La opinión de Matías Vallés: El árbitro celebra un Barça-Barça

Ayer se celebró en Son Moix un Barça-Barça, porque el árbitro se encargó de eliminar al Real Mallorca del cartel con un ensañamiento sin precedentes. Si este colegiado interviene en cualquier condición en otro encuentro de la competición, la Liga es una farsa. Sin embargo, será celebrado por sus conmilitones y por los dirigentes del cotarro, dada su contribución al bipartidismo del fútbol español. En Primera hay dos concursantes y 18 comparsas a masacrar. Ayer se celebró en Son Moix un Barça-Barça, porque el árbitro se encargó de eliminar al Real Mallorca del cartel con un ensañamiento sin precedentes. Si este colegiado interviene en cualquier condición en otro encuentro de la competición, la Liga es una farsa. Sin embargo, será celebrado por sus conmilitones y por los dirigentes del cotarro, dada su contribución al bipartidismo del fútbol español. En Primera hay dos concursantes y 18 comparsas a masacrar.  

Ayer se celebró en Son Moix un Barça-Barça, porque el árbitro se encargó de eliminar al Real Mallorca del cartel con un ensañamiento sin precedentes. Si este colegiado interviene en cualquier condición en otro encuentro de la competición, la Liga es una farsa. Sin embargo, será celebrado por sus conmilitones y por los dirigentes del cotarro, dada su contribución al bipartidismo del fútbol español. En Primera hay dos concursantes y 18 comparsas a masacrar.

Pocas veces he contemplado una perversión semejante de la justicia, y eso que soy un lector ávido de la prosa del Supremo. Dejar al equipo local con nueve jugadores en un encuentro sin el mínimo conato de violencia o de sublevación, donde los locales ya pierden además por cero a dos, mide la incapacidad o la indignidad de un árbitro. En la expulsión de Muriqi, después de que el cuentista Joan Garcia invadiera el espacio físico del delantero fuera del área, la revisión en la pantalla no aporta ni un solo dato adicional al desarrollo del encontronazo en vivo. Si era amarilla dudosa antes, también después. Sin embargo, el colegiado sustituyó el «in dubio pro reo» por el «in dubio pro Barça», el meritoriaje. Ni siquiera puede alegar la precipitación, dispuso de todo el tiempo del mundo para equivocarse adrede. Si ellos no se toman en serio su profesión, por qué habría de respetarlos la afición.

En las expulsiones de Morlanes y Muriqi, era imprescindible mostrar la sumisión al poderoso, señalarle a Mallorca que no interfiera en el Barça-Barça, acompañen la mención de una genuflexión. Lo mismo sucede con la sobreprotección a Lamine Yamal, donde toda aproximación a menos de un metro del delantero será sancionada con falta, si no se puede ampliar directamente a tarjeta.

Y conste que el Barça-Barça solo podía ganarlo un equipo como su propio nombre indica, dada la ingenuidad del propio Muriqi en su cesión a las manos del sobrevalorado Garcia o la parálisis de Morey mientras Raphinha le ganaba la posición para marcar el gol inicial. El Mallorca carece de opciones y de recursos para medirse a los azulgrana, pero el árbitro demostró que estaba dispuesto a todo para que se impusiera la ley de la Liga.

¿Hubiera sido expulsado Morlanes por dos entradas tibias si vistiera de azulgrana?, ¿se hubiera inventado una tarjeta roja para un Muriqi culé? Los expertos en arbitraje pueden explicar seguramente la diferencia entre el Muriqi/Garcia y el Raphinha/ Morey castigado a regañadientes con una tarjeta amarilla o el Araújo/Muriqi sin cartulina, salvo en el precio de los equipos a que sirven los jugadores correspondientes.

Es impresionante que la afición del fútbol sobreviva a personajes que arruinan el espectáculo con determinación y deliberación. Lo lógico sería darse cuenta de que un Barça-Barça carece de la mínima emoción, y pegar un portazo.

 Diario de Mallorca – Deportes

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