¿Se atrevería a utilizar un desfibrilador? La mayoría de los españoles no

Cada año se producen en España unas 30.000 muertes súbitas por parada cardiaca. La posibilidad de sobrevivir cuando se produce en la calle es tan solo de entre un 5% y un 10% Leer Cada año se producen en España unas 30.000 muertes súbitas por parada cardiaca. La posibilidad de sobrevivir cuando se produce en la calle es tan solo de entre un 5% y un 10% Leer  

Imagine que está en una cafetería y que, de pronto, el camarero que le atiende se desploma y deja de respirar. Todo el mundo se arremolina junto a él y alguien llama al 112, pero nadie actúa. Solo lo observan y miran desesperados el reloj. Cada minuto se hace eterno, pero nadie se atreve a hacer nada más. Cada minuto que pasa, el camarero tiene un 10% de posibilidades menos de vivir o de quedar con graves secuelas si consigue finalmente sobrevivir. Sin embargo, nadie se inclina para iniciar una maniobra de RCP (Reanimación Cardiopulmonar) que podría incrementar su supervivencia porque no saben cómo hacerlo.

Cerca de la cafetería hay una estación de metro con un desfibrilador. Muchos de los clientes del bar pasan cada día junto a la caja con la palabra DEA-DESA (Desfibrilador Externo Semiautomático), pero ninguno sale corriendo a buscarlo. Tienen miedo de no saber usarlo bien y provocar aún más daño.Sin embargo, una descarga podría salvar la vida del camarero.

Cuando llega la ambulancia, han pasado apenas ocho minutos, pero para una persona que ha sufrido una parada cardiorrespiratoria es una eternidad. Cada minuto es vital y su esperanza de salir de esta se hubiera incrementado si uno de los clientes o de sus compañeros hubiera iniciado la RCP mientras otro corría a buscar un desfibrilador.

«En una emergencia de este tipo, el factor pronóstico más importante es el inicio inmediato de la RCP de calidad, así como realizar una desfibrilación lo más precoz posible. Si no se realizan maniobras de resucitación en los primeros 3 a 5 minutos, la supervivencia es muy reducida», explica Pablo Turrión, director médico del Campus Sanitas La Moraleja, donde se imparten cursos de primeros auxilios en los que se aprende a hacer RCP y a usar un DEA.

Se estima que por cada minuto que pasa sin poner en marcha alguna medida de reanimación, la supervivencia disminuye un 10%. «A los 10 minutos de la parada cardíaca, la supervivencia es casi nula si no se han iniciado medidas adecuadas y, a veces, los servicios de emergencia tardan en llegar al lugar del suceso el doble o triple de tiempo según la localización», advierte.

Una técnica tan sencilla como colocar las dos manos sobre el pecho de la víctima e iniciar compresiones torácicas a una cadencia de unas 100-120 por minuto habría permitido que la sangre siguiera llegando al cerebro y al resto de órganos. Y emplear un DEA habría servido para que el aparato analizara el ritmo cardiaco y diese una descarga solo si se requería. De tal manera, que si no fuese necesario, se limitaría a aconsejar a los testigos que continuaran la RCP hasta la llegada de los servicios de emergencia.

Y pese a ser algo tan simple, en España continúa causando temor y hace que la gente piense que solo por llamar al 112 está todo hecho. «Todo el mundo debería aprender a hacer RCP para evitar que cuando presencian una parada cardiorrespiratoria se queden bloqueados y no sepan cómo actuar», afirma Turrión.

En opinión de Ignacio Fernández Lázaro, presidente electo de la Sociedad Española de Cardiología (SEC), hay que derribar numerosas falsas creencias que llevan a que mucha gente no quiera tocar a la persona que se ha desplomado por temor a hacerle daño o perjudicarle. O que no se atrevan a usar un desfibrilador por miedo a sufrir una descarga o que el aparato la dé sin que se necesite.

Pero nada más lejos de la realidad. Estos dispositivos semiautomáticos (a diferencia de los que usan los profesionales sanitarios y que vemos en las películas y series) están diseñados para que cualquier persona pueda usarlos con todas las garantías. «No hay ningún caso publicado en el mundo de DEA que hayan dado una descarga cuando no debían. El DEA está basado en la seguridad tanto del que lo usa como de la persona a la que se lo ponen. Él mismo te va guiando con instrucciones verbales sobre lo que tienes que hacer en cada momento», argumenta Fernández Lázaro, que se queja de que en España la formación sanitaria es muy deficiente. Sin duda concluye: «Es mejor cualquier ayuda que no hacer nada».

Cada año se producen en España unas 30.000 muertes súbitas por parada cardíaca. La posibilidad de sobrevivir cuando se produce en la calle es extremadamente baja, tan solo entre un 5% y un 10%. Sin embargo, en los países nórdicos, donde se ha incrementado la formación y la implantación de DEA, ese porcentaje se eleva hasta el 30%.

Pese a que en los últimos años el número de desfibriladores automáticos ha ido aumentando, todavía estamos por debajo de la media europea en cuanto a dispositivos disponibles por cada 10.000 habitantes. Frente a los 7-8 DEA por cada 10.000 habitantes en España, con mucha variación en cuanto a la implantación entre CCAA y municipios, Francia tiene aproximadamente 15 DEA por cada 10.000 habitantes, una cifra similar a la de Países Bajos y Alemania, con entre 15 a 20 DEA.

Japón se sitúa a la cabeza con una de las tasas más altas de acceso a DEA, con más de 50 DEA por cada 10.000 habitantes. Por su parte, en EEUU hay alrededor de 9 DEA por cada 10.000 habitantes, aunque con notables diferencias entre las zonas rurales y las urbanas.

Conscientes de esta debilidad, desde la Sociedad Española de Cardiología (SEC) están trabajando junto al Ministerio de Sanidad en la elaboración de un plan nacional de muerte súbita. Además, han puesto en marcha en colaboración con Cruz Roja una app, Ariadna, que localiza los DEA que se encuentran alrededor cuando una persona sufre una parada cardiorrespiratoria. En los próximos meses está previsto que esta aplicación se implante de manera efectiva en el Summa en Madrid y en el Sergas en Galicia. «Esta app le puede decir al teleoperador que está atendiendo una llamada por parada cardíaca dónde está el DEA más cercano y en el futuro inmediato podría llamar a voluntarios que estén por la zona, que es lo que se está haciendo, por ejemplo, en otros países como Francia, Países Bajos, Suecia o Dinamarca, con mayores porcentajes de supervivencia en casos de muerte súbita», explica Fernández Lázaro.

Otras iniciativas que se han puesto en marcha en el entorno europeo y que han resultado muy útiles es, por ejemplo, la obligatoriedad de aprender RCP y el uso de un desfibrilador dentro de un curso de primeros auxilios, para poder renovar el carné de conducir como ocurre en Dinamarca. «Si esta decisión se adoptara en España, el 80% de la población en siete años sabría hacer RCP», añade este cardiólogo al frente de la SEC.

Y es que nadie está a salvo de sufrir una muerte súbita por una parada cardiorrespiratorio y, en ese momento, cada segundo cuenta. Pese a que la vida de alguien podría depender de tener un desfibrilador cerca, lo cierto es que en muchos municipios españoles no hay un solo DEA y, cuando llega una ambulancia, en la mayoría de los casos ya es demasiado tarde. Por eso, los expertos quieren convencer a las administraciones de la necesidad de dedicar más recursos a salvar vidas. «Los ayuntamientos se gastan mucho dinero en dar ayudas, por ejemplo, para la rehabilitación de las viviendas. pero no para algo tan esencial como un DEA, que podría estar en una columna en la plaza de todos los pueblos españoles. Se protege la propiedad, pero no la vida», denuncia Fernández Lázaro.

Ocurre lo mismo en las comunidades de vecinos donde siempre hay partidas en los presupuestos para cuidado de los jardines, ascensores, piscinas o extintores, pero apenas para poner un DEA, a pesar de que su precio ronda los 1.000 euros o aún más barato si el comprador es una Administración pública (300 o 400 euros).

Pero, entonces, por qué hay esta carencia de desfibriladores en relación con otros países de nuestro entorno. Sin duda, la ausencia de una regulación a nivel estatal explica gran parte de este retraso. Hay CCAA que han elaborado decretos muy restrictivos, otras que simplemente carecen de una normativa y otras que han regulado su uso en espacios públicos como centros deportivos, comerciales, estaciones de tren, metro, aeropuertos, centros educativos, hoteles con más de 100 plazas, edificios de la Administración pública, centros de trabajo… La disparidad también es grande entre las ciudades con mayor población y los pequeños municipios. Es el caso de la Comunidad de Madrid, donde hay un gran número de desfibriladores en barrios céntricos, pero ninguno en algunos pueblos de la región. Esta desigualdad podría tener consecuencias devastadoras. Por ejemplo, que alguien pueda sobrevivir a un paro cardiaco en Madrid capital, pero morir si reside en un pueblo pequeño de la comunidad. En cualquier caso, Madrid es junto a Andalucía, Cataluña, Valencia y País Vasco una de las CCAA con mayor presencia de desfribriladores y una regulación más avanzada.

Además de la falta de una normativa homogénea, también influye en este retraso en la atención temprana a la muerte súbita la falta de formación obligatoria en escuelas, oficinas, servicios públicos… como ocurre en otros países europeos. «Fomentar la enseñanza de la RCP desde edades tempranas contribuye a una cultura de colaboración y ayuda en la sociedad, formando individuos que se sientan preparados y responsables para intervenir en situaciones de emergencia», defiende Turrión. «También hacen falta campañas para que se visualicen los beneficios de instalar un DEA y acabar con la falsa creencia de que estos dispositivos requieren de una gran inversión económica, cuando la realidad es que su precio es menor que el de un teléfono de alta gama de las marcas más conocidas, de los cuales se venden varios millones cada año», añade.

 Salud // elmundo

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