Flick y el Barça disfrutan de un Gavi pletórico

Gavi empezó la pretemporada anterior mirando a sus compañeros desde la barrera. Trabajando solo, apartado de todos, con la solitaria compañía de un fisioterapeuta y la atención de un doctor. Arrastrando durante ocho meses la condena de la grave lesión que se había producido en la rodilla derecha, y a la que le quedaban tres meses más. Sin que el nuevo entrenador que había llegado, Hansi Flick, le tuviera presente en sus planes. Gavi empezó la pretemporada anterior mirando a sus compañeros desde la barrera. Trabajando solo, apartado de todos, con la solitaria compañía de un fisioterapeuta y la atención de un doctor. Arrastrando durante ocho meses la condena de la grave lesión que se había producido en la rodilla derecha, y a la que le quedaban tres meses más. Sin que el nuevo entrenador que había llegado, Hansi Flick, le tuviera presente en sus planes.  

Gavi empezó la pretemporada anterior mirando a sus compañeros desde la barrera. Trabajando solo, apartado de todos, con la solitaria compañía de un fisioterapeuta y la atención de un doctor. Arrastrando durante ocho meses la condena de la grave lesión que se había producido en la rodilla derecha, y a la que le quedaban tres meses más. Sin que el nuevo entrenador que había llegado, Hansi Flick, le tuviera presente en sus planes.

El pequeño centrocampista empezó con retraso a competir con los demás en una línea con muchos aspirantes. Gavi había sido titular indiscutible con Xavi Hernández hasta que se rompió los ligamentos cruzados jugando con España y la llegada de Flick abría interrogantes sobre su papel en el equipo.

El entrenador alemán le dio respuestas convincentes. Una confianza ciega en él, Pablo Páez Gavira, por su esfuerzo en el campo y en los entrenamientos -Gavi no hace distinciones- y su actitud, sin una mala cara cuando debió sentarse en el banquillo, la msima dispiosición juegue un minuto o noventa. A Flick le entusiasma Gavi, como a Xavi, que consideraba la pérdida del futbolista como una de las razones del bajón del equipo, que finalmente le costó el puesto. El futbolista se siente feliz porque su entrenador siempre le tiene en cuenta, aunque desearía pasar todos los minutos del mundo sobre el césped.

Gavi dispara desde fuera del área en el último amistoso de Corea.
Gavi dispara desde fuera del área en el último amistoso de Corea. / Valentí Enrich / SPO

“Me siento muy bien en esta pretemporada, espero seguir así y ayudar al equipo al máximo», reconoció el futbolista andaluz antes de partir de Seúl y aterrizar en Barcelona donde celebró el martes su aniversario. A los 21 años cumplidos empieza la quinta temporada en el primer equipo en el Barça. La edad impide que se le categorice como uno de los veteranos; en todo caso, es de los antiguos. De los siete más antiguos.

Tan bien se siente Gavi al poder empezar en igualdad de condiciones que los demás que terminó la gira convertido en el máximo goleador del equipo. Tres de los 15 tantos del equipo, una quinta parte, los anotó él. Uno al Seúl, con magnífico gol con un control orientado de espaldas y un zurdazo raso. Dos al Daegu, con otro zurdazo raso desde fuera del área y el segundo mediante una vaselina con la derecha sobre al salida del portero.

Flick se interesa por Gavi después de que recibiera un golpe en la cabeza frente al Alavés.
Flick se interesa por Gavi después de que recibiera un golpe en la cabeza frente al Alavés. / JORDI COTRINA / EPC

Acciones técnicas que desmienten que Gavi sea un futbolista tosco, una imagen proyectada desde Madrid. Fundamentada por algunas faltas alevosas, que prueban la imprudencia y la valentía de un joven liviano (mide 1,73 y pesa 70 kilos) que no se arruga. Pero difundida, también, desde que Luis Enrique le convirtiera en el debutante más joven de la historia de la selección española con 17 años y 62 días, por un enfrentamiento con el madridista Ceballos y las manifestaciones de su barcelonismo desde crío. Tenía 11 años cuando el Barça fichó del Betis a aquel niño sevillano de Los Palacios que no se ataba las botas.

Tres goles marcó en toda la pasada campaña, que comenzó para él el 20 de octubre. Fue el día de la reaparición. Frente al Sevilla (5-1). Una de las ovaciones más intensas del exilio de Montjuïc. Once meses y un día después de que se rompiera en Valladolid, jugando el España-Georgia. El percance cerró su campaña y le negó la participación en la Eurocopa, a la que acudió en los últimos días de invitado.

“Me gusta ver así a Gavi, empujando al equipo, con el brazalete”, reconoció Flick tras el partido ante el Seúl de uno de los líderes del grupo en el campo, con sus actuaciones, que no en el vestuario con la retórica. Tan directo en el césped como detrás de un micrófono. “Mucha gente se cree que no sé jugar a fútbol. No tienen ni puta idea”, dijo en abril, en su primera rueda de prensa, en respuesta a esa campaña. “Es entendible, así es el fútbol, cada uno piensa lo que quiere y está bien”, añadió inmediatamente, asumiendo que no gusta a todo el mundo y que tendrá, siempre, unos cuantos detractores.

No es el caso de su entrenador, al que ha defendido incodicionalmente pese a que le ha sentado más veces en el banquillo que no dándole la titularidad. «Hansi me está ayudando en muchos conceptos de fútbol, pero también en mi lado más humano porque siempre desde pequeño siempre he sido titular y he jugado todos los partidos y esta temporada no está siendo así”, dijo, comprensivo al ver que su reincoporación no fue tan rápida como esperaba. El entrenador abogó por su renovación en enero.

Araujo felicita a Gavi por su último gol en Corea, ante el Daegu.
Araujo felicita a Gavi por su último gol en Corea, ante el Daegu. / Valentí Enrich / SPO

El sentimiento de plenitud de Gavi era semejante al que de Ronald Araujo. El central uruguayo también dio la bienvenida a Flick desde la camilla. Este año ha comenzado la pretemporada corriendo como todos. “Todavía no han visto al mejor Ronald y es el que va a venir en estos años”, anunció Araujo, rebosante de la confianza que perdió con su tardía entrada en el equipo. Operado en julio de una lesión muscular, reapareció en enero.

Por ese trance pasa ahora Marc Bernal. Ha sido el único jugador de campo que no ha disputado ni un minuto. Está de baja, recuperándose de una rotura del ligamento cruzado anterior de la rodilla izquierda. Pronto cumplirá un año. Tiene ejemplos cerca para conservar la paciencia.

 Diario de Mallorca – Deportes

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