El Gobierno consumó durante este año una larga lista de instituciones públicas «ocupadas» por el sanchismo, que culminó en los últimos estertores del año con el «asalto» a la cúpula del Banco de España. Una institución que había permanecido con independencia pese al color del Ejecutivo de turno y que ganó un gran prestigio con Pablo Hernández de Cos al frente. La entronización de José Luis Escrivá como gobernador del supervisor bancario fue justificado por el ministro Bolaños como un paso «necesario para seguir gobernando tres años más». Claro y conciso. Aunque se olvidó de añadirle otros tres, los que corresponden a su mandato completo.
Pedro Sánchez rompía así con la tradición no escrita que establece que el Gobierno elige al gobernador y el principal partido de la oposición decide el nombre del subgobernador. Las negociaciones celebradas entre ambos partidos desde antes de verano para tratar de pactar los nombres no fructificaron por la imposición de Escrivá, lo que provocó la ruptura de la mesa y el rechazo del PP. A partir de ahí, el presidente tomó la decisión unilateral de elevar a Escrivá. El propio vicepresidente del Banco Central Europeo (BCE), Luis de Guindos, lamentó que el nombramiento haya roto un «pacto no escrito entre caballeros» positivo para las instituciones.
El ministro de Economía, Carlos Cuerpo, defendió también esta decisión agarrado a que la Ley de Autonomía del Banco de España establece en su artículo 24.1 que el gobernador será nombrado por el Rey a propuesta del presidente del Gobierno, entre quienes sean españoles y tengan reconocida competencia en asuntos monetarios o bancarios, «requisitos que cumple Escrivá como candidato idóneo» gracias a su «cualificación técnica, reconocida, acreditada» y a su «experiencia y conocimiento de las instituciones europeas», aunque advirtió de que el nuevo gobernador «deberá afrontar los nuevos retos que vienen, que no serán nada fáciles».
Pero el nuevo gobernador no necesitaba que nadie defendiera su cargo. Ya se encargó él mismo de asegurar en tercera persona que «si se tiene un ministro que tiene una trayectoria de banquero central, que ha estado en distintas instituciones internacionales y que es funcionario del Banco de España, pues es lógico el nombramiento». Sin rodeos, ni atajos y después de negar que exigiera por propia iniciativa al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, que le entregara el puesto de gobernador del Banco de España, aunque sí reconoció que hubo muchas conversaciones e «idas y venidas» sobre el tema durante el último año. «Soy funcionario del Banco de España, es lógico que haya intercambiado conmigo alguna opinión».
No lo vio así el PP, que calificó el nombramiento de «inaudito» para que Escrivá vaya a fiscalizar su propia gestión e el Gobierno «Es una auténtica perversión», aseguró el portavoz popular, Borja Sémper, que insistió en que «el señor Escrivá va a ser gobernador del Banco de España y va a fiscalizar la gestión del propio señor Escrivá, cuando él era ministro».
Sánchez rompió un «pacto de caballeros» e impuso a un peso pesado de su Gobierno, poniendo en juego el buen nombre ganado con De Cos
El Gobierno consumó durante este año una larga lista de instituciones públicas «ocupadas» por el sanchismo, que culminó en los últimos estertores del año con el «asalto» a la cúpula del Banco de España. Una institución que había permanecido con independencia pese al color del Ejecutivo de turno y que ganó un gran prestigio con Pablo Hernández de Cos al frente. La entronización de José Luis Escrivá como gobernador del supervisor bancario fue justificado por el ministro Bolaños como un paso «necesario para seguir gobernando tres años más». Claro y conciso. Aunque se olvidó de añadirle otros tres, los que corresponden a su mandato completo.
Pedro Sánchez rompía así con la tradición no escrita que establece que el Gobierno elige al gobernador y el principal partido de la oposición decide el nombre del subgobernador. Las negociaciones celebradas entre ambos partidos desde antes de verano para tratar de pactar los nombres no fructificaron por la imposición de Escrivá, lo que provocó la ruptura de la mesa y el rechazo del PP. A partir de ahí, el presidente tomó la decisión unilateral de elevar a Escrivá. El propio vicepresidente del Banco Central Europeo (BCE), Luis de Guindos, lamentó que el nombramiento haya roto un «pacto no escrito entre caballeros» positivo para las instituciones.
El ministro de Economía, Carlos Cuerpo, defendió también esta decisión agarrado a que la Ley de Autonomía del Banco de España establece en su artículo 24.1 que el gobernador será nombrado por el Rey a propuesta del presidente del Gobierno, entre quienes sean españoles y tengan reconocida competencia en asuntos monetarios o bancarios, «requisitos que cumple Escrivá como candidato idóneo» gracias a su «cualificación técnica, reconocida, acreditada» y a su «experiencia y conocimiento de las instituciones europeas», aunque advirtió de que el nuevo gobernador «deberá afrontar los nuevos retos que vienen, que no serán nada fáciles».
Pero el nuevo gobernador no necesitaba que nadie defendiera su cargo. Ya se encargó él mismo de asegurar en tercera persona que «si se tiene un ministro que tiene una trayectoria de banquero central, que ha estado en distintas instituciones internacionales y que es funcionario del Banco de España, pues es lógico el nombramiento». Sin rodeos, ni atajos y después de negar que exigiera por propia iniciativa al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, que le entregara el puesto de gobernador del Banco de España, aunque sí reconoció que hubo muchas conversaciones e «idas y venidas» sobre el tema durante el último año. «Soy funcionario del Banco de España, es lógico que haya intercambiado conmigo alguna opinión».
No lo vio así el PP, que calificó el nombramiento de «inaudito» para que Escrivá vaya a fiscalizar su propia gestión e el Gobierno «Es una auténtica perversión», aseguró el portavoz popular, Borja Sémper, que insistió en que «el señor Escrivá va a ser gobernador del Banco de España y va a fiscalizar la gestión del propio señor Escrivá, cuando él era ministro».
Noticias de Economía Nacional e Internacional en La Razón