Rusia se queda fuera de Eurovisión, pero no de los festivales musicales. Tres años después de su expulsión de la Unión Europea de Radiodifusión (UER), el país de Vladimir Putin ha decidido resucitar Intervisión, su propia versión del certamen europeo, con el objetivo de ocupar el vacío dejado por su salida forzada en 2022.
Putin ha firmado un decreto que oficializa el regreso de este festival, que se celebrará en Moscú en 2025, en una fecha aún por determinar. La organización recaerá en el viceprimer ministro Dmitri Chernishenko y contará con la supervisión del propio presidente. Intervisión no es un invento nuevo: nació a finales de los 70 como respuesta soviética a Eurovisión y tuvo cuatro ediciones entre 1977 y 1980 con la participación de países del Bloque del Este, como Polonia, Checoslovaquia y la propia URSS.
El proyecto no es una idea improvisada. En 2009, Putin ya intentó recuperar el certamen con la inclusión de Rusia, China y varios países de Asia Central, aunque el plan nunca llegó a concretarse. Ahora, sin opción de regresar a Eurovisión y en un contexto geopolítico cada vez más polarizado, el Kremlin ve en Intervisión una oportunidad para reforzar su influencia cultural y mediática fuera del ámbito occidental.
Si bien los detalles del festival aún no están cerrados, la prensa rusa apunta a que Putin pretende ampliar su alcance más allá de la esfera exsoviética. China, Brasil y otros países aliados de Rusia podrían ser algunos de los invitados a esta nueva etapa del certamen, que busca consolidarse como un evento musical alternativo y, al mismo tiempo, un escaparate de su visión del mundo.
Con este movimiento, Rusia no solo responde a su exclusión de Eurovisión, sino que también intenta construir un espacio propio en el ámbito cultural internacional. Falta por ver si logrará atraer el interés global o si se quedará como un evento con eco limitado dentro de su órbita política. Mientras tanto, Europa sigue sin señales de abrirle nuevamente las puertas al festival que abandonó en 2021, cuando su última participación terminó con un noveno puesto en Róterdam.
Moscú ya calienta motores y Putin quiere que Intervisión no sea un simple revival nostálgico, sino un golpe de efecto que marque distancia con Occidente. El micrófono está abierto, pero la pregunta sigue en el aire: ¿logrará este festival convertirse en una alternativa real o quedará como un intento fallido de emular el brillo de Eurovisión?
Rusia lanza su propio festival tras su veto en Eurovisión. Intervisión regresa 45 años después y busca aliados como China y Brasil, con Moscú como sede
Rusia se queda fuera de Eurovisión, pero no de los festivales musicales. Tres años después de su expulsión de la Unión Europea de Radiodifusión (UER), el país de Vladimir Putin ha decidido resucitar Intervisión, su propia versión del certamen europeo, con el objetivo de ocupar el vacío dejado por su salida forzada en 2022.
Putinha firmado un decreto que oficializa el regreso de este festival, que se celebrará en Moscú en 2025, en una fecha aún por determinar. La organización recaerá en el viceprimer ministro Dmitri Chernishenko y contará con la supervisión del propio presidente. Intervisión no es un invento nuevo: nació a finales de los 70 como respuesta soviética a Eurovisióny tuvo cuatro ediciones entre 1977 y 1980 con la participación de países del Bloque del Este, como Polonia, Checoslovaquia y la propia URSS.
El proyecto no es una idea improvisada. En 2009, Putin ya intentó recuperar el certamen con la inclusión de Rusia, China y varios países de Asia Central, aunque el plan nunca llegó a concretarse. Ahora, sin opción de regresar a Eurovisión y en un contexto geopolítico cada vez más polarizado, el Kremlin ve en Intervisión una oportunidad para reforzar su influencia cultural y mediática fuera del ámbito occidental.
Si bien los detalles del festival aún no están cerrados, la prensa rusa apunta a que Putin pretende ampliar su alcance más allá de la esfera exsoviética. China, Brasil y otros países aliados de Rusia podrían ser algunos de los invitados a esta nueva etapa del certamen, que busca consolidarse como un evento musical alternativo y, al mismo tiempo, un escaparate de su visión del mundo.
Con este movimiento, Rusia no solo responde a su exclusión de Eurovisión, sino que también intenta construir un espacio propio en el ámbito cultural internacional. Falta por ver si logrará atraer el interés global o si se quedará como un evento con eco limitado dentro de su órbita política. Mientras tanto, Europa sigue sin señales de abrirle nuevamente las puertas al festival que abandonó en 2021, cuando su última participación terminó con un noveno puesto en Róterdam.
Moscú ya calienta motores y Putin quiere que Intervisión no sea un simple revival nostálgico, sino un golpe de efecto que marque distancia con Occidente. El micrófono está abierto, pero la pregunta sigue en el aire: ¿logrará este festival convertirse en una alternativa real o quedará como un intento fallido de emular el brillo de Eurovisión?
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