Llega la osofobia a España: cuatro ejemplares muertos en Asturias a manos de furtivos en un año

Las alarmas se han disparado en la cordillera Cantábrica. En un año ―entre julio de 2024 y agosto 2025― se ha encontrado cuatro osos pardos (Ursus arctos) muertos a manos de furtivos en Asturias, una situación inédita. Tres de ellos cayeron en lazos que los estrangularon (dos el verano pasado y otro este 18 de julio) y al último le dispararon con una escopeta de perdigones este 2 de agosto al lado de una vivienda. Este pico de furtivismo, un delito castigado con penas de cárcel al ser un animal con la máxima protección, denota grietas en la convivencia con el plantígrado y un cambio en la percepción social, sobre todo en ganaderos, que comienzan a pedir el control de la especie catalogada en peligro de extinción.

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 La percepción social de la especie está cambiando en las zonas donde conviven con humanos y los conservacionistas temen que afecte a la recuperación del plantígrado, en peligro de extinción  

Las alarmas se han disparado en la cordillera Cantábrica. En un año ―entre julio de 2024 y agosto 2025― se ha encontrado cuatro osos pardos (Ursus arctos) muertos a manos de furtivos en Asturias, una situación inédita. Tres de ellos cayeron en lazos que los estrangularon (dos el verano pasado y otro este 18 de julio) y al último le dispararon con una escopeta de perdigones este 2 de agosto al lado de una vivienda. Este pico de furtivismo, un delito castigado con penas de cárcel al ser un animal con la máxima protección, denota grietas en la convivencia con el plantígrado y un cambio en la percepción social, sobre todo en ganaderos, que comienzan a pedir el control de la especie catalogada en peligro de extinción.

¿Puede ser una casualidad? Guillermo Palomero, director de la Fundación Oso Pardo (FOP), lo descarta. “Son demasiados y puede haber más, porque estamos pendientes de otras tres necropsias, además de que hay restos en tan mal estado que es imposible determinar qué ocurrió”, responde. Osos siempre mueren, pero “parece que los furtivos están perdiendo el miedo y eso es una señal de que el programa de conservación ha fallado en la coexistencia con los humanos por un mal enfoque y el Principado de Asturias tiene mucho que decir ahí”, añade Roberto Hartasánchez, presidente de la organización conservacionista Fapas.

Les preocupa que se esté resquebrajando la aceptación social de la especie. “Costó mucho ganarla y hay que cuidarla y mimarla como el mejor tesoro”, asegura Palomero. Esta falta de apoyo podría comprometer los logros de un programa de décadas que ha conseguido que la población del plantígrado crezca de los entre 50 y 80 ejemplares que quedaban en los años noventa a los alrededor de 400 actuales, según el censo oficial. De ellos, 370 forman en la población occidental de la Cordillera Cantábrica (Castilla y León, Asturias, Cantabria y Galicia) y el resto la de los Pirineos. Estos últimos proceden de una reintroducción de osos de Eslovenia.

Animadversión injustificada

Roberto Galán, de la empresa Natura Somiedo, ha corroborado ese cambio de percepción tras realizar entrevistas durante tres meses en los lugares de la Cordillera Cantábrica. Se ha encontrado con una animadversión en algunos lugares “injustificada porque no se basa en ningún dato objetivo, sino en informaciones de los medios poco contrastadas, en comentarios … y ahí empieza el bucle que crece”.

En el parque natural de Somiedo, con una importante población osera que genera ingresos por el turismo, la situación es diferente. “Aquí existe una pequeña burbuja porque atrae a visitantes y la visión es positiva”, comenta.

Otro guía de naturaleza, Alejandro González, de la empresa Esbardo, empezó a trabajar con el oso “cuando estaba saliendo del peligro crítico, un periodo de bonanza en el que existía un esfuerzo conjunto de la sociedad”. Hará unos cinco años, empezó a oír opiniones en contra, “que ahora se han instalado y aunque no son generalizadas, son de un sector importante”.

Los datos del Principado de Asturias muestran un incremento en los daños. Si en el año 2020 hubo 351 ataques en colmenas, ganado y cultivos, en 2024 fueron 544, un aumento del 50%. Las cabezas de ganado afectadas pasaron de 104 a 167, las colmenas de 128 a 143, aunque en 2023 fueron 80; y los cultivos de 119 a 234. Las indemnizaciones también han crecido: en 2020 se pagaron 168.697, que ascendieron a 328.084 en 2024.

Marcelino Marcos, consejero de Medio Rural y Política Agraria del Principado, considera, sin embargo, que no existe una pérdida de concienciación y que hay que “dejar investigar a los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado”. En cuanto a si existe sobrepoblación, responde que “hay que ir analizando no solo la cantidad, sino el comportamiento de los osos”. Además, advierte de que “la convivencia entre las especies es importante, pero siempre que no perjudique de manera importante el desarrollo de actividades económicas”. El papel de la Administración, añade, es mantener una posición equilibrada en la polarización existente con la fauna salvaje, “entre los que quieren que estén todos y los que no quieren ninguno”.

Una polarización que Hartasánchez, de Fapas, achaca precisamente a los políticos. “Se convierte a la fauna salvaje en un instrumento de lucha política como ha pasado con el lobo, la beligerancia de las comunidades autónomas por pedir que se permita volver a cazar lleva a la sociedad a esas posturas extremas y al oso se le mete en el mismo saco”, sostiene. Asturias anunció la caza de 53 lobos a las dos semanas de la desprotección de la especie al norte del Duero.

El alcalde de Belmonte de Miranda, Gilberto Alonso, el concejo al que pertenece Cuevas (la aldea donde mataron al oso de un disparo con un cartucho de perdigones el 2 de agosto) se aleja de esta polarización y no cree que fuera ninguno de sus vecinos. Es consciente de que el plantígrado puede ser un problema y que la gente tiene miedo, pero al mismo tiempo considera que la situación no es tan grave como con el lobo.

Control poblacional

Con el lobo es más complicado, concede Mercedes Cuadrado, ganadera y secretaria general de COAG en el Principado, pero el oso está convirtiendo en “un problema importantísimo”, sobre todo en zonas donde “nadie se acordaba de ellos”. Aboga por “un control poblacional como se hace con el lobo, por su reclusión en algún sitio, o por medidas para que no se multipliquen”. Puntualiza que no se trata de extinguir a las especies ni de negar su beneficio medioambiental, pero como lo tiene la ganadería extensiva que es “la que limpia los montes“.

Si hay quienes conocen al oso cantábrico son Juan José Riesco y su mujer María Teresa Álvarez, que conviven en su día a día con él, además de ser propietarios de 1.000 colmenas distribuidas entre Laciana y Babia, (León) y Somiedo y Belmonte (Asturias). No lo dudan: “Hay un exceso de osos” y no les extrañaría que se convirtiera en una especie cinegética como el jabalí o el corzo.

“Lo tenemos en casa [viven en Lumajo de Laciana], lo hemos visto debajo del balcón y hay que tener cierta precaución cuando sales”, comentan. El último daño lo sufrieron el 5 de agosto, cuando entró en una finca cerrada. “Destrozó los cerezos y se comió una oveja, el problema es que la Junta de Castilla y León tarda entre dos y tres años en pagar los daños”.

Antonio Resti es ganadero en Grado, convive con oso y lobo y tiene claro que algo está fallando. “Se tiene que llegar a un entendimiento y una de las cuestiones más importantes es que la Administración pague los daños sin poner tantas trabas“. Él ha dejado unas parcelas a Fapas para plantar cerezos y que el oso coma; de esta manera el plantígrado ha dejado en paz al ganado que hay en la zona, en un ejemplo de solución posible. En este sentido, el Ministerio para la Transición Ecológica, informó este marzo en la presentación de los resultados de un programa Life para el oso de que se han plantado 150.000 árboles y arbustos productores de frutos de verano e invierno.

La persecución del oso se extiende a Rumanía que ha pedido a la Unión Europea su desprotección, pero se trata de situaciones completamente diferentes a la española. En primer lugar, por la cantidad de animales, se estima que en Rumanía existen entre 10.419 y 12.770 osos pardos, cuando el número ideal oscila entre los 4.000 que calcula el Gobierno y los 8.000 de las organizaciones ecologistas. En segundo, por los encontronazos con la especie que allí son más frecuentes y letales: según datos oficiales, 26 personas murieron entre 2004 y 2024 al ser atacadas por estos animales y 274 resultaron heridas.

En España, en cambio, la FOP tiene contabilizados desde 1989 ocho sucesos de ese tipo y “causados por encuentros súbitos, que duran unos segundos hasta que el oso huye”. “No ha habido ninguna muerte”, puntualiza Palomero. El último lo sufrió una mujer que se topó con un oso cuando paseaba por la carretera en Cangas de Narcea en 2021. El plantígrado le propinó un zarpazo en la mandíbula y la tiró al suelo, lo que le provocó una rotura de cadera y la pérdida de parte de la piel de la cara y de varios dientes.

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