Daron Acemoglu, reconocido economista turco-estadounidense y profesor en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), es una de las voces con mayor relevancia en el análisis económico actual. Galardonado con el Premio Fronteras del Conocimiento de la Fundación BBVA y señalado como Nobel de Economía por esta casa, su obra ha resultado fundamental para comprender las dinámicas del capitalismo contemporáneo.
Tras examinar las razones detrás del éxito o fracaso de las naciones en su obra seminal Por qué fracasan las naciones, Acemoglu ha dirigido ahora su atención hacia un actor que considera aún más determinante que los propios Estados: las grandes empresas tecnológicas.
La preocupación del economista trasciende lo puramente monetario, adentrándose en el ámbito institucional y democrático, dada la capacidad de estas corporaciones para influir en los pilares mismos de la sociedad moderna.
El ascenso preocupante de la «plutocracia algorítmica»
El profesor Acemoglu sostiene que gigantes como Google, Amazon, Meta o Microsoft no solo amasan considerables beneficios económicos, sino que también ejercen un control sobre aspectos fundamentales de la vida contemporánea. Estas entidades definen «las fibras mismas de nuestra sociedad», determinando cómo se accede a la información, se establecen relaciones personales y se toman decisiones políticas y sociales, según se recoge en La Vanguardia.
El modelo de negocio dominante de estas compañías se ha asentado, a su juicio, en una «economía de la vigilancia» que erosiona derechos fundamentales. La inteligencia artificial, en particular, ha sido orientada por las grandes tecnológicas hacia la consolidación de su poder, mediante la recolección masiva de datos y la oferta de productos que incrementan la dependencia de los usuarios.
Esta situación ha derivado en que el desarrollo tecnológico, que prometía ampliar las oportunidades para todos, haya terminado concentrando poder y riqueza en manos de unas pocas corporaciones que, según Acemoglu, no rinden cuentas ante la sociedad en general.
El economista advierte que esta acumulación de poder pone en riesgo el equilibrio democrático. Cuando un número limitado de empresas dicta qué se consume, qué se lee o cómo se gestionan los servicios públicos, no se está operando en una economía de mercado libre, sino en lo que él denomina una «plutocracia algorítmica».
Una hoja de ruta para reorientar el rumbo tecnológico
Lejos de adoptar una postura catastrofista, Acemoglu insiste en que todavía existe la posibilidad de corregir el rumbo. Su propuesta es clara: es imperativo redirigir la tecnología hacia objetivos que beneficien a la mayoría de la población y restaurar los mecanismos de control democrático.
En su reciente libro Power and Progress, escrito junto a Simon Johnson, el economista subraya que la historia ofrece múltiples ejemplos donde el avance técnico no garantizó automáticamente mejoras sociales. El progreso tecnológico, sostiene, puede ser una bendición o una maldición, dependiendo de cómo se gestione y se gobierne.
Por ello, Acemoglu aboga por una regulación más estricta y por reforzar la función del Estado como garante del interés público. La sociedad precisa de gobiernos robustos, ciudadanos informados y un debate democrático sobre la dirección que debe tomar la tecnología.
Frente al entusiasmo inicial por la expansión de internet, las redes sociales y la inteligencia artificial, Acemoglu ofrece una perspectiva crítica pero con esperanza. Aún estamos a tiempo, concluye, de construir una infraestructura digital que fortalezca las libertades en lugar de limitarlas.
Un influyente economista alerta sobre el creciente poder de las grandes tecnológicas y su papel en la configuración de la sociedad y la democracia
Daron Acemoglu, reconocido economista turco-estadounidense y profesor en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), es una de las voces con mayor relevancia en el análisis económico actual. Galardonado con el Premio Fronteras del Conocimiento de la Fundación BBVA y señalado como Nobel de Economía por esta casa, su obra ha resultado fundamental para comprender las dinámicas del capitalismo contemporáneo.
Tras examinar las razones detrás del éxito o fracaso de las naciones en su obra seminal Por qué fracasan las naciones, Acemoglu ha dirigido ahora su atención hacia un actor que considera aún más determinante que los propios Estados: las grandes empresas tecnológicas.
La preocupación del economista trasciende lo puramente monetario, adentrándose en el ámbito institucional y democrático, dada la capacidad de estas corporaciones para influir en los pilares mismos de la sociedad moderna.
El ascenso preocupante de la «plutocracia algorítmica»
El profesor Acemoglu sostiene que gigantes como Google, Amazon, Meta o Microsoft no solo amasan considerables beneficios económicos, sino que también ejercen un control sobre aspectos fundamentales de la vida contemporánea. Estas entidades definen «las fibras mismas de nuestra sociedad», determinando cómo se accede a la información, se establecen relaciones personales y se toman decisiones políticas y sociales, según se recoge en La Vanguardia.
El modelo de negocio dominante de estas compañías se ha asentado, a su juicio, en una «economía de la vigilancia» que erosiona derechos fundamentales. La inteligencia artificial, en particular, ha sido orientada por las grandes tecnológicas hacia la consolidación de su poder, mediante la recolección masiva de datos y la oferta de productos que incrementan la dependencia de los usuarios.
Esta situación ha derivado en que el desarrollo tecnológico, que prometía ampliar las oportunidades para todos, haya terminado concentrando poder y riqueza en manos de unas pocas corporaciones que, según Acemoglu, no rinden cuentas ante la sociedad en general.
El economista advierte que esta acumulación de poder pone en riesgo el equilibrio democrático. Cuando un número limitado de empresas dicta qué se consume, qué se lee o cómo se gestionan los servicios públicos, no se está operando en una economía de mercado libre, sino en lo que él denomina una «plutocracia algorítmica».
Una hoja de ruta para reorientar el rumbo tecnológico
Lejos de adoptar una postura catastrofista, Acemoglu insiste en que todavía existe la posibilidad de corregir el rumbo. Su propuesta es clara: es imperativo redirigir la tecnología hacia objetivos que beneficien a la mayoría de la población y restaurar los mecanismos de control democrático.
En su reciente libro Power and Progress, escrito junto a Simon Johnson, el economista subraya que la historia ofrece múltiples ejemplos donde el avance técnico no garantizó automáticamente mejoras sociales. El progreso tecnológico, sostiene, puede ser una bendición o una maldición, dependiendo de cómo se gestione y se gobierne.
Por ello, Acemoglu aboga por una regulación más estricta y por reforzar la función del Estado como garante del interés público. La sociedad precisa de gobiernos robustos, ciudadanos informados y un debate democrático sobre la dirección que debe tomar la tecnología.
Frente al entusiasmo inicial por la expansión de internet, las redes sociales y la inteligencia artificial, Acemoglu ofrece una perspectiva crítica pero con esperanza. Aún estamos a tiempo, concluye, de construir una infraestructura digital que fortalezca las libertades en lugar de limitarlas.
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