Una revisión científica de 11 ensayos clínicos concluye que sí que hay una recuperación de los kilos perdidos con ayuda de los fármacos, que la mitad abandona al año Leer Una revisión científica de 11 ensayos clínicos concluye que sí que hay una recuperación de los kilos perdidos con ayuda de los fármacos, que la mitad abandona al año Leer
Lo más temido tras un esfuerzo en la pérdida de peso es el efecto ‘yo-yo’. «Lo peor no es ponerse a dieta, es saber que lo haces para siempre si quieres mantenerte«. Esta es la losa que cargan los pacientes con sobrepeso y obesidad. Y, «sí, son pacientes», como insiste el endocrinólogo Cristóbal Morales, «porque la obesidad es una enfermedad».
Este experto de la Sociedad Española de Obesidad (Seedo) incide en esto porque el bum de los tratamientos farmacológicos contra esta patología subraya la necesidad de un abordaje a largo plazo. «El enfoque erróneo es pensar que la obesidad es una enfermedad aguda y que se puede poner un tratamiento a corto plazo», advierte Morales.
Ahora, una revisión de 11 estudios pone el acento en la recuperación de peso tras un tratamiento farmacológico. Entre las principales conclusiones, que recoge BMC Medicine, el equipo del Hospital People de Pekín apunta que a las ocho semanas de suspender el abordaje terapéutico se produjo una recuperación significativa del peso, que se mantuvo durante 20 semanas. El cambio se midió mediante los cambios en el peso corporal y el IMC tras suspender la medicación. De los 11 estudios incluidos en el metaanálisis: siete se centraron en agonistas de los receptores de GLP-1, esto es la familia Ozempic; uno en orlistat (un fármacos que actúa sobre el sistema digestivo); dos, en fentermina-topiramato; y uno, en naltexona-bupriopion.
Se observaron diferentes recuperaciones de peso en sujetos con diferentes características. Los autores del trabajo destacan que se necesitan estudios con un seguimiento más prolongado para seguir investigando los posibles factores asociados al cambio de peso tras la interrupción del tratamiento. «El objetivo no es perder, sino es mantener un peso saludable a lo largo del tiempo», subraya Morales. «Sería un error pensar que con una intervención puntual limitada en el tiempo vamos a tener un éxito».
La cantidad de peso recuperado dependió de varios factores, como el tipo de medicación tomada por los participantes y la consistencia de su cambio de estilo de vida. Por ejemplo, los participantes que completaron un tratamiento de 36 semanas con tirzepatida, comercializado bajo el nombre de Mounjaro, recuperaron casi la mitad del peso perdido previamente tras cambiar a un placebo.
Uno de los problemas es que no hay una forma de tratamiento crónico y la mitad de los pacientes abandona la medicación al año, una vez se consolidan los primeros resultados, como apunta un estudio en Jama Network Open.
Los autores señalan que el actual metaanálisis no incluyó estudios de intervenciones en el estilo de vida ni de cirugía bariátrica, lo que reduce el grado en que podrían compararse distintos enfoques de pérdida de peso en el contexto del estudio. También recogen los casos en los que se da la recuperación de peso con otros métodos invasivos, como el baipás gástrico y la gastroplastia vertical con banda.
«Todas las dietas fracasan -dice Morales-. El cuerpo se resiste biológicamente a la pérdida de peso, el tejido graso responde con alta intensidad disminuyendo la lectina, no entra más apetito, baja el gasto metabólico y hay una resistencia biológica al cambio y una resistencia biológica para llevarnos al punto de set: alcanzar el equilibrio con el peso».
Aquí la ciencia también ha tratado de encontrar el porqué de la resistencia a olvidar los kilos perdidos. «Mantener un peso corporal reducido puede resultar más difícil debido a esa memoria molecular obesogénica, lo que significa que no es la mera falta de voluntad o la pereza lo que impide la pérdida o el mantenimiento del peso», subraya Ferdinand von Meyenn del Laboratorio de Nutrición y Epigenética Metabólica de ETH Zurich y autor de un trabajo publicado en Nature sobre la memoria celular frente a la obesidad.
Por eso, en el camino hacia mantenerse en el peso ideal, «hay que acompañar al paciente para sostener el estilo de vida saludable a lo largo del tiempo», explica el endocrino. Sobre los fármacos denominados «milagro», los famosos GLP-1, reconoce que sirven para que la incorporación de los hábitos saludables sea más sencilla, al tiempo que los define como «es un antídoto a la vida moderna».
Morales contextualiza esta afirmación: «Nuestra programación genética está diseñada para ahorrar energía, evolutivamente no hemos sabido adaptarnos al entorno obesogénico en el cual nos movemos y lógicamente no es fácil».
Salud // elmundo