Un salón de baile de 180 millones de euros para la Casa Blanca

Donald Trump no era aún ni siquiera candidato presidencial, ni se planteaba en serio serlo, cuando propuso por primera vez construir un gran salón de baile en la Casa Blanca, en 2010, según han contado en más de una ocasión él y altos cargos de aquella era. El Gobierno de entonces, el del presidente Barack Obama, declinó la oferta por la vía del silencio administrativo. Ahora, en su segundo mandato, el republicano va a hacer realidad su propuesta: a partir de septiembre empezarán las obras en el ala Este de la histórica residencia para construir una gran sala ornamentada a imagen y semejanza de las que tiene en su residencia privada de Mar-a-Lago, en Florida. Los 200 millones de dólares que costará cumplir su deseo (unos 180 millones de euros) saldrán de su bolsillo personal y del de otros donantes, según sus portavoces.

Seguir leyendo

 Donald Trump prevé pagar de su bolsillo y el de donantes privados la construcción de un aposento que desea desde hace 15 años  

Donald Trump no era aún ni siquiera candidato presidencial, ni se planteaba en serio serlo, cuando propuso por primera vez construir un gran salón de baile en la Casa Blanca, en 2010, según han contado en más de una ocasión él y altos cargos de aquella era. El Gobierno de entonces, el del presidente Barack Obama, declinó la oferta por la vía del silencio administrativo. Ahora, en su segundo mandato, el republicano va a hacer realidad su propuesta: a partir de septiembre empezarán las obras en el ala Este de la histórica residencia para construir una gran sala ornamentada a imagen y semejanza de las que tiene en su residencia privada de Mar-a-Lago, en Florida. Los 200 millones de dólares que costará cumplir su deseo (unos 180 millones de euros) saldrán de su bolsillo personal y del de otros donantes, según sus portavoces.

El proyecto, de 8.361 metros cuadrados, tendrá capacidad para más de 650 personas. Esto es tres veces más que la habitación más grande en la actualidad de la Casa Blanca, un edificio de fama mucho mayor que las relativamente reducidas dimensiones físicas que asombran a los turistas: en la sala Este apenas entran 200 personas, y con calzador.

Es algo que ha suscitado más de una y más de dos veces la frustración de Trump, pero también de sus predecesores. Con frecuencia, los secretarios sociales han tenido que recurrir a carpas en el jardín para poder acoger a un número suficiente de invitados en cenas de Estado u otros eventos igualmente concurridos.

El futuro salón culminará toda una serie de pasos que el actual presidente ha dado para perpetuar su huella en la Casa Blanca y dejarla a su gusto personal. El primero fue llenar de dorados el Despacho Oval. El segundo, levantar sendos mástiles con gigantescas banderas estadounidenses en los jardines Norte y Sur de la residencia. El tercero, desarraigar los rosales de la histórica Rosaleda del ala Oeste para convertir ese jardín en un patio empedrado.

Vista exterior del proyecto.

El aposento se construirá en el ala hasta ahora ocupada tradicionalmente por la primera dama, la esposa presidencial, y el personal de su oficina. Los funcionarios que trabajan en ella serán trasladados a otras instalaciones mientras se desarrollan las obras, que la Casa Blanca asegura que estarán terminadas antes de que concluya el mandato presidencial. Este ala, la más reciente del edificio desde su construcción en 1902, ha vivido ya varias reformas, según han indicado los portavoces en un comunicado. La prevista ahora expandirá notablemente su tamaño. La oficina presidencial promete que se respetará el aspecto exterior del edificio; los dibujos del concepto que acompañan el comunicado muestran unas paredes de estilo neoclásico, con columnatas y una galería a lo largo.

“Siempre he dicho que iba a hacer algo sobre el salón de baile, porque tendría que haber uno”, declaraba el propio Trump a la prensa en la Casa Blanca el jueves. “Seeá un gran proyecto de legado, y creo que será especial”.

Su jefa de Gabinete, Susie Wiles, apuntaba por su parte: “el presidente Trump es en el fondo de su alma un constructor y presta una atención extraordinaria a los detalles. El presidente y la Casa Blanca de Trump están completamente comprometidos a colaborar con las organizaciones apropiadas para conservar la historia especial de la Casa Blanca en la construcción de un salón de baile precioso que otras administraciones futuras y generaciones de estadounidenses puedan disfrutar”.

Los bocetos difundidos por la Casa Blanca muestran una sala en un estilo Luis XIV similar a los aposentos de la mansión de Trump en Mar-a-Lago, con suelos de mármol, columnas neoclásicas, dorados y grandes candelabros de cristal.

El hecho de que el gasto se vaya a sufragar con donaciones privadas ha comenzado a suscitar críticas entre la oposición demócrata, que apuntan posibles conflictos de interés. “Esta es una obra de grandes dimensiones y claramente debería presentarse ante el comité de Asignaciones” de la Cámara de Representantes, responsable de aprobar los gastos gubernamentales, señalaba el congresista Mark Pocan en una entrevista concedida a la cadena NBC. “Parece que está intentando hacerlo con donaciones privadas, pero eso sería un poco raro”, apuntaba. “¿Va a ser una sala de baile patrocinada por tal o tal marca?”

El momento escogido para anunciar el proyecto también ha causado cierta sorpresa.La semana pasada Trump había visitado las obras en la sede de la Reserva Federal y había criticado como un derroche el coste de la reforma, que supera en un 30% el presupuesto inicial y rebasa los 2.500 millones de dólares (más de dos mil millones de euros).

 Feed MRSS-S Noticias

Más Noticias