La figura de Von der Leyen, en cuestión tras un tempestuoso arranque de su segundo mandato

Se suponía que esta vez iba a ser más fácil. Al fin y al cabo, la presidencia de la Comisión Europea albergaba ya pocos secretos para una Ursula von der Leyen que repetía mandato. Además, ¿qué podía ser más duro que empezar un nuevo trabajo y que te estalle la peor pandemia global de la historia reciente, como le ocurrió a comienzos de 2020 con la covid-19? Pero entonces volvió Donald Trump a la Casa Blanca y, con su política errática y las amenazas arancelarias, puso patas arriba medio mundo. Incluida una Bruselas sumida en sus propias batallas, con una extrema derecha crecida y que, apoyada en la ola populista mundial, busca minar desde dentro el proyecto europeo que considera simboliza la dirigente alemana.

Seguir leyendo

 La presidenta de la Comisión Europea acaba el curso político en el disparadero de los Estados, fuerzas del Parlamento Europeo, la sociedad civil y hasta los propios funcionarios comunitarios  

Se suponía que esta vez iba a ser más fácil. Al fin y al cabo, la presidencia de la Comisión Europea albergaba ya pocos secretos para una Ursula von der Leyen que repetía mandato. Además, ¿qué podía ser más duro que empezar un nuevo trabajo y que te estalle la peor pandemia global de la historia reciente, como le ocurrió a comienzos de 2020 con la covid-19? Pero entonces volvió Donald Trump a la Casa Blanca y, con su política errática y las amenazas arancelarias, puso patas arriba medio mundo. Incluida una Bruselas sumida en sus propias batallas, con una extrema derecha crecida y que, apoyada en la ola populista mundial, busca minar desde dentro el proyecto europeo que considera simboliza la dirigente alemana.

Las circunstancias podrían haberle servido a Von der Leyen para intentar agrupar a las fuerzas más proeuropeas de Bruselas con el objetivo de frenar los múltiples embates. Sin embargo, con sus vaivenes en los últimos meses en materia medioambiental, su largo silencio ante la catástrofe humanitaria en Gaza, la centralización del poder que ejerce a todos los niveles en la Comisión y los constantes guiños junto a su familia política, el Partido Popular Europeo, a la extrema derecha en la Eurocámara, ha logrado enfadar a casi todos: tiene de uñas a los demás grupos políticos y también ha enfadado a muchas capitales, sobre todo con el recién cerrado acuerdo arancelario del 15% con EE UU, así como a la sociedad civil e incluso a muchos funcionarios europeos que llevan meses protestando por la más que tímida actitud de la Comisión frente a la masacre en la franja palestina.

Tan enfadados están estos funcionarios que, a pesar de que Bruselas prácticamente se ha vaciado por las vacaciones, el pasado jueves todavía varias decenas de trabajadores de la Comisión y de otras instituciones europeas volvieron a congregarse, como cada jueves desde hace más de año y medio, frente al Berlaymont, la sede del Ejecutivo europeo, para protestar con una cacerolada y banderas palestinas contra la falta de respuestas contundentes a Israel por violar los derechos humanos en la Franja, de la que responsabilizan directamente a la alemana. Por este motivo, una agrupación de abogados francobelgas la ha demandado ante el Tribunal de Justicia de la UE. Mientras, siguen llegándole a Von der Leyen cartas firmadas por centenares de sus subalternos —la última, de esta semana, suma ya más de 1.000 firmas— exigiéndole mano dura con Israel en el marco del Acuerdo de Asociación bilateral.

Contra todo pronóstico, el agitado comienzo de su primer mandato (2019-2024) le sirvió a la hasta entonces poco conocida Von der Leyen, ministra y protegida de la canciller conservadora Angela Merkel, para labrarse un sólido legado como primera mujer al frente del Ejecutivo europeo. Su gestión de la pandemia, con la rápida compra conjunta de vacunas y el ambicioso fondo de recuperación que impidió que Europa cayera en una nueva recesión; la decidida respuesta ante la guerra de Rusia en Ucrania y a la crisis energética en que se hundió la UE, hicieron que acabara en la lista de los mejores presidentes de la historia de la Comisión.

Pero parte de las características que le ayudaron a construir esa imagen sólida como símbolo de Europa, especialmente su tendencia a controlarlo todo y gestionar hasta el último detalle del trabajo de una Comisión más vertical que nunca, podrían volvérsele en contra ahora que las nuevas crisis, y son muchas las que se superponen, la han puesto de nuevo en el ojo del huracán. Y esta vez, no parece que vaya a salir indemne.

Porque el descontento con buena parte de la gestión de Von der Leyen no ha dejado de aflorar desde que inició su nuevo mandato, en diciembre pasado: desde la Eurocámara, entre otros asuntos, se ha criticado duramente su decisión de retirar, cuando estaba ya en plenas negociaciones entre legisladores y Estados, una celebrada directiva que lucha contra el ecopostureo. Los eurodiputados también se han sentido ninguneados por la maniobra de Von der Leyen de sortear al hemiciclo a la hora de aprobar instrumentos clave como el fondo común para compras conjuntas de armamento (SAFE, por sus siglas en inglés, Security Action for Europe). Ya pasó durante la pandemia. Pero sin una crisis planetaria que lo tape todo, esos gestos se le perdonan ahora menos.

Para el eurodiputado socialdemócrata alemán René Repasi, estos pasos son una muestra más de la “clara estrategia” de Von der Leyen para “consolidar su poder en el Ejecutivo europeo”. No se trata, denunció semanas atrás, de un incidente aislado. “Durante todo el segundo mandato de Von der Leyen, el Parlamento ha sido tratado más como un obstáculo que como un aliado democrático”, criticó.

La frustración de los eurodiputados con la presidenta de la Comisión quedó patente a comienzos de julio, cuando fue sometida a una moción de censura en la Eurocámara. La iniciativa fracasó, ya que los legisladores ultras que la promovieron, oficialmente por su opacidad al negarse a mostrar los mensajes intercambiados durante la compra masiva de vacunas con el jefe de Pfizer, Albert Bourla, (algo que el Tribunal de Justicia de la UE también le ha recriminado), no consiguieron los suficientes apoyos. Pero la jefa de la Comisión salió de la experiencia —era la primera moción de censura en una década— escaldada, con serias advertencias de los grupos que permitieron su confirmación para un segundo mandato más allá de su familia política conservadora (socialdemócratas, liberales de Renew y los Verdes) de que, o cambia de rumbo y empieza a escucharlos, o las cosas se le pueden poner más feas aún.

“Nuestro apoyo a Ursula von der Leyen no está garantizado”, recalcó la presidenta de Renew, Valérie Hayer, durante la acalorada sesión parlamentaria.

“El pecado original de Von der Leyen fue no haber elegido una mayoría parlamentaria claramente definida tras las últimas elecciones europeas de 2024”, analiza Alberto Alemanno, profesor titular de la cátedra Jean Monnet de Derecho Europeo en la École des Hautes Études Commerciales (HEC) de París. “Al confiar tanto en los partidos mayoritarios proeuropeos como en los grupos de extrema derecha, se privó a sí misma de una agenda política permanente y de apoyo”, agrega por correo electrónico.

La última gota ha sido el controvertido acuerdo arancelario cerrado con Estados Unidos, para el que Von der Leyen se desplazó el domingo pasado hasta el club de golf de Donald Trump en Escocia. Allí se plegó sin rechistar a su juego y asintió o calló, tensa, también ante sus derivas contra Europa o la lucha para frenar el cambio climático. Algo que acabó por hacer perder la paciencia también a muchos gobiernos que creen que Bruselas ha capitulado ante Washington, pese a que tenía el visto bueno para negociar en su nombre.

La irritación es tanto mayor cuando buena parte de esos países —aunque esto no sea responsabilidad directa de la alemana— acababan de acordar una meta de gasto del 5% de PIB en defensa en la OTAN para aplacar, justamente, al inquilino de la Casa Blanca.

Muchos le reprochan, además, la falta de ambición del presupuesto plurianual que acaba de presentar su equipo. Es la misma crítica que le hacen en materia de política medioambiental en su nuevo mandato, donde la palabra green (verde) que fue estrella en su primer quinquenio, ha desaparecido prácticamente, sustituida por un clean (limpio) más girado a las prioridades de competitividad que de preocupación genuina por el cambio climático, temen múltiples voces tanto dentro como fuera de su entorno comunitario.

La pausa estival —aunque ni siquiera está claro si la política alemana se tomará algunos días— podría servirle para tomar impulso de cara a septiembre, donde el tradicional discurso del Estado de la Unión, en el que se fijan las líneas políticas del nuevo curso, será usado como barómetro para saber si ha entendido los mensajes muy serios de las formaciones políticas.

“No aceptaremos giros como los que hemos visto en los últimos meses. Necesitamos señales claras de compromiso”, subraya la presidenta de Socialistas y Demócratas (S&D), Iratxe García.

Von der Leyen solo está al principio de su segundo mandato, pero este se le puede hacer muy largo, advierte Alemanno. “Pese a haber sobrevivido una inusual moción de confianza, Von der Leyen sigue afrontando una crisis política mientras aumentan las críticas por su manera de gestionar a Trump”, señala. “Aunque haya evitado una guerra comercial, el daño a largo plazo a la credibilidad y autonomía de la UE será permanente. Y que nadie se engañe: ella será el centro de todas las críticas”, vaticina.

 Feed MRSS-S Noticias

Más Noticias