Charles Rice, descubridor del virus de la hepatitis C: «Trump está politizando la ciencia, los méritos ya no cuentan y la capacidad tampoco»

Durante la pandemia, ganó el Premio Nobel de Medicina por su aportación a la investigación de la hepatitis C. De paso por España para entregar los premios Rey Jaime I, afirma que con Trump se han disparado los niveles de desigualdad. Leer Durante la pandemia, ganó el Premio Nobel de Medicina por su aportación a la investigación de la hepatitis C. De paso por España para entregar los premios Rey Jaime I, afirma que con Trump se han disparado los niveles de desigualdad. Leer  

El día que le comunicaron que había ganado el Nobel de Medicina, Charles Rice (Sacramento, 1952) aprendió a hacerse un selfi. El virólogo estadounidense todavía recuerda entre risas lo delirante de aquel día de 2020. O, mejor dicho, de aquella noche de octubre que no empezó precisamente bien. Una llamada le despertó.

¿La noticia le pilló en la cama?
Sí, estaba durmiendo cuando me llamaron a las cuatro y media de la mañana. Lógicamente me enfadé. Estaba en mi apartamento de Nueva York y al teléfono fijo nunca llega nada bueno, así que lo ignoré. Pero el aparato empezó a sonar de nuevo y pensé que alguien tendría problemas en el laboratorio. Cuando contesté preocupado, una señora con acento sueco me dijo que había ganado el Nobel junto a Harvey Alter y Michael Houghton. Pensé que esos tipos sí merecían el premio y empecé a creérmelo.
¿Y qué hizo entonces?
Media hora después volvió a sonar el teléfono. Era un chico pidiéndome una foto. Le dije que en ese momento no había nadie para hacérmela y fue entonces cuando propuso que me hiciera un selfi. Yo nunca me había hecho uno y no sabía cómo hacerlo. Y ahí me ves aprendiendo en ese momento, con el tipo diciéndome a qué botón debía darle, tomando fotos del techo, del suelo… No diré que hice la foto perfecta, pero más o menos lo conseguí.

La paradoja es que, después de toda una vida dedicada al estudio de los virus, a Rice le llegó el Nobel en plena pandemia por el coronavirus. Eso sí que tuvo su parte positiva, confiesa. «Soy un poco tímido y, al menos, pude hacer las entrevistas por Zoom y Skype». Esta vez, hablamos con él en Valencia, aprovechando su reciente participación como jurado en los premios científicos Rey Jaime I.

Charles Rice, descubridor del virus de la hepatitis C: "Trump está politizando la ciencia, los méritos ya no cuentan y la capacidad tampoco"
Su trabajo permitió el descubrimiento del virus de la hepatitis C. ¿Llegará el día del hallazgo de la vacuna?
Eso espero, porque no creo que hayamos logrado todavía controlar el virus a pesar de las increíbles terapias que se han desarrollado en los últimos años. Uno pensaría que, con esa capacidad, debería ser sencillo identificar a todos los infectados y tratarlos. Pero las cosas son más complejas en el mundo real.
¿Por qué es tan difícil desarrollar una vacuna?
Por varios factores. A pesar de su estructura genómica bastante simple, entre el 60% y el 70% de las personas infectadas desarrollan una infección crónica, independientemente de su estado inmunitario. El virus, además, es muy variable, por lo que desarrollar una vacuna específica que proteja frente a esa variabilidad es algo ambicioso. Otro aspecto tiene que ver con la historia natural de la infección. Hay muchas infecciones virales que convierten a la persona en inmune. Sin embargo, en el caso de la hepatitis C, las personas pueden volver a infectarse. Además, la vacuna debería probarse en personas con riesgo de infectarse. El problema es que, en la actualidad, la transmisión de la hepatitis C se produce principalmente entre personas que consumen drogas, especialmente inyectables. Y esa es una población difícil para un ensayo clínico. El otro factor es económico. Muchas de las vacunas y medicamentos que tenemos se han buscado porque la empresa que tiene los derechos obtiene algún beneficio económico. Ahora bien, . Lo que aún no sabemos es qué tipo de respuesta inmunitaria debe producir la vacuna para protegernos. En todo caso, los sistemas de salud pública varían mucho según el país.
Los expertos creen que en España se podría eliminar la hepatitis C antes de 2030.
Creo que la comunidad médica y, en general, el sistema sanitario español han hecho un excelente trabajo. La incidencia de la infección crónica en España es probablemente 10 veces menor. Es un gran logro. En Estados Unidos no lo estamos haciendo tan bien. Pensábamos que, al poder diagnosticar la infección de hepatitis C y contar con medicamentos, la incidencia de infecciones agudas disminuiría. Sin embargo, los nuevos casos de infecciones agudas que progresan a infecciones crónicas están aumentando en Estados Unidos debido a la epidemia de opioides.
El momento de mayor progreso científico coincide con un auge del movimiento antivacunas. ¿Cómo lo interpreta?
La gente ya no valora la ciencia ni las opiniones de los expertos basadas en hechos. Es muy frustrante y difícil de explicar. El sarampión, las paperas y la rubeola son enfermedades que desaparecieron gracias a las vacunas. Quien conoce a alguien que ha fallecido por una infección prefiere vacunarse antes que correr el riesgo. Pero con la vacunación, la gente no ha experimentado la angustia y el trauma de ver a un ser querido contagiarse y por eso surge el negacionismo. Por otro lado, cuando una vacuna se administra a millones de personas, siempre puede ocurrir que alguien reaccione mal. Y los humanos tendemos a centrarnos en las cosas negativas y a exagerarlas. No sé cómo evitarlo.
A eso se suma que el negacionismo científico ha encontrado eco en una Administración como la de Donald Trump…
Para empeorar las cosas, una persona como Robert Kennedy Jr., un ferviente antivacunas, dirige el Departamento de Salud de Estados Unidos. Es increíble. Ha tenido que moderar su discurso: «No hagas lo que yo hago. Toma tu propia decisión». Es una locura si tenemos en cuenta que un funcionario tiene el deber de recomendar atención médica a la población. Mejor no hablar porque esta entrevista duraría una semana.
Hace poco supimos de la muerte de una leyenda del cómic como Peter David porque la sanidad pública de Estados Unidos rechazó seguir financiando su tratamiento médico. ¿Qué opina del sistema sanitario de su país?
No conozco este caso específico, pero estoy en contra de que el sistema de salud, más allá de Medicaid y Medicare, se sostenga sobre empresas con fines de lucro. Creo que en Estados Unidos debería haber un nivel de atención médica universal que hoy no tenemos. Los costes de la atención médica en Estados Unidos son de los más altos del mundo y, sin embargo, la efectividad de nuestro sistema está lejos de ser la mejor. Es injusto para la gran diversidad de población que tenemos. Ha empeorado la desigualdad en cuanto a los ingresos. La gente muy rica se está enriqueciendo mientras la clase media y los pobres no están mejorando. Y aun así, siguen creyendo lo que Trump les dice.
Usted es profesor universitario. ¿Se considera en la diana del presidente cuando arremete contra instituciones como Harvard?
Es una fórmula habitual para una Administración o persona que quiera controlar el país. Lo primero es siempre atacar las instituciones educativas. Estoy contento de que Harvard no abandone la lucha, pero estamos descubriendo lo difícil que es oponer resistencia. Sólo se puede recurrir al sistema judicial. Es doblemente irritante porque Trump firma estas órdenes ejecutivas contra Harvard. Harvard demanda al Gobierno y luego el Gobierno, con el que no estamos de acuerdo, usa nuestros impuestos para oponerse. No sabemos cómo terminará esto con una Corte Suprema que se inclina hacia la derecha. Con suerte, un juez de derechas podrá reconocer que, si permiten que el poder ejecutivo tenga cada vez más poder, los jueces tampoco acabarán pintando nada.
¿Está politizada la ciencia?
Sin duda. Hay un movimiento en marcha por parte de la Administración Trump para convertir los nombramientos para puestos de alto nivel en los Institutos Nacionales de Salud en nombramientos políticos, en lugar de ser por mérito y capacidad. Esto significa básicamente que los nuevos cargos podrán despedir a cualquiera que no goce del favor de la Administración Trump. Por supuesto, hay que analizar las decisiones que se han tomado y si realmente tienen sentido. En mi opinión, no lo tienen.
Usted hubiese querido ser veterinario pero acabó de virólogo. ¿Cómo fue ese cambio?
Es algo aún más loco que eso. Yo crecí en Sacramento, en California, y a sólo 15 millas de donde vivía tenía la Universidad de California, en Davis, con una facultad de veterinaria muy buena. A mí me encantan los animales desde pequeño porque no tengo hermanos. Mis hermanos eran los perros como hoy son mis hijos. Así que pensaba que estudiar veterinaria sería una buena experiencia. Pero cuando llegué a la universidad, hice un curso introductorio de biología con un profesor fantástico y muy motivador, que logró que me interesase por la biología del desarrollo. Acabé estudiando erizos de mar porque puedes obtener un espermatozoide y un óvulo y observar la fecundación con un simple microscopio. Pensé: «Esto es lo que voy a hacer». Luego no sabía si quería hacer un posgrado o no, por lo que viajé por Centroamérica y Sudamérica durante un año. Al final decidí ir al Instituto Tecnológico de California, aunque no me asignaron al laboratorio de erizos de mar, sino a uno de virología. Y así fue como me convertí en virólogo. Fue algo completamente fortuito que nunca estuvo en el camino que quería seguir. Mi vida es como la de todos. Hay cosas que simplemente suceden.
Le dieron el Nobel en 2020. ¿Alguna vez se imaginó que el mundo se enfrentaría a una pandemia como la del Covid?
Como virólogo, y sabiendo lo que sé sobre virus, en una carrera de caballos apostaría por el del virus y ganaría. La cifra total de virus es inconcebible. Hay muchos virus que no podemos eliminar, como el de la gripe. Es el Elvis de los virus, nunca muere.

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