El Mundial de Clubes era una incógnita que se ha resuelto de modo desigual. Los equipos europeos sabían que era un regalo envenenado al final de su temporada, mientras que para el resto era una ventana de oportunidad. La caída del Atlético y del Oporto en la fase de grupos inauguró la lista de decepciones, que aumentaría con el tropiezo del Manchester City de Guardiola ante Al Hilal; y siguió con la goleada a un Real Madrid en reconstrucción, ante un PSG vapuleado por el Chelsea en la final. Enzo Maresca se ha encumbrado como el rey de reyes del mundo en el país de Trump, la figura más beneficiada de una cita concebida por la FIFA con numerosos actos asociados al presidente, que también será el anfitrión del Mundial 2026. El Mundial de Clubes era una incógnita que se ha resuelto de modo desigual. Los equipos europeos sabían que era un regalo envenenado al final de su temporada, mientras que para el resto era una ventana de oportunidad. La caída del Atlético y del Oporto en la fase de grupos inauguró la lista de decepciones, que aumentaría con el tropiezo del Manchester City de Guardiola ante Al Hilal; y siguió con la goleada a un Real Madrid en reconstrucción, ante un PSG vapuleado por el Chelsea en la final. Enzo Maresca se ha encumbrado como el rey de reyes del mundo en el país de Trump, la figura más beneficiada de una cita concebida por la FIFA con numerosos actos asociados al presidente, que también será el anfitrión del Mundial 2026.
El Mundial de Clubes era una incógnita que se ha resuelto de modo desigual. Los equipos europeos sabían que era un regalo envenenado al final de su temporada, mientras que para el resto era una ventana de oportunidad. La caída del Atlético y del Oporto en la fase de grupos inauguró la lista de decepciones, que aumentaría con el tropiezo del Manchester City de Guardiola ante Al Hilal; y siguió con la goleada a un Real Madrid en reconstrucción, ante un PSG vapuleado por el Chelsea en la final. Enzo Maresca se ha encumbrado como el rey de reyes del mundo en el país de Trump, la figura más beneficiada de una cita concebida por la FIFA con numerosos actos asociados al presidente, que también será el anfitrión del Mundial 2026.
El Atlético de Simeone se llevó un duro varapalo deportivo y financiero tras caer en una fase de grupos que provocó un insólito empate a seis puntos del que salieron perjudicados los rojiblancos. Su aventura fue corta y conflictiva desde la primera decisión que les llevó a fijar base en un hotel situado en el ‘downtown’ de Los Ángeles, del que no pudieron salir los primeros días debido a los disturbios. Las protestas en contra de las redadas migratorias cercaron a los del ‘Cholo’ en su hotel. Una pájara en el debut frente al PSG, al que el Chelsea bajó a la tierra para convertirse, después de ganar la Conference League, en el primer equipo que ha ganado todos los torneos en juego.

Porque uno de los grandes objetivos del Mundial de Clubes para los equipos europeos consistía en hacer caja. El Atlético ganó 23,14 millones de euros, más que los 22,98 del Botafogo, que sí avanzó a octavos, donde se terminó el ‘hype’ de haber tumbado al PSG con una derrota frente a Palmeiras. John Textor, propietario del club brasileño, así como del Olympique de Lyon, entre otros, consideró inaceptable la caída en el derbi brasileño y se llevó por delante a Renato Paiva. Su sustituto ha sido David Ancelotti, ayudante de su padre, Carlo, en la selección. Uno de los ganadores de las consecuencias que ha tenido este torneo, a pesar de las incompatibilidades que puedan darse.
En otro caso similar fue víctima de su desempeño en el Mundial de Clubes Martín Anselmi, un entrenador obsesionado con el ‘Big Data’, pero al que no le salieron las cuentas para evitar que el Oporto cayese a las primeras de cambio en el grupo de Inter Miami. Messi, en medio de los cantos de sirena de Arabia Saudí, llevó a su equipo y a la MLS a una nueva dimensión con la clasificación para octavos. Al igual que lo que logró Fluminense alcanzando las semifinales de una competición en la que se llevó por delante a Inter de Milán y Al Hilal.
El fútbol saudí vivió un bajón después del gran golpe que supuso eliminar al Manchester City de Guardiola, que parecía asomar la cabeza en medio de una reconstrucción que será más lenta de lo que le hubiera gustado al catalán. Para el Inter, el tropiezo contra el Fluminense, que cayó ante un Chelsea que sí impuso su ritmo, fue la culminación de un final de temporada que dejó de existir después de vencer al Barça en las semifinales de la Champions. Otros que cayeron lo hicieron con un nivel de dignidad que les permite salir por la puerta grande.

El paradigma de este relato del héroe es Ángel Di María, quien llevó a la prórroga los octavos frente al Chelsea en un partido de cuatro horas por culpa de las tormentas. Lo hizo antes de emprender viaje para cerrar su círculo virtuoso contra Rosario Central, el club donde empezó. La paralización de los encuentros por fenómenos climatológicos, debido a imperativo federal, fue uno de los inconvenientes que heredará el Mundial de 2026. Lo mismo sucederá con las altas temperaturas si la FIFA se empeña en mantener los encuentros en el ‘prime time’ europeo. Ahí, los perdedores son los jugadores.
Aunque en lo deportivo, el nombre que ilustra el fracaso es Kylian Mbappé. El Mundial de Clubes se convirtió en una reválida por el Balón de Oro, pero terminó siendo una oda al Chelsea. El equipo que mejor representa al fútbol moderno, con un acopio de talento a base de talonario que sacó de sus casillas a Luis Enrique, después de que Enzo Maresca se liberase del complejo que aseguraba que había llegado a la final por el lado ‘fácil’ del cuadro. El ajedrecista de Guardiola, con el que compartió el triplete de Champions con el Manchester City. El entrenador y el club que descartaron a Cole Palmer, MVP de la final y del torneo.
El hombre de la tranquilidad aparente que derribó la frontera del miedo a la Champions del PSG, pero que terminó perdiendo los papeles ante Joao Pedro después de una exhibición del conjunto inglés. Un 3-0 que deja en suspenso y con incógnitas la reconstrucción del Real Madrid de Xabi Alonso, incapaz de competir contra cualquier equipo de su presumible nivel. Una regeneración interruptus donde falló la cadena de mando tras delegar el poder en una dupla de Mbappé y Vinicius inefectiva.
Si algo demostró el Chelsea es el triunfo de lo colectivo y de la capacidad para desmontar los favoritismos. Algo que le ha correspondido en toda su historia, a pesar de la fuerte inversión. Nadie parecía querer la Conference, y ellos se convirtieron en el primer equipo en ganar el triplete de europeos. Nadie contaba con ellos para el Mundial de Clubes, y serán los primeros que miren al resto desde la cima del planeta durante los próximos cuatro años. No por suerte, sino por un planteamiento arrollador contra el PSG, que se presentaba como el mejor equipo de una temporada teñida de royal blue, el color de la nueva realeza británica.
Diario de Mallorca – Deportes