertos.

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