Los expertos señalan que los cánones estéticos difundidos por redes trivializan el esfuerzo real, ofreciendo una visión «simplificada y engañosa» Leer Los expertos señalan que los cánones estéticos difundidos por redes trivializan el esfuerzo real, ofreciendo una visión «simplificada y engañosa» Leer
Las redes sociales han impuesto una nueva narrativa: la idea de que el éxito de los jóvenes varones pasa inevitablemente por la fuerza física, proponiendo un ideal de virilidad predefinido. Pero, ¿es realmente la clave para realizarse en la vida?.
«Soy esclavo de mi imagen y de los físicos absurdos que veo en las redes», confiesa Mattia Cadinu, una influencer fitness que roza los 300.000 seguidores con tan sólo 20 años. Su testimonio revela una realidad inquietante: la búsqueda del cuerpo perfecto no exime a nadie, ni siquiera a quienes aparentemente ya lo han logrado. En el mundo digital el juicio es incesante y constante, y también afecta a los hombres. Un artículo reciente de The Conversation lo confirma, analizando en profundidad este problema social.
Las redes sociales están inundadas de imágenes de cuerpos esculpidos y musculosos, a menudo acompañadas de consejos superficiales sobre cómo alcanzarlos. Sin embargo, estos cánones estéticos trivializan el esfuerzo real y ofrecen una visión «simplificada y engañosa del camino necesario». La consecuencia es un aumento masivo en el consumo de suplementos proteicos, dietas excesivamente controladas, un monitoreo obsesivo de macronutrientes y prácticas disfuncionales de control de peso. Los expertos han acuñado un término para este fenómeno: MODE (Disturbio Alimentario Orientado a la Muscularidad).
Lo más insidioso es la forma en que la virilidad se presenta -explícita o implícitamente- como la única vía hacia el éxito erótico y social. En este esquema, los adolescentes que son «gym rats» (ratas de gimnasio) se abren camino, mientras que los delgados o simplemente «normales» son marginados. Esta dicotomía empuja a muchos jóvenes a conformarse, interiorizando profundas inseguridades y desarrollando una obsesión por aumentar la masa muscular. El problema se agudiza con la exposición incesante a los populares «antes y después», imágenes publicadas en Instagram o TikTok que muestran transformaciones físicas rápidas tras el entrenamiento con un «social coach».
«Cuando la imagen exterior se vuelve prioritaria, se pierden el balance y el equilibrio: se rompe la integración entre cuerpo y mente, esa conexión en la que ambos trabajan juntos para generar bienestar. Esto lleva a un desequilibrio hacia el cuerpo, hacia la estética, hacia lo que la imagen representa», explica Maura Manca, psicóloga deportiva y presidenta del Observatorio Nacional de la Adolescencia. En sus declaraciones, asegura que «la imagen mental que construimos, la que nos guía y nos orienta, se convierte en el motor de una búsqueda casi obsesiva de la forma física perfecta. Hay una anulación, un vivir en función del cuerpo y de la propia imagen, para exponer, ver y exhibir«.
Lo que podría parecer admirable abnegación se transforma rápidamente en un subir constante del listón, persiguiendo un objetivo que lleva a la autoanulación. «De este modo, los estados internos, emocionales y mentales, son guiados por la estética, por la cantidad de masa muscular, por la forma física. Una forma que, además, nunca satisface del todo porque el ideal de perfección siempre se mueve un paso más allá«.
La diferencia entre lo que se ve en redes y la realidad es un hecho, pero no suficiente. «Porque incluso cuando sabemos racionalmente que ciertas imágenes están modificadas o filtradas, seguimos condicionados. Entran en juego otras áreas del cerebro, las más emotivas, que nos empujan a perseguir ese ideal. Un ideal engañoso pero capaz de ejercer una influencia fortísima», subraya Manca. «Se empieza a vivir en función de esa imagen (virtual): entrenamientos constantes, continuos, extenuantes. Se renuncia a la socialización, se desarrollan pensamientos obsesivos sobre qué, dónde y cuánto comer. Todo lo demás pasa a segundo plano. Las interacciones se reducen, las otras actividades se comprimen», observa la psicóloga.
Un estudio de 2019 publicado en el International Journal of Eating Disorders reveló que el 22% de los hombres y el 5% de las mujeres entre 18 y 20 años muestran comportamientos MODE. Los estudiantes universitarios resultan ser particularmente vulnerables, en parte por su primera experiencia de autonomía. Este fenómeno trasciende barreras geográficas, habiéndose observado tanto en Estados Unidos como en Irán.
En Estados Unidos, un estudio psicológico indica que más del 80% de los estudiantes universitarios masculinos consumen polvos o batidos de proteínas altamente procesados, y más del 50% ha usado monohidrato de creatina para aumentar masa y fuerza. Más alarmante aún es que el 82% de los usuarios de esteroides anabolizantes y androgénicos pertenecen a esta joven franja demográfica. El uso de esteroides está asociado a efectos secundarios graves, como «alteraciones del tono del humor, dependencia, calvicie androgenética acelerada, hipertrofia cardíaca y riesgo cardiovascular, daños hepáticos, atrofia testicular, infertilidad, etc.». Además, el exceso de productos proteicos puede causar «trastornos intestinales y metabólicos», especialmente si se usan como sustitutos sistemáticos de fuentes naturales.
Para estos jóvenes, el entrenamiento deja de ser «me entreno porque me hace estar bien y ayuda a integrarse y equilibrarse a nivel físico, emotivo y mental» y se convierte en «yo soy esto». Maura Manca concluye: «La identidad se funde con la imagen física. Es el espejo que define quiénes somos».
Mattia Cadinu no culpa a los creadores de contenido por estas degeneraciones. «No me siento responsable del estándar que mi físico promueve: es el fruto de años de sacrificios y constancia. Sería como decir que Ronaldo es un mal ejemplo para los jóvenes porque es ‘demasiado fuerte’. Esta retórica se usa para demonizar a quien lo hace mejor y justificar a quien no logra ciertos resultados», puntualiza. No obstante, reconoce que los influencers de fitness deben asumir sus responsabilidades, sin olvidar que son seres de carne y hueso, no meros «gym rats».
«Soy una persona extremadamente insegura, pero he mejorado mucho este aspecto. La comparación tiene sentido siempre que te estimule a dar lo máximo. Pero intentar tener un físico exacto terminará por desanimarte. Cada uno tiene una genética, una estructura y unas características únicas: puedes tener un físico hermoso, pero nunca el mismo que el de otro«, concluye Cadinu. Ahora, al igual que muchos de sus colegas, Mattia busca promover una narrativa opuesta: la del día a día, con sus fracasos y éxitos. «Por fortuna, sobre todo gracias a YouTube, estoy logrando que se entienda que Mattia no es solo músculos. No basar más mi imagen únicamente en el físico me ha quitado un gran peso». Es en la autenticidad, lejos de los filtros de Instagram, donde Cadinu construye su verdadera fuerza.
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