Un análisis publicado en ‘The Lancet’ predice que la proporción de casos causados por exceso de grasa en el hígado aumentará un 35% para 2050 Leer Un análisis publicado en ‘The Lancet’ predice que la proporción de casos causados por exceso de grasa en el hígado aumentará un 35% para 2050 Leer
Más del 60% de los casos de cáncer de hígado a nivel mundial son prevenibles mediante la reducción de factores de riesgo como la hepatitis viral, el consumo de alcohol y la enfermedad hepática esteatósica asociada a disfunción metabólica, una afección crónica causada por el exceso de grasa en el hígado.
Así lo concluye el último estudio deThe Lancet, que indica que, aunque la hepatitis continuará siendo la principal causa de tumor hepático, su impacto irá disminuyendo, mientras que las afecciones vinculadas a la obesidad y al consumo de alcohol experimentarán un incremento. De hecho, la investigación anticipa que la proporción de diagnósticos asociados al exceso de grasa crecerá un 35% para el año 2050.
El cáncer de hígado, en particular el hepatocarcinoma -la forma más frecuente-, suele aparecer en el contexto de una enfermedad hepática crónica subyacente, como la hepatitis crónica (viral o autoinmune), la cirrosis, el hígado graso no alcohólico (EHGNA), el consumo excesivo de alcohol y, en menor medida, enfermedades hereditarias como la hemocromatosis, según un estudio español publicado en Journal Hepatology Reports.
Los análisis que publica la Comisión de expertos de The Lancet van acompañados de un editorial que subraya la necesidad de que se pongan medidas de salud pública para hacer mella en los factores de riesgo prevenibles. Los investigadores predicen que el número de nuevos casos de cáncer de hígado se duplique en los próximos 25 años si no se toman medidas urgentes, por lo que la Comisión ha fijado el objetivo de reducir entre un 2% y un 5% anual el número de nuevos casos, lo que permitiría evitar hasta 17 millones de casos de cáncer de hígado y hasta 15 millones de muertes, si se logra.
«El término ‘hepatitis’ hace referencia a una inflamación del hígado, independientemente de cuál sea su causa: infecciones, tóxicos, enfermedades autoinmunes o alteraciones metabólicas», explica Alejandro Forner, secretario de la Asociación Española para el Estudio del Hígado (AEEH) e investigador en oncología hepática en el Barcelona Clinic Liver Cancer (BCLC).
En el caso de las hepatitis de origen infeccioso, se trata de virus que afectan directamente al hígado y provocan inflamación del tejido. Algunos de estos, como el de la hepatitis A, producen cuadros agudos que en la mayoría de los casos se resuelven por sí solos sin dejar secuelas.
Asimismo, hay dos patógenos virales especialmente relevantes por su frecuencia y por su capacidad de cronificarse: el virus de la hepatitis B (VHB) y el de la hepatitis C (VHC). Ambos pueden dar lugar a una inflamación persistente a lo largo del tiempo. Esta evolución es especialmente frecuente en personas que contrajeron la enfermedad durante la infancia o en el momento del nacimiento, sin que haya sido diagnosticada durante años.
No obstante, la comunidad científica no considera que la hepatitis sea ahora la principal preocupación como factor de riesgo para el cáncer de hígado. «Está en vías de desaparecer como problema sanitario gracias a la vacunación universal contra la hepatitis B. En el caso de la C, por ejemplo, no tiene vacuna, pero existe desde hace cerca de diez años un tratamiento altamente efectivo que elimina la infección» , matiza.
Para los profesionales, la verdadera preocupación en esta enfermedad oncológica es la obesidad. «Aunque se espera un descenso en los casos relacionados con las hepatitis víricas en los próximos años, en contrapartida, en el mundo occidental se observa un estilo de vida cada vez más sedentario, y la obesidad se está convirtiendo en una epidemia global que provoca la enfermedad hepática por hígado graso», detalla Forner.
La enfermedad hepática por hígado graso asociada a disfunción metabólica (MASLD) no implica necesariamente daño hepático ni inflamación. Este término es general y se caracteriza por la acumulación de lípidos en el hígado, junto con factores de riesgo cardiovascular y metabólico como obesidad, diabetes, hipertensión o dislipemia.
En algunos pacientes, esta concentración de grasa provoca inflamación y daño hepático, es decir, una hepatitis, conocida como esteatohepatitis. En esta etapa, se genera una alteración activa, lo que implica un mayor riesgo y gravedad dentro de la enfermedad hepática por hígado graso. En términos médicos, la condición se denomina MASH (por sus siglas en inglés) y representa una forma avanzada y grave de MASLD.
«La diferencia clave es que MASLD indica la presencia de grasa junto con factores metabólicos, mientras que MASH implica inflamación hepática activa, lo que aumenta significativamente el riesgo de progresión a enfermedades graves, incluyendo el cáncer de hígado», precisa el experto, quien advierte además que aunque no haya irritación, sí existe un riesgo mayor de desarrollar enfermedades metabólicas y cardiovasculares en comparación con la población general.
Ante el aumento previsto de casos de neoplasia hepática, Figueras subraya la necesidad de actuar sobre los factores de riesgo vinculados al estilo de vida, como el consumo excesivo de alcohol y la obesidad. «Una de las medidas de prevención del cáncer de hígado que habría que adoptar es hacer todo tipo de campañas para evitar al máximo el consumo de alcohol, particularmente en la adolescencia y la infancia», propone el investigador en oncología del BCLC. «Ningún chaval de menos de 21 años debería consumir alcohol de forma legal en España».
Y, para quienes ya tienen daño hepático avanzado, como la cirrosis, sugiere realizar un cribado regular para detectar la enfermedad en sus etapas iniciales. «Se recomienda que estos pacientes se sometan a controles semestrales, ya que el hepatocarcinoma suele desarrollarse de manera silenciosa y sólo presenta síntomas en fases avanzadas, cuando el tratamiento es más complicado y menos efectivo», advierte.
«Cuando la persona tiene un tumor en estadio avanzado, con metástasis o afectación de los vasos sanguíneos del hígado, sin tratamiento la expectativa de vida media es de menos de un año. En cambio, en etapas iniciales somos capaces de curar a algunos paciente completamente. Por eso es muy importante diagnosticarla a tiempo», concluye.
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