Luis Enrique tiene una total simbiosis con la plantilla que ha llevado a ser campeona de Europa. Por eso, para el asturiano, el Mundial de Clubes es simplemente un regalo al trabajo hecho estos años. Tras ganar la Champions, el asturiano afronta el torneo sin presión, de la que ha descargado a sus jugadores, tanto en el aspecto físico como mental. Por eso ha montado una rutina en la fase de grupos alejada de la tensión que rodea a los equipos europeos, como la del Real Madrid acorazado; el Benfica con problemas entre Lage o Kökçü; o el Inter cargando contra los que le recuerdan la final de la Champions. Es lo que tiene llegar con los deberes de la temporada hechos. Luis Enrique tiene una total simbiosis con la plantilla que ha llevado a ser campeona de Europa. Por eso, para el asturiano, el Mundial de Clubes es simplemente un regalo al trabajo hecho estos años. Tras ganar la Champions, el asturiano afronta el torneo sin presión, de la que ha descargado a sus jugadores, tanto en el aspecto físico como mental. Por eso ha montado una rutina en la fase de grupos alejada de la tensión que rodea a los equipos europeos, como la del Real Madrid acorazado; el Benfica con problemas entre Lage o Kökçü; o el Inter cargando contra los que le recuerdan la final de la Champions. Es lo que tiene llegar con los deberes de la temporada hechos.
Luis Enrique tiene una total simbiosis con la plantilla que ha llevado a ser campeona de Europa. Por eso, para el asturiano, el Mundial de Clubes es simplemente un regalo al trabajo hecho estos años. Tras ganar la Champions, el asturiano afronta el torneo sin presión, de la que ha descargado a sus jugadores, tanto en el aspecto físico como mental. Por eso ha montado una rutina en la fase de grupos alejada de la tensión que rodea a los equipos europeos, como la del Real Madrid acorazado; el Benfica con problemas entre Lage o Kökçü; o el Inter cargando contra los que le recuerdan la final de la Champions. Es lo que tiene llegar con los deberes de la temporada hechos.
Desde que el PSG llegó a EEUU, los campeones de Europa han dividido su rutina entre su campamento base, situado en el césped de la Universidad de Irvine, y jornadas de tarde en las que cada jugador tiene libertad para disfrutar del ocio. La idea es similar a la de un «campamento de verano», según cuentan los periodistas franceses. «Después de una temporada tan larga, nos viene bien descansar un poco”, aseguró Fabián Ruiz, uno de los mejores en la goleada inicial contra el Atlético de la que ha vivido durante toda la primera fase del campeonato.

En un empate a seis puntos, con resultados cruzados entre el Atlético y el Botafogo, el PSG ha avanzado como líder, dejando en la cuneta a los rojiblancos, que han sido ejemplo de todo lo contrario en este Mundial de Clubes. Entraron mal al torneo y han arrastrado el 4-0 hasta el desenlace contra Botafogo, el rival que más le ha gustado a Luis Enrique y el que, según él, «mejor nos ha defendido esta temporada». No buscó excusas tras el 1-0 ante el campeón de la Copa Libertadores que revolucionó el grupo B, el primero en decidirse en el torneo.
«Pienso que no merecimos perder el partido contra Botafogo, pero el fútbol es así. Hicieron su trabajo. Con todo, el equipo está en un buen nivel y continuaremos así”, afirmó Luis Enrique la noche antes de certificar la clasificación contra Seattle. Lo hizo desde la autocrítica y sabiendo el nivel que tiene una plantilla que llegará hasta donde su fútbol dicte y sin pagar los excesos de la temporada, dando la alternativa a jugadores como Mayulu, invitado estelar de la final de Champions. También, por supuesto, agotando los cambios a la hora de juego.
Luis Enrique ha conseguido un grupo cohesionado desde la libertad individual que cada pieza tiene. De ahí que el tiempo libre que les ha dado por la tarde, para que lo disfruten por su cuenta, termina por converger en actividades de pequeños grupos que ayudan a socializar en lugares emblemáticos de Los Ángeles como Hollywood, Beverly Hills o Santa Mónica. En el campo ha sucedido lo mismo. Ha convertido un equipo históricamente sinónimo de grandes estrellas, como Ibrahimovic, Neymar, Messi o Mbappé, en un ejército que responde a todas sus órdenes.
No ha necesitado levantar el tono. Ha logrado el convencimiento a través de la táctica y la empatía que le ha ido dando el ejercicio de una profesión poco agradecida. Todo ello, con su habitual tira y afloja con la prensa. Pero hasta eso ha cambiado en el Mundial, donde ha relajado el tono, con respuestas tales como: «No sé por qué los hinchas sudamericanos se preocupan tanto por sus equipos, si son mejores que los europeos» o «Todos los europeos quieren jugadores sudamericanos. ¡Claramente son potencia mundial».
Lo mismo hizo con Seattle Sounders después de ser fiel a sí mismo y no morderse la lengua con los campos del torneo: «Están bien, pero el balón bota como conejo. Hoy, al ser un campo artificial antes, y ahora natural, se tiene que regar a mano. Lo hicieron al descanso y se seca a los 10 minutos. Es un problema claro, no es excusa; lo digo hoy, que ganamos». Son apuntes en una singladura donde todo se ve con el prisma positivo.
Es la culminación de un largo proceso en el que se ha encontrado con todo tipo de dificultades desde su primera temporada en la entidad gala. No hay que olvidar que el PSG estuvo a punto de quedarse fuera de las eliminatorias por el título de la Champions. Sin embargo, el equipo consiguió salir adelante a través de la presión como unidad, así como el equilibrio entre ataque y defensa. Como dijo Joao Neves tras ganar a Seattle, «nuestro entrenador es increíble». A partir de ahí, un camino triunfal que le mantiene como favorito del Mundial de Clubes sin necesidad de tomárselo con el tremendismo y el vértigo que afecta a todos los europeos del torneo.
Diario de Mallorca – Deportes