Seis Naciones 2025: ¿champagne o Guinness?

En la agenda de los medios británicos, el Seis Naciones que arranca este viernes aparece con un asterisco. «British & Irish Lions year, mate», me respondieron la primera vez que pregunté a un colega galés. Y esto, que para los continentales no es relevante, va a disparar las prestaciones de las selecciones de las islas porque sus jugadores pelean por entrar en la convocatoria de los ‘turistas’ el próximo verano. En esta ocasión los ‘Lions’ viajan a Australia a las órdenes de Andy Farrell, que ha dado un paso al lado en Irlanda dejando al mando a Simon Easterby, un clásico del rugby irlandés como jugador y entrenador. En la agenda de los medios británicos, el Seis Naciones que arranca este viernes aparece con un asterisco. «British & Irish Lions year, mate», me respondieron la primera vez que pregunté a un colega galés. Y esto, que para los continentales no es relevante, va a disparar las prestaciones de las selecciones de las islas porque sus jugadores pelean por entrar en la convocatoria de los ‘turistas’ el próximo verano. En esta ocasión los ‘Lions’ viajan a Australia a las órdenes de Andy Farrell, que ha dado un paso al lado en Irlanda dejando al mando a Simon Easterby, un clásico del rugby irlandés como jugador y entrenador.  

En la agenda de los medios británicos, el Seis Naciones que arranca este viernes aparece con un asterisco. «British & Irish Lions year, mate», me respondieron la primera vez que pregunté a un colega galés. Y esto, que para los continentales no es relevante, va a disparar las prestaciones de las selecciones de las islas porque sus jugadores pelean por entrar en la convocatoria de los ‘turistas’ el próximo verano. En esta ocasión los ‘Lions’ viajan a Australia a las órdenes de Andy Farrell, que ha dado un paso al lado en Irlanda dejando al mando a Simon Easterby, un clásico del rugby irlandés como jugador y entrenador.

Europea vive embelesada por el expansivo rugbyque despliegan los clubes franceses, especialmente tolosarras y bordeleses, lo que hace que el XV del gallo aparezca en las casas de apuestas entre las favoritas junto a Irlanda. Liderados por Antoine Dupont los galos buscan reivindicar la excelencia de una generación meliflua cuyo palmarés se diluye entre sus burbujas.

Las estadísticas ayudan a desmontar generalizaciones banales y leyendas urbanas sobre lo que creemos ver. Y eso vamos a hacer en esta previa. El actual rugby expansivo francés se sustenta, en realidad, en la capacidad de sus delanteros para descoser la defensa rival, algo que logran insistiendo con las cargas por el eje. Los datos de Opta confirman que Francia es la selección que más carga cerca del ‘ruck’ (57%) y para imponer ese juego necesitan que Dupont, Lucu y Le Garrec levanten rápido la almendra. Y a fe que lo hacen, porque cuando la pelota pasa menos de tres segundos en el suelo completan hasta un 60% de sus estampidas.

Además, a diferencia del resto, que utiliza la ‘touch’ como principal plataforma de relanzamiento del juego, los de Galthie posaron en el pasado Seis Naciones cinco de sus 13 ensayos saliendo de melé. Una barbaridad, si tenemos en cuenta que entre las demás lograron siete y ninguna más de dos. Y suman que en ‘touch’ ganan el doble de metros con su ‘maul’ que cualquier rival. En Francia, como dice Edu Téllez, “dan de comer a los gordos”.

Una vez ganada la línea de ventaja, Francia replica la capacidad de los All Blacks de mantener la pelota por delante rompiendo cortinas y pasando defensores, momento en el que Dupont, Ntamack, Penaud y Bielle-Biarrey descorchan el ‘champagne’. En esta propuesta de juego hay delanteros acostumbrados a mantener viva la pelota en Toulouse como Thibaut Flament o el gigante Emmanuel Meafou, aunque el primero, un apertura de más de dos metros, se perderá el choque inicial por problemas musculares y el segundo llega tocado de un hombro.

Sin embargo, cuando se topa con una delantera superior, el ‘flair’ francés se marchita. El año pasado Irlanda fundió al pack galo en Marsella dándole de su propia medicina. Los del trébol son la delantera que más carga (así fue en nueve de los últimos once torneos), la más eficiente en las abiertas (gana el 98% de sus ‘rucks’) y la que más rápido levanta la pelota (3,6 segundos). Lo que convierte los partidos en torturas para sus rivales ante la imposibilidad de robarle la pelota y el ritmo salvaje de sus cargas que termina por abrir en canal a la delantera contraria. Por no hablar de las fases estáticas (melé y ‘touch’) donde son los mejores al acumular un ganar el 93% en su ‘scrum’ y el 91% desde el pasillo lateral. La Sudáfrica del norte.

Los críticos les acusan de previsibles, sin embargo, no es extraño verles mover la almendra, hasta el punto de ser la única selección que ha superado los 200 pases en un partido (cuatro veces lo han hecho). Además, tienen ventaja de campo porque visitarán Dublín franceses e ingleses, donde los del trébol no pierden desde febrero de 2021. Por todo ello son favoritos a encadenar su tercer título consecutivo. El único dilema en las filas verdes es saber quién vestirá la zamarra número 10. Retirado Jonny Sexton se la disputan Jack Crowley, apertura de Munster, y Sam Prendergast, de Leinster. El primero es un 10 académico, el segundo un larguirucho que reúne la “triple amenaza”: corre, pasa y patea.

Inglaterra es la antítesis. Un equipo que se desentiende de la posesión para llevar los partidos a campo contrario, donde presionan, mientras se lo permite su físico, buscando el error rival al tiempo que minimizan riesgos lejos de su 22. Se trata del equipo que menos balones abre (7,8) y del que más patea (11 %), haciéndolo especialmente mal a palos con un raquítico 67% de acierto. Además, hablamos de un equipo diésel al que le cuesta entrar en los partidos, por eso empezó perdiendo todos los partidos del último Seis Naciones.

Dice un mandamiento del rugby que “siempre hay que sumar puntos cuando se pisa la 22 rival”, algo que no cumple esta Inglaterra a la que le sobra testosterona y falta rugby. Siendo la selección que más pisa la 22 rival, es la que menos puntos saca de esas visitas. Placan mucho, pero nadie falla tantos placajes. Y para este torneo hay serias dudas de una primera línea que lleva años renqueando.

Los datos desmienten también la falsa creencia del emergente rugby expansivo de Escocia. El año pasado el XV del cardo fue la selección que menos pasó la pelota del primer receptor y la que más patadas empleó por partido (34,2). Sin embargo, la diversidad de esas patadas (cruzadas, arrastre, ‘touch’, ‘garryowen’…) delatan la apuesta de Townsend por atacar de forma localizada. La lesión de última hora de Sione Tuipulotu y la baja de Stuart Hogg les priva de su receptor universal y un contrastado ‘playmaker’ atrás. Eso provocará el cambio de libreto porque veremos muchas pelotas pasar del primer receptor llegando a las alas, donde operan jugadores desequilibrantes en lo físico (Duhan van der Merwe) y lo técnico (Darcy Graham). Y tendrán que dar un paso adelante Huw Jones y Blair Kinghorn.

Delante pueden presumir de tener los mejores placadores, en cantidad y calidad, y un ‘maul’ solvente, cuando logran bajar las ‘touches’ que sus talonadores lanzan a la tercera torreta (nadie la utiliza más). Pero también son un ejemplo, en este caso para mal, del abuso del ‘offload’ o descarga, que da continuidad y mantiene viva el oval, pero siendo los que más descargan son los que menos lo rentabilizan para romper cortinas o posar ensayos.

Gales ha ‘ganado’ dos cucharas de madera en toda su historia. Y una fue en 2024. Lo que significa que si vuelve a hacerlo será la primera vez que enlaza dos ‘galardones’ y la marcha segura de Warren Gatland. Los ‘dragones’ llegan al torneo más necesitados que nunca y con el peor escenario posible: a París en la primera jornada y a Roma a jugarse la cuchara de madera en la segunda. Al primer descanso pueden llegar ya sentenciados.

Desde 1937 no perdían todos los partidos de un año (12 en 2024) y quizás eso explique la apuesta de juego de Gatland. La Gales esplendorosa del legendario ‘hwyl’ (el ‘jogo bonito’ rugbístico) presenta hoy la apuesta de un equipo pequeño o en formación que no aleja la pelota de los agrupamientos (49%), da un pase para enlazar fases de ‘pick and go'(49%) y lleva la pelota a las alas utilizando patadas altas rifadas al aire. Lo cual justifica que sean la selección con más pérdidas, además de sufrir para ganar la línea de ventaja (47%). Sobre esto, es reseñable que la Federación galesa trabaja desde hace meses con jóvenes para hacerles crecer físicamente en el gimnasio porque han detectado que sus delanteros son más pequeños. Eso explica que Sam Warburton y el ‘Oso Jones’ se hayan puesto al servicio de su selección para trabajar en ello. El último además ayudará a Gats con las fases estáticas y la moral de la tropa, que no está boyante.

Italia, para acabar, ha dejado de ser la comparsa que era. Ahora compite con todos e incluso gana de forma recurrente. Y encima lo hacen divirtiendo porque la propuesta de Gonzalo Quesada es valiente. Nadie abrió más balones y jugó tan lejos de los ‘rucks’ como Italia en el torneo del año pasado, donde además pateó menos que las demás. Sin balón se trata de un grupo muy trabajador, los 982 placajes son récord en el torneo por encima de los 908 de Inglaterra en 2019, y presto en el ‘breakdown’ donde pierde menos balones que nunca y recupera más que todos sus rivales. Pero cuando reciben la pelota les cuesta mantener la posesión, tienen los ‘rucks’ más lentos del torneo y deben mejorar en las fases estáticas. No extraña, por tanto, que Quesada mantenga el “¡giocare giocare!”.

 Diario de Mallorca – Deportes

Más Noticias