Arrasate casi sorprende a Marcelino

Arrasate volvió a demostrar su capacidad para reinventarse con una alineación inesperada que descolocó a Marcelino desde el inicio. El técnico rojillo, condicionado por el duro precedente de la última visita a La Cerámica, apostó de salida por sus fichajes más ilusionantes: Mateo Joseph, Virgili y Pablo Torre. Una decisión que nadie anticipaba y que transformó por completo la fisonomía del Mallorca. Arrasate volvió a demostrar su capacidad para reinventarse con una alineación inesperada que descolocó a Marcelino desde el inicio. El técnico rojillo, condicionado por el duro precedente de la última visita a La Cerámica, apostó de salida por sus fichajes más ilusionantes: Mateo Joseph, Virgili y Pablo Torre. Una decisión que nadie anticipaba y que transformó por completo la fisonomía del Mallorca.  

Arrasate volvió a demostrar su capacidad para reinventarse con una alineación inesperada que descolocó a Marcelino desde el inicio. El técnico rojillo, condicionado por el duro precedente de la última visita a La Cerámica, apostó de salida por sus fichajes más ilusionantes: Mateo Joseph, Virgili y Pablo Torre. Una decisión que nadie anticipaba y que transformó por completo la fisonomía del Mallorca.

Joseph no es Muriqi, referencia habitual para los centrales rivales, ni Torre reproduce el perfil de Darder. Y Virgili, con su imprevisibilidad, genera peligro cada vez que acaricia el balón. En ataque, el equipo ganó movilidad y sorpresa; en defensa, sorprendió la valentía de las marcas individuales: Maffeo sobre Moleiro y Valjent sobre Ayoze, dejando únicamente a Gerard con mayor libertad de movimientos.

El guion parecía torcerse pronto, con el gol inicial de Gerard antes del minuto diez que hacía presagiar una noche complicada. Sin embargo, el Mallorca reaccionó con personalidad: una combinación precisa entre Virgili y Torre desembocó en Samu Costa, que, además de su incansable labor de contención, volvió a exhibir su inesperada faceta goleadora, ya mostrada con el tanto espectacular en Bilbao. El empate devolvió la incertidumbre y dejó al Villarreal desconcertado ante el planteamiento rival.

La intensidad balear, eso sí, se resintió tras una primera parte de desgaste máximo. En la reanudación, la prioridad pasó a ser conservar el empate, un objetivo que rozó el éxito. El gol postrero del Villarreal quizá no reflejó lo más justo, pero en el fútbol la eficacia pesa más que las sensaciones. El Mallorca se marchó derrotado, aunque con la mejor imagen posible tras una caída. Para algunos, eso no basta; para otros, las buenas sensaciones son el germen de futuros triunfos.

 Diario de Mallorca – Deportes

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