En cada edición de “Operación Triunfo” hay nombres que brillan desde la primera gala y otros que se encienden tarde pero con fuerza. Sin embargo, también están aquellos casos en los que la chispa inicial parece no prender del todo. Es el caso de Thalía Garrido, la cantante extremeña que pasó fugazmente por OT 2017 pero que, según Tinet Rubira, dejó una de las mejores primeras impresiones de la historia del formato. Y no lo dice en una sobremesa cualquiera, sino en un podcast público y sin rodeos.
Fue en “Te va a picar”, donde Rubira —productor ejecutivo del programa y testigo privilegiado de todos los castings del universo OT— soltó una verdad que descolocó a más de uno: “Ella hizo el mejor casting”, refiriéndose a Thalía. Ni Aitana, ni Amaia, ni Cepeda. La voz que más lo impactó no llegó ni al ecuador del concurso. En su prueba, según Rubira, había frescura, una historia bien contada y una determinación que traspasaba. Pero, dentro de la Academia, esa potencia se diluyó. “Se fue deshinchando”, dice él mismo. Y en televisión, eso suele costar caro.
Thalía fue la tercera expulsada. Su salida temprana, para muchos, no hizo justicia a su talento vocal. No es menor que durante su paso por el programa interpretara piezas como Adagio (versión Lara Fabián), uno de esos temas que no se eligen por simpatía, sino por potencia. La audiencia, sin embargo, no la arropó, y su perfil quedó opacado entre favoritos carismáticos, dúos mediáticos y la maquinaria emocional que suele mover OT cuando se convierte en fenómeno.
Después de su paso por el programa, lanzó su single “Quién quiero ser”, pero fue poco lo que se supo tras aquello. En vez de quemarse en platós o vivir de la resaca del talent show, Thalía optó por formarse: ha estudiado canto lírico y ha retomado su carrera artística desde otros ángulos, más alejados del foco pero, al parecer, con mayor convicción personal. En tiempos de inmediatez, tomarse un tiempo también puede ser un acto de valentía.
Las palabras de Rubira han reabierto una conversación entre fans que no olvidan. En redes, las reacciones no se hicieron esperar. Muchos recuerdan su voz como una de las más limpias y con mayor rango de su edición. Otros, directamente, se alegran de que, años después, alguien con peso en la industria diga lo que ellos pensaban desde la gala 0. Que Thalía tenía algo. Que tal vez la edición fue demasiado rápida con ella. Que el repertorio, en ocasiones, no fue su aliado.
El propio Rubira cierra su comentario con una puerta abierta: “Puede volver”. Y lo dice con una mezcla de melancolía profesional y ojo clínico. Porque si algo tiene OT es que sabe construir relatos, incluso cuando estos se interrumpen. Quizá este nuevo momento para Thalía, con un enfoque más lírico, más maduro y menos televisivo, sea el segundo capítulo que merecía. No todo el mundo necesita ser portada para acabar dejando huella. Y a veces, lo más interesante ocurre cuando las cámaras ya se han apagado.
El productor de Operación Triunfo revela qué artista causó sensación antes de desvanecerse en la academia
En cada edición de “Operación Triunfo” hay nombres que brillan desde la primera gala y otros que se encienden tarde pero con fuerza. Sin embargo, también están aquellos casos en los que la chispa inicial parece no prender del todo. Es el caso de Thalía Garrido, la cantante extremeña que pasó fugazmente por OT 2017 pero que, según Tinet Rubira, dejó una de las mejores primeras impresiones de la historia del formato. Y no lo dice en una sobremesa cualquiera, sino en un podcast público y sin rodeos.
Fue en “Te va a picar”, donde Rubira —productor ejecutivo del programa y testigo privilegiado de todos los castings del universo OT— soltó una verdad que descolocó a más de uno: “Ella hizo el mejor casting”, refiriéndose a Thalía. Ni Aitana, ni Amaia, ni Cepeda. La voz que más lo impactó no llegó ni al ecuador del concurso. En su prueba, según Rubira, había frescura, una historia bien contada y una determinación que traspasaba. Pero, dentro de la Academia, esa potencia se diluyó. “Se fue deshinchando”, dice él mismo. Y en televisión, eso suele costar caro.
Thalíafue la tercera expulsada. Su salida temprana, para muchos, no hizo justicia a su talento vocal. No es menor que durante su paso por el programa interpretara piezas como Adagio (versión Lara Fabián), uno de esos temas que no se eligen por simpatía, sino por potencia. La audiencia, sin embargo, no la arropó, y su perfil quedó opacado entre favoritos carismáticos, dúos mediáticos y la maquinaria emocional que suele mover OT cuando se convierte en fenómeno.
Después de su paso por el programa, lanzó su single “Quién quiero ser”, pero fue poco lo que se supo tras aquello. En vez de quemarse en platós o vivir de la resaca del talent show, Thalía optó por formarse: ha estudiado canto lírico y ha retomado su carrera artística desde otros ángulos, más alejados del foco pero, al parecer, con mayor convicción personal. En tiempos de inmediatez, tomarse un tiempo también puede ser un acto de valentía.
Las palabras de Rubira han reabierto una conversación entre fans que no olvidan. En redes, las reacciones no se hicieron esperar. Muchos recuerdan su voz como una de las más limpias y con mayor rango de su edición. Otros, directamente, se alegran de que, años después, alguien con peso en la industria diga lo que ellos pensaban desde la gala 0. Que Thalía tenía algo. Que tal vez la edición fue demasiado rápida con ella. Que el repertorio, en ocasiones, no fue su aliado.
El propio Rubira cierra su comentario con una puerta abierta: “Puede volver”. Y lo dice con una mezcla de melancolía profesional y ojo clínico. Porque si algo tiene OT es que sabe construir relatos, incluso cuando estos se interrumpen. Quizá este nuevo momento para Thalía, con un enfoque más lírico, más maduro y menos televisivo, sea el segundo capítulo que merecía. No todo el mundo necesita ser portada para acabar dejando huella. Y a veces, lo más interesante ocurre cuando las cámaras ya se han apagado.
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