Es día de partido y el Barça juega unas semifinales, aunque aquí no lo parece. Arabia Saudí recibe por cuarto año de los últimos cinco la Supercopa de España, pero por mucho que nos esforcemos en encontrarlo, el ambiente que rodea al torneo sigue siendo muy alejado de lo que se esperaría en tierras españolas ante la magnitud de un evento que recibe en una misma ciudad a los cuatro mejores equipos del país de la última temporada, campeones y subcampeones de Liga y Copa. Es día de partido y el Barça juega unas semifinales, aunque aquí no lo parece. Arabia Saudí recibe por cuarto año de los últimos cinco la Supercopa de España, pero por mucho que nos esforcemos en encontrarlo, el ambiente que rodea al torneo sigue siendo muy alejado de lo que se esperaría en tierras españolas ante la magnitud de un evento que recibe en una misma ciudad a los cuatro mejores equipos del país de la última temporada, campeones y subcampeones de Liga y Copa.
Es día de partido y el Barça juega unas semifinales, aunque aquí no lo parece. Arabia Saudí recibe por cuarto año de los últimos cinco la Supercopa de España, pero por mucho que nos esforcemos en encontrarlo, el ambiente que rodea al torneo sigue siendo muy alejado de lo que se esperaría en tierras españolas ante la magnitud de un evento que recibe en una misma ciudad a los cuatro mejores equipos del país de la última temporada, campeones y subcampeones de Liga y Copa.
El entusiasmo por el fútbol, en una sociedad con una media de edad muy joven, 29 años, y un 63% de la población por debajo de los 30, se siente entre los aficionados locales que han encontrado en el balón una vía de escape de entretenimiento. El fútbol gusta, y mucho, eso nos dicen y nos repiten hasta la saciedad cuando preguntamos, pero la llegada del torneo no ha calado en el día a día de Yeda pese a que aquí es el deporte rey.
La disposición geográfica de la ciudad y el hecho que el torneo arranque en jornada laboral no ayudan a vender el espectáculo que debería ser una final a cuatro. Las grandes avenidas y el intenso tráfico dificultan cualquier tipo de reunión espontánea de aficionados, especialmente cerca de los hoteles donde están concentrados los equipos.
El estadio y las instalaciones deportivas donde el Barça y los demás clubes ha entrenado desde su llegada también están a más de 30 minutos en coche de la zona céntrica en un día (aquí imposible) sin tráfico, inaccesible si no se llega en transporte privado o Uber. El aislamiento geográfico añade una barrera más para los fans, quienes necesitan de un transporte planificado para acercarse a los lugares clave del torneo. En consecuencia, ni se perciben camisetas o bufandas en las calles, y la atmósfera de fútbol tan típica de un evento como este parece diluirse en la rutina de un día más.
Recorriendo las calles de Yeda, aquellas que podemos transitar ante la falta característica de aceras por donde moverse, curiosamente, los mayores entusiastas por la llegada del Barcelona y Real Madrid no son los hinchas. De hecho, cuando nos ven por la calle con micrófonos y cámaras, la pregunta se repite: “¿Quién juega hoy?”. Los empleados de hoteles y restaurantes, sin embargo, disfrutan de la efervescencia mediática por la presencia de la prensa en sus establecimientos y de las estrellas del fútbol español en su ciudad.
Es el caso de Mahdi, dueño de un restaurante de comida marroquí. Apasionado de Lamine Yamal, lleva más de 20 años en Arabia Saudí y la llegada del club azulgrana a la ciudad del Mar Rojo ha sido una revelación para él y su familia. Nos enseña emocionado las fotos de su hijo, también deportista. Su amor por Barcelona y el club es tal que no duda en ofrecerse para todo lo que necesitemos, desde comida hasta transporte. Por falta de hospitalidad, no será.
Una curiosidad que seguro que duele en el alma a más de un culé: el nombre que más se repite, el de Leo Messi
En los aledaños del hotel de concentración del FC Barcelona, la presencia de aficionados culés crece, pero no se dispara. A penas una decena de seguidores en la previa del partido, un par de camisetas y una curiosidad que seguro que duele en el alma a más de uno. El nombre que más se repite: Leo Messi. Ya han pasado cuatro años desde que el argentino tuvo que abandonar el club, pero el aura que desprende el ‘10’ sigue sobrepasando barreras temporales. No importa los años que pasen, su nombre siempre seguirá ligado al club y a la ciudad, así como el del equipo de Pep Guardiola, también recordado con admiración.
Atónitos ante esta falta de ‘caliu’, como decimos en Barcelona, llegamos al King Abdullah International Stadium. Imponente, pero confirmamos, en mitad de la nada. La llegada de aficionados es paulatina, y la música con los decibelios disparados intenta amenizar los minutos hasta la salida de los equipos al césped.
Más allá de un reducto de aficionados del Athletic, cien, a lo sumo, la afición local está dispersa por las gradas, ni por asomo llenas, ahogada por el ruido ensordecedor de la megafonía, aunque se entiende. Sin la música de fondo, el silencio se escucha. De hecho, creemos que a nuestro compañero Alfredo Martínez se le ha oído cantar la alineación en la otra punta del estadio… ¡y decían que el Camp Nou era como ir al teatro! Una sensación, incluso con el partido en juego y los goles de Gavi y Lamine, con un toque descafeinado, aunque los jóvenes culés, que ya lo empiezan a hacer, acabarán levantando muchas pasiones en los próximos años.
Veremos si un posible clásico en la final del próximo domingo, si el Mallorca no lo impide, permite despegar del todo al torneo en Yeda, que de momento, está teniendo más repercusión hasta en España por el ‘caso Olmo’ que por el fútbol. El balón y el espectáculo lo necesitan.
Diario de Mallorca – Deportes