El tobillo izquierdo de Musiala se quebró de mala manera en la última jugada del primer tiempo. Se rompió con una grave lesión, que provocó, además, las desconsoladas lágrimas de Donnarumma, el portero del Paris SG, quien participó, y de manera involuntaria, en tan dramática acción. Se tiró el meta italiano a por el balón y ese tobillo izquierdo del joven talento del Bayern Múnich quedó atrapado en su inmenso cuerpo doblándose para desesperación de compañeros y rivales. El tobillo izquierdo de Musiala se quebró de mala manera en la última jugada del primer tiempo. Se rompió con una grave lesión, que provocó, además, las desconsoladas lágrimas de Donnarumma, el portero del Paris SG, quien participó, y de manera involuntaria, en tan dramática acción. Se tiró el meta italiano a por el balón y ese tobillo izquierdo del joven talento del Bayern Múnich quedó atrapado en su inmenso cuerpo doblándose para desesperación de compañeros y rivales.
El tobillo izquierdo de Musiala se quebró de mala manera en la última jugada del primer tiempo. Se rompió con una grave lesión, que provocó, además, las desconsoladas lágrimas de Donnarumma, el portero del Paris SG, quien participó, y de manera involuntaria, en tan dramática acción. Se tiró el meta italiano a por el balón y ese tobillo izquierdo del joven talento del Bayern Múnich quedó atrapado en su inmenso cuerpo doblándose para desesperación de compañeros y rivales.
Ganó, y sufriendo, el PSG porque el tanto de Doué, todo un tesoro visto su pobre encuentro, quedó condicionado porque terminó con nueve jugadores por la imprudencia de dos defensas (Pacho y Lucas Hernández) que se tomaron la justicia por su mano. Y en ese delicado paisaje emergió la decisiva figura del suplente Dembélé, que salió en la segunda mitad, para rubricar el 2-0 después de que segundos antes estrellara un balón en el travesaño.
Y el tobillo de Doué, que se dobló para burlarse de la defensa alemana antes de firmar un soberbio disparo desde fuera del área, metió al PSG en la semifinal del Mundial de clubs tras terminar con nueve jugadores por las expulsiones de Pacho y Lucas Hernández, que se perderán tan decisivo duelo.
Roja directa para los dos defensas del conjunfo francés en el tramo final del partido, resuelto, al final, por la puntería de Dembélé. De nada le valieron los dos tantos del Bayern(Upamecano en la primera mitad; Kane, en la segunda), ambos anulados por fuera de juego.
El partido estaba siendo soso hasta que ocurrió la grave lesión de Musiala. Mucho nombre, con un cartel digno (PSG-Bayern) de una realista final de Champions, pero poco fútbol. Demasiado poco para tantos estrellas, convertidos los grandes protagonistas del duelo los dos porteros.
Donnarumma, con un par de intervenciones prodigiosas, mantuvo de pie al equipo de Luis Enrique, quien decidió dejar inicialmente en el banquillo a Dembélé, su líder y gran candidato al Balón de Oro.
Si el meta italiano estuvo preciso y lúcido tampoco se quedó atrás Neuer, el símbolo del fútbol alemán. Tuvo menos trabajo que su colega italiano, pero Neuer lo resolvió con solvencia y autoridad frenando hasta en dos ocasiones al venenoso Kvaratskhelia, el delantero más incisivo del actual campeón de Europa. Tanto en la primera mitad como en la segunda dejando hermosas y eficaces paradas.
Fue soso el encuentro de los cuartos de final del Mundial de clubs porque no tuvo ritmo ni intensidad. Se jugaba todo a cámara lenta, desprovisto el PSG de su tradicional capacidad para presionar y robar. Era un equipo terrenal, sin alma, sin energía.
Y el Bayern detectó esa debilidad rápidamente generando peligro hurgando en las bandas (ni Akimi ni Nuno Mendes eran los que han sido) hasta llegar con cierta comodidad al área de Donnaruma. Hubo incluso un gol anulado a Upamecano, cabeceó estando en fuera de juego, hasta que en la última jugada del primer tiempo llegó el drama.

Se tiró el portero del PSG al suelo para atrapar el balón, ya en el último suspiro del primer acto, cuando el tobillo izquierdo de Musiala, el joven talento del Bayern Múnich, se quedó enredado. Atrapado en el gigantesco cuerpo de Donnarumma con tan mala desgracia que se quebró ese tobillo izquierdo. El delantero bávaro supo al instante de la gravedad de la lesión; Donnarumma, también.
Se puso a llorar el meta italiano de forma desconsolada, consciente de lo que le pasaba a su colega, atendido por los médicos del Bayern. Los jugadores, todos, se echaban las manos a la cabeza, mientras las lágrimas seguían desfilando por el rostro del aturdido portero del conjunto parisino.
Era, y sin duda alguna, el partido de los guardametas. En lo bueno (dos grandes paradas de Donnarumma; otras dos grandes acciones de Neuer) y, además, en lo malo porque de manera involuntaria ese tobillo izquierdo de Musiala crujió cuando peleaba por el balón con el italiano.
Y mal estaba también Neuer, quien con suficiencia se sacó un despeje ya desde fuera del área. Pero lo hizo con torpeza porque topó con el cuerpo de Kvaratskhelia, dejando el balon a Dembélé, quien se encontró con la ocasión de su vida. Tiró sin portero, pero la pelota caminó lentamente sin encontrar la dirección adecuada. Se marchó fuera.
Doué, en cambio, sí que acertó en su disparo desde fuera del área aprovechando el trabajo solidario previo de Joao Neves. Ese gol del joven talento del PSG le abre las puertas de la semifinal del Mundial de clubs. Y cuando peor lo pasaba el equipo de Luis Enrique apareció Dembélé para lograr el 2-0 de la tranquilidad dentro de unos volcánicos minutos finales donde Pacho y Lucas Hernández se perdieron la posibilidad, al ser expulsados ambos, de jugar la semifinal.
Diario de Mallorca – Deportes