Realizar movimientos bruscos en bebés cuyo cerebro y musculatura cervical están aún en pleno desarrollo puede causar graves lesiones, en algunos casos irreversibles Leer Realizar movimientos bruscos en bebés cuyo cerebro y musculatura cervical están aún en pleno desarrollo puede causar graves lesiones, en algunos casos irreversibles Leer
Conocido como el síndrome del bebé sacudido o del niño zarandeado, su nombre hace referencia en realidad a una serie de lesiones cerebrales que aparecen como consecuencia de haber zarandeado a un recién nacido. Una forma grave de maltrato infantil que puede acabar con el fallecimiento del bebé o provocándole secuelas graves e irreversibles. En España se producen algo más de cien casos cada año.
La cabeza de un bebé es grande en relación al resto de su cuerpo, llegando a suponer una cuarta parte de su peso corporal, pero es que además los músculos de su cuello no tienen todavía la suficiente fuerza como para poder sujetarla. Este es el motivo por el que, si se nos ocurre zarandearlo, su cabeza se moverá sin control alguno en todas direcciones.
A consecuencia de esto no solo pueden producirse lesiones en el cuello, sino que su cerebro se golpeará repetidamente contra las paredes del cráneo y se producirán graves daños con consecuencias impredecibles.
En realidad no, el cerebro de un bebé es un órgano inmaduro y con vasos sanguíneos frágiles por lo que cinco segundos de zarandeo pueden ser suficientes para causar lesiones de gravedad. A menudo esa sacudida termina con un golpe contra el colchón de la cuna, lo que contribuirá a agravar el daño.
Cuando hablas con los padres o cuidadores, compruebas que el motivo más frecuente de haber zarandeado al bebé es la frustración y el enfado del propio adulto responsable de su cuidado. Generalmente porque no logran que el recién nacido se duerma o cese un episodio de llanto incontrolado. Un enfado que termina en una sacudida desesperada con graves consecuencias y que tiene su pico de incidencia entre los dos y los ocho meses de vida.
El síndrome del bebé zarandeado no suele verse como consecuencia de un juego, ya que lanzar al aire al bebé no suele conllevar este tipo de lesiones a no ser que se le lance de forma repetida y a alturas mayores de 20 centímetros.
Según datos de la Asociación Española de Pediatría, uno de cada diez niños que sufre el síndrome del bebé zarandeado acaba falleciendo a consecuencia de las lesiones. De los nueve restantes, la mitad sufrirán secuelas graves e irreversibles como parálisis cerebral, ceguera, falta de coordinación motora, problemas de aprendizaje o retraso mental. El pronóstico, como vemos, no suele ser muy bueno.
Los síntomas son muy variados y van a depender de las lesiones cerebrales que se han producido y de si se produjo algún otro abuso infantil anterior. Podemos encontrarnos ante un bebé con una irritabilidad extrema o con dificultad para permanecer despierto, puede presentar una respiración irregular, vómitos, convulsiones, color azulado de la piel, sangrado ocular… También podemos observar o no moretones o signos de lesiones físicas previas.
Una vez realizadas las pruebas de imagen correspondientes, es muy típico observar una tríada: hematoma subdural, hemorragia retinal y edema cerebral que enviarán al recién nacido directo a la unidad de cuidados intensivos del hospital.
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