Putin aprueba la nueva doctrina que permite responder con armas nucleares a un ataque convencional contra Rusia

El presidente ruso, Vladímir Putin, ha firmado este martes el decreto que abre la doctrina nuclear del Kremlin a nuevos supuestos en los que contempla disparar armas de destrucción masiva. El documento estaba preparado desde septiembre, pero el mandatario ha esperado para hacerlo oficial a que la Casa Blanca diese luz verde a Ucrania para emplear los misiles estadounidenses de largo alcance contra objetivos militares en territorio ruso.

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 El documento amplía los supuestos en los que el Kremlin contempla apretar el botón. Entre otros, una “agresión” de un país sin armas de destrucción masiva que cuente con el apoyo de alguna potencia atómica  

El presidente ruso, Vladímir Putin, ha firmado este martes el decreto que abre la doctrina nuclear del Kremlin a nuevos supuestos en los que contempla disparar armas de destrucción masiva. El documento estaba preparado desde septiembre, pero el mandatario ha esperado para hacerlo oficial a que la Casa Blanca diese luz verde a Ucrania para emplear los misiles estadounidenses de largo alcance contra objetivos militares en territorio ruso.

Aunque esta doctrina considera que las armas atómicas son la última opción en un conflicto, a partir de ahora también contemplará su uso si existe no solo “una amenaza a la existencia misma del Estado”, como antes, sino también “una amenaza crítica a la soberanía y/o la integridad territorial” del país.

La doctrina nuclear es un manual que, en teoría, debe orientar al Kremlin en caso de escalada de un conflicto. Y dos de los nuevos escenarios se amoldan, a ojos de Moscú, a la guerra de Ucrania para incluir a Estados Unidos y la Unión Europea como enemigos.

En el punto 11 del documento, Moscú recalca que prevé emplear la disuasión nuclear incluso contra Estados que no disponen de este tipo de armas si suponen un gran problema para su soberanía. “La agresión a la Federación de Rusia y sus aliados por parte de cualquier Estado que no dispone de armas nucleares con la participación o el apoyo de un Estado con armas nucleares será considerada un ataque conjunto”, se lee.

Además, el Kremlin reincide —en el punto 10 del documento— en que “la agresión de cualquier Gobierno como parte de una coalición militar (bloque, unión) contra la Federación de Rusia y sus aliados será considerada una agresión de este bloque en su conjunto”.

El manual no cita ningún país o bloque rival concreto, pero su redacción se ajusta a la definición del Kremlin de la OTAN como enemigo potencial con el que recurrir a la “disuasión nuclear” si el presidente ruso lo considera necesario. El documento no solo considera una amenaza la presencia de armas atómicas, sino también sistemas de defensa antimisiles y armas convencionales de alta precisión, y “agrupaciones militares de propósito general que incluyan medios con capacidad para portar armas nucleares”.

La nueva doctrina nuclear rusa incluye también a su aliada Bielorrusia. Putin y el régimen de Aleksandr Lukashenko acordaron el despliegue de este tipo de armas en este territorio vecino en 2023. Asimismo, también abre la puerta a pulsar el botón atómico en el caso de que el Kremlin disponga “de información fiable sobre un ataque masivo de aviones, misiles o vehículos aéreos no tripulados estratégicos”.

El diario estadounidense The New York Times publicó el pasado domingo que la Administración de Joe Biden había concedido permiso al Gobierno de Volodímir Zelenski para emplear los misiles norteamericanos de largo alcance ATACMS en la profundidad del territorio ruso, donde las bases, depósitos y aeródromos de su enemigo estaban hasta ahora protegidos. El portavoz de Putin, Dmitri Peskov, manifestó un día después que esta autorización implicaría “una situación cualitativamente nueva en la participación de Estados Unidos en este conflicto”.

Búnkeres portátiles

La amenaza de una guerra atómica le ha servido al Kremlin para sembrar la duda en Occidente a la hora de apoyar militarmente a Ucrania desde que comenzó la ofensiva sobre Kiev en febrero 2022. Al decreto de Putin de este martes se ha unido otra jugada para alimentar el pánico nuclear dentro y fuera de sus fronteras: el Instituto Panruso de Investigación para la Defensa Civil y Situaciones de Emergencia —que depende del Kremlin— anunció horas después del decreto que ha comenzado la producción masiva de su refugio Kub-M, un búnker portátil que consta de dos módulos con capacidad para albergar 54 personas y diversos medios técnicos.

El consorcio estatal asegura que este refugio protege contra la radiación ligera de una explosión nuclear y la posterior contaminación radiactiva. Según el diario ruso Echo FM, las autoridades han ofrecido hasta 46 millones de rublos, algo más de 400.000 euros, por bloques de metal que, para algunos expertos, son inútiles. “Las armas nucleares liberan tal densidad de energía que surgen los tornados nucleares, cuya temperatura es tal que son capaces de arrasar incluso las estructuras de acero. Cuando se utilizan varias bombas en las metrópolis, las ciudades arden por completo”, resumía el físico Andréi Ozharovski en el periódico Nóvaya Gazeta.

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