La situación económica actual en España ha sido objeto de un análisis crítico por parte de Esmeralda Gómez, asesora financiera de reconocido prestigio. Gómez ha señalado la distorsión del concepto de clase media, un hecho que, a su juicio, enmascara la verdadera precariedad que padece una parte considerable de la población española.
La experta ha ido más allá al afirmar que en nuestro país se está consolidando una «normalización de la pobreza», donde los sueldos que oficialmente se consideran medios no alcanzan para garantizar unas condiciones de vida dignas y estables. Una tesis que invita a la reflexión profunda sobre el modelo económico.
Esta visión choca frontalmente con ciertas métricas oficiales. Según datos de la OCDE, se engloba dentro de la clase media a quienes perciben entre 1.000 y 2.300 euros netos mensuales, una categorización que, para Gómez, dista mucho de la verdadera capacidad adquisitiva de los hogares.
Cuando el empleo no garantiza la prosperidad
En este contexto, la asesora Esmeralda Gómez ha subrayado la fragilidad económica de muchos ciudadanos. A pesar de que la OCDE establece que rentas entre mil y 2.300 euros netos al mes corresponden a la clase media, la experta advierte que un gran número de estos trabajadores vive con lo justo, sin margen para afrontar gastos imprevistos que superen los mil euros.
La reflexión de Gómez ahonda en la idea de que la relación entre empleo y estabilidad económica ya no es tan directa como antaño. La experta destaca que, hoy en día, no es necesario estar en paro para ser considerado una persona con serias dificultades, poniendo de manifiesto que un puesto de trabajo no siempre garantiza salir adelante.
Incluso la percepción de pertenecer a la clase alta con un sueldo superior a los 36.600 euros brutos anuales, lo que se traduciría en unos 2.290 euros netos mensuales, es desmontada por la asesora. Para ella, estas cifras no logran reflejar la compleja realidad del coste de vida en España ni la magnitud de las dificultades económicas que padece una parte sustancial de la sociedad.
Radiografía de una precariedad silenciada
Gómez insiste en que se está promoviendo una imagen de clase media que, en realidad, es totalmente ficticia, y argumenta que bajo esta fachada muchos individuos se encuentran atrapados en una dinámica de dependencia económica. Esta situación, según su análisis, convierte a estas personas en «esclavos del sistema», pues sus ingresos no les permiten una auténtica libertad financiera.
El problema, a juicio de la especialista, no se basa exclusivamente en la falta de empleo, sino en la baja calidad de los salarios actuales en el mercado laboral español. Una realidad que impide a muchos trabajadores prosperar, a pesar de su esfuerzo y dedicación diaria.
Finalmente, Esmeralda Gómez concluye que la capacidad de un puesto de trabajo para asegurar el progreso económico ha disminuido. Los sueldos, según su análisis, no han experimentado una evolución acorde con el acelerado ritmo de vida, lo que genera una brecha cada vez más profunda entre los ingresos y las necesidades básicas.
Una asesora financiera cuestiona la realidad de la clase media española y el engaño tras las cifras oficiales
La situación económica actual en España ha sido objeto de un análisis crítico por parte de Esmeralda Gómez, asesora financiera de reconocido prestigio. Gómez ha señalado la distorsión del concepto de clase media, un hecho que, a su juicio, enmascara la verdadera precariedad que padece una parte considerable de la población española.
La experta ha ido más allá al afirmar que en nuestro país se está consolidando una «normalización de la pobreza», donde los sueldos que oficialmente se consideran medios no alcanzan para garantizar unas condiciones de vida dignas y estables. Una tesis que invita a la reflexión profunda sobre el modelo económico.
Esta visión choca frontalmente con ciertas métricas oficiales. Según datos de la OCDE, se engloba dentro de la clase media a quienes perciben entre 1.000 y 2.300 euros netos mensuales, una categorización que, para Gómez, dista mucho de la verdadera capacidad adquisitiva de los hogares.
Cuando el empleo no garantiza la prosperidad
En este contexto, la asesora Esmeralda Gómez ha subrayado la fragilidad económica de muchos ciudadanos. A pesar de que la OCDE establece que rentas entre mil y 2.300 euros netos al mes corresponden a la clase media, la experta advierte que un gran número de estos trabajadores vive con lo justo, sin margen para afrontar gastos imprevistos que superen los mil euros.
La reflexión de Gómez ahonda en la idea de que la relación entre empleo y estabilidad económica ya no es tan directa como antaño. La experta destaca que, hoy en día, no es necesario estar en paro para ser considerado una persona con serias dificultades, poniendo de manifiesto que un puesto de trabajo no siempre garantiza salir adelante.
Incluso la percepción de pertenecer a la clase alta con un sueldo superior a los 36.600 euros brutos anuales, lo que se traduciría en unos 2.290 euros netos mensuales, es desmontada por la asesora. Para ella, estas cifras no logran reflejar la compleja realidad del coste de vida en España ni la magnitud de las dificultades económicas que padece una parte sustancial de la sociedad.
Radiografía de una precariedad silenciada
Gómez insiste en que se está promoviendo una imagen de clase media que, en realidad, es totalmente ficticia, y argumenta que bajo esta fachada muchos individuos se encuentran atrapados en una dinámica de dependencia económica. Esta situación, según su análisis, convierte a estas personas en «esclavos del sistema», pues sus ingresos no les permiten una auténtica libertad financiera.
El problema, a juicio de la especialista, no se basa exclusivamente en la falta de empleo, sino en la baja calidad de los salarios actuales en el mercado laboral español. Una realidad que impide a muchos trabajadores prosperar, a pesar de su esfuerzo y dedicación diaria.
Finalmente, Esmeralda Gómez concluye que la capacidad de un puesto de trabajo para asegurar el progreso económico ha disminuido. Los sueldos, según su análisis, no han experimentado una evolución acorde con el acelerado ritmo de vida, lo que genera una brecha cada vez más profunda entre los ingresos y las necesidades básicas.
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