Desde 1975, solo se han registrado cuatro olas de calor en la Península que hayan durado 10 o más días, como está previsto que ocurra con el actual episodio de temperaturas extremas. Según los datos de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), hubo una de 16 días en 2003, una de 26 en 2015, otra de 16 en 2022 y una última de 18 también en 2022. Que estos fenómenos se alarguen tanto ha sido muy extraordinario en el pasado, pero que cada vez lo sean menos resulta una señal inequívoca del cambio climático.
Según la Aemet, los españoles de final de siglo vivirán entre 60 y 77 días al año de estos fenómenos de temperaturas extremas si no se toman medidas decididas contra el cambio climático
Desde 1975, solo se han registrado cuatro olas de calor en la Península que hayan durado 10 o más días, como está previsto que ocurra con el actual episodio de temperaturas extremas. Según los datos de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), hubo una de 16 días en 2003, una de 26 en 2015, otra de 16 en 2022 y una última de 18 también en 2022. Que estos fenómenos se alarguen tanto ha sido muy extraordinario en el pasado, pero que cada vez lo sean menos resulta una señal inequívoca del cambio climático.
A pesar de la complejidad para seguir las alteraciones en el clima, lo cierto es que con las olas de calor ahora en los veranos cualquier habitante de España está siendo testigo directo del calentamiento del planeta, pues está experimentando unos eventos de calor extremo cada vez más frecuentes, duraderos, extensos e intensos. Y toda la población puede hacerse una idea muy clara de lo que esto significa para el futuro.
Como detalla José Ángel Núñez Mora, jefe de Climatología de la Aemet en la Comunidad Valenciana, desde 1975 el número de días de ola calor vividos en promedio al año en el país aumenta a un ritmo de 3,3 días adicionales por década. En la actualidad, los españoles se enfrentan ya anualmente a 22 de estos días de calor extremo. En un escenario optimista, los que vivan a final de siglo tendrán que vérselas con 47, más del doble, pero si las cosas van peor, esta cifra puede subir a 60 o 77. “Más de uno de cada cinco días del año sería de ola calor en España a final de siglo si no se avanza en el mundo de forma decidida en la transición del actual modelo energético hacia otro sin emisiones de gases de efecto invernadero”, concluye el meteorólogo.

Los datos de la Aemet muestran que desde 1975 se han producido 75 olas de calor en la Península y Baleares (sin incluir las dos que llevamos este verano), y 57 en Canarias. Si alguien tiene la sensación de que sus veranos empiezan a perder encanto por cada vez más olas de calor, los registros le dan la razón. En los años 70 y 80, había una o dos, como mucho, o incluso podía no haber ninguna. Sin embargo, en la última década se registran ya cada año tres, cuatro o más. En 2017, fueron cinco.
Cuando se mira el número de días en ola de calor al año, el aumento es claro y estadísticamente significativo. “Como son justo 50 años, podemos ver la gran diferencia entre la primera mitad de la serie (1975-1999) y la segunda (2000-2024). Hasta 1999 hubo 129 días en ola de calor, mientras que entre 2000 y 2024 hubo 293, más del doble”, destaca Núñez Mora.

En lo que respecta a su duración, el episodio de calor extremo más largo registrado hasta la fecha es el de 2015, que se prolongó del 27 de junio al 22 de julio, 26 días. Esta ola resultó eterna, pero su incidencia fue menos extraordinaria: afectó a un máximo de 30 provincias y la temperatura máxima en promedio alcanzada fue de 37,6 grados (con una anomalía de 3,4° sobre los valores de referencia).
Por definición, para que un episodio de temperaturas extremas sea considerada una ola de calor por la Aemet, este debe prolongarse al menos durante tres días consecutivos, además de que como mínimo el 10% de las estaciones meteorológicas de referencia en el país deben registrar temperaturas por encima del percentil 95 de su serie histórica de máximas diarias de los meses de julio y agosto entre 1971 y 2000. Pero desde 2015 estos fenómenos no han bajado nunca de cinco días, siendo la duración media de 10,6 días.

En lo que respecta a su extensión, estos fenómenos meteorológicos también impactan cada vez en un mayor número de provincias. En concreto, desde 1975 su incidencia va aumentando a un ritmo de 3,2 provincias adicionales por década. Como recalca Nuñez Mora, entre 1975 y 1999 el máximo de provincias afectadas por una ola de calor fueron 36 en el año 1989, entre 2000 y 2024 la cifra de 36 provincias afectadas se ha alcanzado en seis ocasiones. Y el récord se produjo en 2022, con 44 provincias.
Eso ocurrió entre el 9 y el 26 de julio de hace solo tres años y ha sido el segundo episodio más grave en duración (18 días), el primero en extensión por provincias y el primero en intensidad, llegando a una temperatura máxima en promedio de 38,1 °C (con una anomalía 4,5° respecto a los valores de referencia). La Aemet estima que la intensidad de estos fenómenos está también incrementándose, a un ritmo de 0,26 °C por década.
Aquella ola de calor de 2022 está considerada la peor registrada hasta ahora en España. Sin embargo, mientras sigan aumentando en la atmósfera las emisiones que causan el calentamiento del planeta, la previsión es que estos eventos extremos sigan intensificándose.
“Si la temperatura media sigue ascendiendo en España, las olas de calor, los días de ola de calor, la extensión y la intensidad seguirán aumentando, pero la dimensión de ese aumento está en nuestras manos”, reflexiona el meteorólogo.
Feed MRSS-S Noticias