Miden la huella en la salud mental de los jóvenes que empezaron a usar el móvil antes de los 13 años

Una investigación con datos de 100.000 jóvenes advierte de trastornos como la ansiedad, impulsividad o desconexión mental cuando las pantallas llegan en la infancia Leer Una investigación con datos de 100.000 jóvenes advierte de trastornos como la ansiedad, impulsividad o desconexión mental cuando las pantallas llegan en la infancia Leer  

Pensamientos suicidas, agresividad, sensación de estar desconectado de la realidad y alucinaciones. Estos son solo algunos de los síntomas que desarrollarían los adolescentes si han adquirido un móvil antes de los 13 años.

Así lo revela un estudio global con más de 100.000 jóvenes, publicado en la revista Journal of Human Development and Capabilities. El informe, elaborado por un grupo de expertos de Sapien Labs (EEUU), la institución que gestiona la base de datos más grande del mundo sobre bienestar mental, concluye que los jóvenes de entre 18 y 24 años que recibieron su primer teléfono móvil a los 12 años o antes tienen una mayor probabilidad de presentar problemas de salud mental.

Como explica Javier Albares, neurofisiólogo y miembro de la Sociedad Española del Sueño y de la European Sleep Research Society, el uso excesivo de pantallas, dependiendo de la edad, especialmente en pleno neurodesarrollo, representa un problema. «Lejos de mejorar su inteligencia, aprendizaje o salud mental, como nos había prometido la industria tecnológica, ocurre prácticamente lo contrario», aclara.

Existe una relación directa en esta situación: a mayor número de horas de uso de pantallas en niños y adolescentes, se observan más trastornos de ansiedad, mayor impulsividad, irritabilidad y un incremento en los trastornos del estado de ánimo. Esto ocurre porque los teléfonos hiperestimulan el sistema nervioso central y desregulan las emociones.

Además, hay que tener en cuenta que su efecto acumulativo conlleva otras consecuencias. Las horas de scroll nocturno interminables reducen la liberación de la hormona del crecimiento, que se produce principalmente durante la fase profunda del descanso. La privación de sueño afecta directamente al desarrollo físico y neurológico.

Albares, también autor de Generación Zombie (Península), una obra que aborda cómo los móviles y las tabletas moldean a toda una generación, recomienda que los adolescentes no tengan acceso a un dispositivo móvil hasta los 18 años. «No lo digo yo a tono personal, es lo que recomienda la Sociedad Española de Pediatría o la Sociedad Euroamericana de Pediatría. El uso temprano del móvil se asocia con problemas de salud mental en adolescentes», argumenta.

Aunque es una situación complicada debido a la presión social, para el experto es fundamental alejar a los niños menores de seis años de las pantallas. «Entre los seis y los 12 años, el tiempo de exposición debería ser inferior a una hora y siempre supervisado por adultos, especialmente por el tipo de contenido. A partir de los 12 y hasta los 18, lo ideal sería limitar el uso a no más de una hora y media», continúa.

Por su parte, Tara Thiagarajan, neurocientífica y autora principal del estudio, insta a las autoridades de todo el mundo a adoptar un enfoque preventivo, similar al que se aplica con el alcohol y el tabaco. «Se debería restringir el acceso a los teléfonos inteligentes a los menores de 13 años, exigir educación en alfabetización digital y establecer mecanismos de rendición de cuentas para las empresas», denuncia a través de una nota de prensa.

«Se sabe que el alcohol es perjudicial a cualquier edad, pero especialmente durante la etapa de neuromodulación, neuroformación y crecimiento, que es la adolescencia. Si su venta está prohibida hasta los 18 años por sus efectos nocivos, ¿por qué no se aplica el mismo criterio con las pantallas?», se pregunta Albares.

Asimismo, los padres también tienen responsabilidades y deben establecer límites claros. Para el experto, es fundamental que esas normas sean coherentes: «No podemos decirles que no usen el móvil mientras nosotros lo tenemos entre las manos». Entre las recomendaciones, destaca la prohibición del uso de dispositivos en los dormitorios. «Es muy importante explicar a los jóvenes que estas normas no son un castigo, sino un acto de amor», remacha el experto.

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