‘El poe’ ya tiene obra póstuma con ‘Barlovento’

No quiere que las palabras de Antonio Fernández se las lleve el viento. Tampoco desea que el sueño del escritor siga en el tintero. Vicente Álvarez busca, en resumidas cuentas, que no quede en el olvido ese amigo y plumilla que pasó por El Faro de Ceuta.

Sus relatos han visto la luz más de veinte años después de su muerte. ‘Barlovento’, obra póstuma que recopila todos sus textos, se ha dado a conocer en sociedad este martes en la biblioteca Adolfo Suárez.

El impulsor del proyecto ha logrado este título tras un proceso de búsqueda y de selección. No ha estado solo por el camino. Su esposa, María del Carmen, le ha echado un cable en esas densas tardes de buceos entre papeles. Sus hijos también han contribuido con su granito de arena. Han pasado los textos del formato físico al digital.

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‘Barlovento’

El paso a paso de su confección no ha sido sencillo. Como ocurre con muchos otros artistas, los escritos del tarifeño eran caóticos y estaban redactados a trozos o por partes. “No era muy constante. Lo mismo escribía un relato y a los seis meses otro”, ha comentado.

El nombre bajo el que se ampara toda su prolífica producción no es casual. Fue elegido en vida por el propio Antonio que, poco antes de partir de este mundo, expresó su anhelo acerca de la obra a Vicente.

No era el único proyecto tenía en mente. Su idea era redactar tres, en concreto, una novela, una colección de sus textos periodísticos y este tercero que, finalmente, ha salido adelante tras años de trabajo.

‘Barlovento’ tuvo su oportunidad cuando Antonio vivía. Su amigo y dibujante, en esa ocasión, también colaboró, pero con sus ilustraciones. Después de organizar a un grupo, contactar con un editor y tenerlo todo atado, “todo desapareció”, tal y como ha trasladado.

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‘El poe’

Fernández llevaba consigo a todas partes un apodo, ‘el poe’. El sobrenombre le venía que ni pintado, pero tenía uno u otro significado según quien lo viera. Era el diminutivo de ‘poeta’ para sus vecinos en el barrio de O’Donnell, pero, para sus compañeros, era una alusión a Edgar Alan Poe.

La vida de Antonio siempre ha estado irremediablemente ligada a Ceuta. Incluso cuando decidió buscar otro camino y poner rumbo a otras ciudades, regresó. El plumilla, antes de ser periodista, probó en otros oficios, pero nunca le llenaron.

Su alma libre lo condujo a Alemania y Bélgica e incluso a Estepona, donde tiraba redes. Aunque no se veía del todo como pescador, el mar era su gran predilección. Conquistado por él, todas sus piezas versan sobre su extenso azul.

Vuelta a casa

Al igual que le era inevitable escribir sobre el océano, lo era también permanecer lejos de la tierra que lo crió. Fernández volvió a la ciudad, donde tuvo un periodo de su vida más estable.

Fue donde empezó a surcar las líneas de los periódicos. Tuvo un siguiente salto a Madrid, donde conoció a través de las tertulias de la cafetería Pelayo a grandes personalidades.

Se nutrió de otros pensadores y literatos como, por ejemplo, Mario Vargas Llosa. Allí también ejerció como periodista. Su siguiente destino fue Sevilla hasta que, de nuevo, desembarcó en este rincón del norte de África.

Juan García fue su mentor en la capital española y Manuel Alonso en su perla del Mediterráneo. El autor y militar vallisoletano “fue muy importante en su vida”, ha mencionado el ilustrador. “Le prestaba libros, le regalaba diccionarios. Él decía que era como un padrastro”.

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La vida con Antonio

Más allá de su faceta artística y de su obra, era querido por los ceutíes. Dejó huella y prueba de ello ha sido la gran afluencia de público en la presentación del libro. “Era una bellísima persona y un escritor muy prolífico”, ha señalado.

“Tocaba los temas de una forma muy sencilla y de un modo que conseguía llegar al público. Era un autor del pueblo para el pueblo”, ha asegurado. Vicente compartió gran parte de su vida con él.

Las experiencias vividas son incontables. Le ha resultado difícil elegir una. “Cada día era una aventura.  Era una anécdota.  No podría escoger porque tengo cientos”, ha indicado.

“Recuerdo aquella vez que llegamos a mi casa tras un premio. Siempre estábamos a dos velas. Cuando estábamos ahí, él lo estaba y yo más o menos igual”, ha rememorado. “Lancé los billetes. ‘Aquí no hay problemas de dinero’, dije. El perro empezó a comérselo todo. Estuvimos toda la tarde pegando los billetes con fiso”, ha narrado.

La entrada ‘El poe’ ya tiene obra póstuma con ‘Barlovento’ aparece primero en El Faro de Ceuta.

 No quiere que las palabras de Antonio Fernández se las lleve el viento. Tampoco desea que el sueño del escritor siga en el tintero. Vicente Álvarez busca, en resumidas cuentas, que no quede en el olvido ese amigo y plumilla que pasó por El Faro de Ceuta. Sus relatos han visto la luz más de
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No quiere que las palabras de Antonio Fernández se las lleve el viento. Tampoco desea que el sueño del escritor siga en el tintero. Vicente Álvarez busca, en resumidas cuentas, que no quede en el olvido ese amigo y plumilla que pasó por El Faro de Ceuta.

Sus relatos han visto la luz más de veinte años después de su muerte. ‘Barlovento’, obra póstuma que recopila todos sus textos, se ha dado a conocer en sociedad este martes en la biblioteca Adolfo Suárez.

El impulsor del proyecto ha logrado este título tras un proceso de búsqueda y de selección. No ha estado solo por el camino. Su esposa, María del Carmen, le ha echado un cable en esas densas tardes de buceos entre papeles. Sus hijos también han contribuido con su granito de arena. Han pasado los textos del formato físico al digital.

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‘Barlovento’

El paso a paso de su confección no ha sido sencillo. Como ocurre con muchos otros artistas, los escritos del tarifeño eran caóticos y estaban redactados a trozos o por partes. “No era muy constante. Lo mismo escribía un relato y a los seis meses otro”, ha comentado.

El nombre bajo el que se ampara toda su prolífica producción no es casual. Fue elegido en vida por el propio Antonio que, poco antes de partir de este mundo, expresó su anhelo acerca de la obra a Vicente.

No era el único proyecto tenía en mente. Su idea era redactar tres, en concreto, una novela, una colección de sus textos periodísticos y este tercero que, finalmente, ha salido adelante tras años de trabajo.

‘Barlovento’ tuvo su oportunidad cuando Antonio vivía. Su amigo y dibujante, en esa ocasión, también colaboró, pero con sus ilustraciones. Después de organizar a un grupo, contactar con un editor y tenerlo todo atado, “todo desapareció”, tal y como ha trasladado.

‘El poe’

Fernández llevaba consigo a todas partes un apodo, ‘el poe’. El sobrenombre le venía que ni pintado, pero tenía uno u otro significado según quien lo viera. Era el diminutivo de ‘poeta’ para sus vecinos en el barrio de O’Donnell, pero, para sus compañeros, era una alusión a Edgar Alan Poe.

La vida de Antonio siempre ha estado irremediablemente ligada a Ceuta. Incluso cuando decidió buscar otro camino y poner rumbo a otras ciudades, regresó. El plumilla, antes de ser periodista, probó en otros oficios, pero nunca le llenaron.

Su alma libre lo condujo a Alemania y Bélgica e incluso a Estepona, donde tiraba redes. Aunque no se veía del todo como pescador, el mar era su gran predilección. Conquistado por él, todas sus piezas versan sobre su extenso azul.

Vuelta a casa

Al igual que le era inevitable escribir sobre el océano, lo era también permanecer lejos de la tierra que lo crió. Fernández volvió a la ciudad, donde tuvo un periodo de su vida más estable.

Fue donde empezó a surcar las líneas de los periódicos. Tuvo un siguiente salto a Madrid, donde conoció a través de las tertulias de la cafetería Pelayo a grandes personalidades.

Se nutrió de otros pensadores y literatos como, por ejemplo, Mario Vargas Llosa. Allí también ejerció como periodista. Su siguiente destino fue Sevilla hasta que, de nuevo, desembarcó en este rincón del norte de África.

Juan García fue su mentor en la capital española y Manuel Alonso en su perla del Mediterráneo. El autor y militar vallisoletano “fue muy importante en su vida”, ha mencionado el ilustrador. “Le prestaba libros, le regalaba diccionarios. Él decía que era como un padrastro”.

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La vida con Antonio

Más allá de su faceta artística y de su obra, era querido por los ceutíes. Dejó huella y prueba de ello ha sido la gran afluencia de público en la presentación del libro. “Era una bellísima persona y un escritor muy prolífico”, ha señalado.

“Tocaba los temas de una forma muy sencilla y de un modo que conseguía llegar al público. Era un autor del pueblo para el pueblo”, ha asegurado. Vicente compartió gran parte de su vida con él.

Las experiencias vividas son incontables. Le ha resultado difícil elegir una. “Cada día era una aventura.  Era una anécdota.  No podría escoger porque tengo cientos”, ha indicado.

“Recuerdo aquella vez que llegamos a mi casa tras un premio. Siempre estábamos a dos velas. Cuando estábamos ahí, él lo estaba y yo más o menos igual”, ha rememorado. “Lancé los billetes. ‘Aquí no hay problemas de dinero’, dije. El perro empezó a comérselo todo. Estuvimos toda la tarde pegando los billetes con fiso”, ha narrado.

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 Cultura y Tradiciones – El Faro de Ceuta 

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