Shane Tamura justificó en una nota haber cometido los asesinatos el pasado lunes por culpa de esta enfermedad neurológica y acusaba a la NFL de ello. El 20% de los jugadores de deportes de contacto padecen, al menos, un episodio de daño cerebral traumático al año Leer Shane Tamura justificó en una nota haber cometido los asesinatos el pasado lunes por culpa de esta enfermedad neurológica y acusaba a la NFL de ello. El 20% de los jugadores de deportes de contacto padecen, al menos, un episodio de daño cerebral traumático al año Leer
Los deportes de contacto dejan huella en la salud cuando su práctica supone llevar al extremo las condiciones de quienes lo practican. Nueve de cada diez casos de encefalopatía crónica postraumática (ETC) se producen en deportistas profesionales que han sufrido conmociones cerebrales de forma repetitiva, recogen algunos estudios como apunta la Sociedad Española de Neurología (SEN).
Esta situación parece estar detrás de las muertes ocurridas en Manhattan el pasado lunes. Shane Tamura, de 27 años, mató a cuatro personas antes de quitarse la vida. En una nota escrita a mano encontrada en su billetera tras el ataque, Tamura afirmó que tenía encefalopatía traumática crónica y acusó a la NFL de ocultar los peligros de las lesiones cerebrales vinculadas a los deportes de contacto, como han apuntado los investigadores.
Según estimaciones de esta sociedad científica, entre el 10% y el 20% de todas las lesiones deportivas que se producen cada año son traumatismos craneoencefálicos y alrededor de un 20% de los jugadores de deportes de contacto padecen, al menos, un episodio de daño cerebral traumático al año, siendo los deportes donde se encuentra una mayor incidencia de este tipo de lesiones el fútbol, el fútbol americano, el rugby, el hockey, las artes marciales, la lucha libre y el boxeo.
Fue inicialmente descrita en boxeadores como «punch drunk syndrome», concretamente en 1928 por Harrison Martland, y es durante la década de los 60 cuando se acuna el término de «demencia pugilística».
Desde hace prácticamente un siglo ya se conoce la asociación el daño cerebral traumático y el desarrollo de encefalopatía traumática crónica, una enfermedad neurodegenerativa que se produce, principalmente, por haber padecido lesiones cerebrales traumáticas repetitivas en el pasado para la cual no existe un diagnóstico premórtem definitivo (hay pruebas de imagen) ni un tratamiento específico.
En cuanto a los síntomas, van a apareciendo de forma lenta señales cognitivas leves y emocionales, y progresa hacia la aparición de síntomas parkinsonianos y demencia. Su cuadro de síntomas rara vez ocurre antes de la retirada profesional de los deportistas.
Se estima que aproximadamente el 17% de los boxeadores profesionales retirados presentan ETC. En un estudio sobre esta patología realizado por la Universidad de Birmingham y auspiciado por los NIH en EEUU, se recoge que por cada año adicional de juego, el riesgo neurodegeneración aumentó un 15%.
Como explica Jesús Porta-Etessam, presidente de la SEN, «un traumatismo craneoencefálico (TCE) -o, como preferimos denominarlo, un daño cerebral traumático (DCT)- es causado por un golpe, una sacudida o un impacto en la cabeza, que interrumpe el funcionamiento normal del cerebro».
Porta-Etessam precisa que aunque no todos los golpes en la cabeza causan traumatismos, «cuando ocurre, y dependiendo de su gravedad, pueden producir desde un breve cambio en el estado mental o la conciencia, hasta períodos más largos de inconsciencia o serios problemas cerebrales después de la lesión«.
En nuestro país, cada año se producen en España más de 100.000 casos de daño cerebral traumático (la incidencia anual estimada es de más de 200 casos por cada 100.000 habitantes), y aproximadamente el 75% de los casos se dan en menores de 35 años. Aunque algo más del 60% de los casos de daño cerebral traumático, también llamados traumatismos craneoencefálicos (TCE), que se producen al año son debidos a accidentes de tráfico y a accidentes laborales, la SEN estima que al menos un 20% de los casos se deben a lesiones deportivas.
Además de las consecuencias inmediatas que puede conllevar un traumatismo craneocenfálico, «cada vez se encuentra una mayor evidencia sobre sus efectos en la salud cerebral a largo plazo», comenta el neurólogo.
«En los últimos años, se han publicado diversos estudios centrados en analizar la evolución de la salud cerebral de jugadores profesionales de deportes de contacto que en el pasado sufrieron conmociones cerebrales, encontrando numerosa evidencia científica de la relación entre los traumatismos repetitivos y el desarrollo de enfermedades neurodegenerativas en la madurez».
Son diversos los estudios que han señalado que el daño cerebral ocasionado por los golpes repetidos en la cabeza conlleva para los deportistas un riesgo superior de desarrollar a futuro otro tipo de demencias, como el alzhéimer, pero también otras enfermedades neurodegenerativas, como la enfermedad de Parkinson.
Los futbolistas profesionales tienen 3,5 veces más riesgo de desarrollar una enfermedad neurodegenerativa que el resto de la población y cinco veces más probabilidades de desarrollar alzhéimer.
Esto no solo se ha visto en las disciplinas deportivas más agresivas, como las mencionadas, sino también en otro tipo de deportes de contacto como puede ser el fútbol. «Lo que ha llevado a que la International Football Association Board ya haya recomendado la prohibición de realizar cabezazos en el futbol infantil, por riesgo de lesiones cerebrales», sostiene Porta-Etessam.
Un estudio realizado entre futbolistas suecos recientemente señalaba que, salvo los porteros, los futbolistas tenían 1,5 veces más probabilidades de desarrollar una enfermedad neurodegenerativa en comparación con la población general. Otro estudio realizado en Escocia aumentaba esta cifra, señalando que los futbolistas profesionales tienen 3,5 veces más riesgo de desarrollar una enfermedad neurodegenerativa que el resto de la población y cinco veces más probabilidades de desarrollar alzhéimer.
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