Takuma Asano tiene que dar un paso adelante. Después de una primera temporada de aclimatación con más sombras que luces, el japonés tiene que demostrar que tiene un nivel suficiente como para marcar las diferencias en el equipo de Jagoba Arrasate. Cuenta con la confianza y, sin tener competencia, su puesto en el once está asegurado. Es el único extremo derecho de la plantilla y, a falta de fichajes en esa posición, solo él es capaz de correr al espacio y de encarar a su par. Takuma Asano tiene que dar un paso adelante. Después de una primera temporada de aclimatación con más sombras que luces, el japonés tiene que demostrar que tiene un nivel suficiente como para marcar las diferencias en el equipo de Jagoba Arrasate. Cuenta con la confianza y, sin tener competencia, su puesto en el once está asegurado. Es el único extremo derecho de la plantilla y, a falta de fichajes en esa posición, solo él es capaz de correr al espacio y de encarar a su par.
Takuma Asano tiene que dar un paso adelante. Después de una primera temporada de aclimatación con más sombras que luces, el japonés tiene que demostrar que tiene un nivel suficiente como para marcar las diferencias en el equipo de Jagoba Arrasate. Cuenta con la confianza y, sin tener competencia, su puesto en el once está asegurado. Es el único extremo derecho de la plantilla y, a falta de fichajes en esa posición, solo él es capaz de correr al espacio y de encarar a su par.
Es cierto que fue importante, pero cuando tuvo continuidad se lesionó. Y eso supuso un dolor de cabeza para el de técnico vasco porque no tenía ningún perfil similar en la plantilla salvo Chiquinho y Valery, que prácticamente no jugaron. Este año la situación ha cambiado porque todo apunta a que, al menos uno entre Javi Llabrés y Daniel Luna, continuará en la plantilla, pero sin quitar protagonismo al japonés.
Asano debe mejorar su condición física. Jugó 21 de los 38 partidos de Liga porque se lesionó dos veces la temporada pasada, una en la primera vuelta y otra, en la segunda. Y a eso hay que ponerle remedio porque, cuando se convirtió en imprescindible, se alejó varias semanas de los terrenos de juego, sobre todo en la recta final del campeonato.
Comenzó de titular la temporada 24/25 antes del primer parón. Se marchó con Japón-solo jugó ocho minutos- y dos partidos después se lesionó en los isquiotibiales. Se esperaba que, más o menos en un mes volviera, pero su ausencia se alargó a casi los tres meses por culpa de una recaída en un amistoso. Entró paulatinamente de nuevo en el once durante enero y febrero por precaución a otra recaída hasta que, contra Las Palmas, regresó de nuevo a la titularidad.
El equipo notó su entrada. Dejó atrás un 2025 nefasto y ganó su primer partido del año con él de titular. Trajo aire nuevo porque, sobre todo, dio una posibilidad extra a Arrasate que antes no tenía. Muriqi encontró a un buen aliado y las defensas rivales a una amenaza que dejó de ser posicional y que corría a los espacios, capaz, además de regatear, algo que hacía mucho falta.
Asano se gustaba. Y llegó su primer gol con el Mallorca el 2 de marzo contra el Alavés en Son Moix . Fue una obra de arte. Un voleón desde dentro del área, con el que batió al meta babazorro. Su ascendencia en el equipo crecía. Dos semanas después, también en casa, volvió a anotar contra el Espanyol el día que los bermellones consiguieron los cuarenta puntos.
Tras el segundo partido después del parón se volvió a lesionar. Tardó un mes en jugar de nuevo, disputó dos encuentros y no sumó ningún minuto en los últimos tres partidos.
Es un jugador necesario que tiene un reto por delante: convencer para que, a sus 30 años, continúe su vinculación con el Mallorca, más allá de 2026. Calidad tiene y, si su condición física mejora, su continuidad parece obligada.
Diario de Mallorca – Deportes