Europa pierde por goleada

Como si se tratase de un humillante partido de fútbol, esta semana hemos visto como Estados Unidos ha aplastado a Europa con un marcador implacable de 15-0 en la negociación arancelaria más esperada del año. Desde el primer minuto, el equipo norteamericano salió decidido al ataque imponiendo una tasa fija del 15% sobre la mayoría de las exportaciones europeas, dejando sin capacidad de reacción al viejo continente.

Por un lado, una Europa, claramente desorientada y sin estrategia definida, que apenas intentó contraatacar con tímidos reclamos diplomáticos y protestas que no generaron peligro alguno en la defensa estadounidense. Los espectadores, millones de consumidores europeos, hemos visto cómo nuestras economías eran goleadas sin compasión, especialmente en sectores clave como el automotriz, farmacéutico y tecnológico, que recibieron los impactos más duros del juego arancelario.

Mientras EE UU celebraba cada gol arancelario con contratos multimillonarios en energía e inversiones garantizadas en su territorio, Europa se conformaba con evitar una humillación aún mayor, aceptando condiciones desiguales sin apenas negociación efectiva. Ni el acero ni el aluminio han podido salvarse de los ataques arancelarios, dejando en evidencia la debilidad de un equipo europeo incapaz de responder con medidas equivalentes y, la vuelta de tuerca ha sido la obligación de la UE a comprar 750.000 millones de dólares más de energía, así como invertir 600.000 millones de dólares en EE UU, lo que puede ser una señal de que la negociación podría haber ido a peor.

Las estrellas europeas, como el aceite de oliva, el queso francés o los coches alemanes, quedaron anuladas frente al potente ataque norteamericano liderado por el entrenador Trump y su equipo económico y ni siquiera la entrada de refuerzos diplomáticos desde el banquillo en Bruselas logró cambiar el rumbo del partido. El juego de equipo de EE UU, caracterizado por un nacionalismo económico firme y una política exterior agresiva, superó fácilmente la tibieza europea y sus tácticas defensivas basadas en la conciliación y el diálogo.

En las gradas, analistas y expertos internacionales observaban con incredulidad cómo Europa perdía oportunidad tras oportunidad para reducir el daño económico, incapaz de articular una respuesta sólida y conjunta. Este marcador refleja perfectamente no solo la superioridad económica mostrada por Estados Unidos, sino también una clara derrota en términos políticos y diplomáticos para el bloque europeo.

El resultado de 15-0 representa un golpe psicológico importante para Europa, que ahora debe replantearse seriamente su estrategia de negociación internacional mientras los europeos sufriremos directamente las consecuencias pagando más caro desde automóviles hasta productos tecnológicos, pasando por bienes cotidianos que ahora enfrentarán nuevos sobrecostes derivados del aumento arancelario.

Por ahora, solo queda esperar a la revancha, aunque, viendo el panorama actual, parece difícil que Europa pueda revertir este contundente marcador pues parece no queremos enfrentamientos y estemos jugando a más a contener el daño comercial que a marcar goles. Con estos políticos europeos que tenemos, ¿quién necesita enemigos? Se supone que están ahí, cobrando sueldos de estrellas de la NBA para defender los intereses de los europeos, pero parece que buscan proteger otros intereses que desconocemos.

Sea como sea, a fin de cuentas, el precio de esta sumisión lo pagaremos los consumidores pues habremos comprado la entrada más cara de este partido que nadie quería ver.

Juan Carlos Higueras, es doctor en Economía y vicedecano de EAE Business School

 La UE es arrollada 15-0 por EE UU en una negociación arancelaria que expone su fragilidad política, su falta de liderazgo y un costoso futuro para los consumidores del Viejo Continente   

Como si se tratase de un humillante partido de fútbol, esta semana hemos visto como Estados Unidos ha aplastado a Europa con un marcador implacable de 15-0 en la negociación arancelaria más esperada del año. Desde el primer minuto, el equipo norteamericano salió decidido al ataque imponiendo una tasa fija del 15% sobre la mayoría de las exportaciones europeas, dejando sin capacidad de reacción al viejo continente.

Por un lado, una Europa, claramente desorientada y sin estrategia definida, que apenas intentó contraatacar con tímidos reclamos diplomáticos y protestas que no generaron peligro alguno en la defensa estadounidense. Los espectadores, millones de consumidores europeos, hemos visto cómo nuestras economías eran goleadas sin compasión, especialmente en sectores clave como el automotriz, farmacéutico y tecnológico, que recibieron los impactos más duros del juego arancelario.

Mientras EE UU celebraba cada gol arancelario con contratos multimillonarios en energía e inversiones garantizadas en su territorio, Europa se conformaba con evitar una humillación aún mayor, aceptando condiciones desiguales sin apenas negociación efectiva. Ni el acero ni el aluminio han podido salvarse de los ataques arancelarios, dejando en evidencia la debilidad de un equipo europeo incapaz de responder con medidas equivalentes y, la vuelta de tuerca ha sido la obligación de la UE a comprar 750.000 millones de dólares más de energía, así como invertir 600.000 millones de dólares en EE UU, lo que puede ser una señal de que la negociación podría haber ido a peor.

Las estrellas europeas, como el aceite de oliva, el queso francés o los coches alemanes, quedaron anuladas frente al potente ataque norteamericano liderado por el entrenador Trump y su equipo económico y ni siquiera la entrada de refuerzos diplomáticos desde el banquillo en Bruselas logró cambiar el rumbo del partido. El juego de equipo de EE UU, caracterizado por un nacionalismo económico firme y una política exterior agresiva, superó fácilmente la tibieza europea y sus tácticas defensivas basadas en la conciliación y el diálogo.

En las gradas, analistas y expertos internacionales observaban con incredulidad cómo Europa perdía oportunidad tras oportunidad para reducir el daño económico, incapaz de articular una respuesta sólida y conjunta. Este marcador refleja perfectamente no solo la superioridad económica mostrada por Estados Unidos, sino también una clara derrota en términos políticos y diplomáticos para el bloque europeo.

El resultado de 15-0 representa un golpe psicológico importante para Europa, que ahora debe replantearse seriamente su estrategia de negociación internacional mientras los europeos sufriremos directamente las consecuencias pagando más caro desde automóviles hasta productos tecnológicos, pasando por bienes cotidianos que ahora enfrentarán nuevos sobrecostes derivados del aumento arancelario.

Por ahora, solo queda esperar a la revancha, aunque, viendo el panorama actual, parece difícil que Europa pueda revertir este contundente marcador pues parece no queremos enfrentamientos y estemos jugando a más a contener el daño comercial que a marcar goles. Con estos políticos europeos que tenemos, ¿quién necesita enemigos? Se supone que están ahí, cobrando sueldos de estrellas de la NBA para defender los intereses de los europeos, pero parece que buscan proteger otros intereses que desconocemos.

Sea como sea, a fin de cuentas, el precio de esta sumisión lo pagaremos los consumidores pues habremos comprado la entrada más cara de este partido que nadie quería ver.

Juan Carlos Higueras, es doctor en Economía y vicedecano de EAE Business School

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