La situación económica del país deja mucho que desear. Los hogares españoles llevan desde años enfrentándose a una vida cada vez más cara. La vivienda, tanto de compra como de alquiler, tiene un peso muy importante en el presupuesto de las familias, sobre todo desde que su precio no ha dejado de elevarse; la cesta de la compra también se ha encarecido; y, en definitiva, asumir los gastos domésticos supone un verdadero esfuerzo económico para muchos.
Ante este escenario, ahorrar se vuelve misión imposible. Tanto es así, que uno de cada cuatro españoles no tiene capacidad de ahorro a final de mes, según un estudio realizado por la Unión de Créditos Inmobiliarios (UCI).
Por todo ello, muchos deciden optar por algún tipo de financiación para hacer ciertas inversiones que no pueden realizarse a través de los ingresos mensuales o los ahorros prácticamente inexistentes de muchos ciudadanos. Pero, en estos casos, ¿se debe recurrir a un crédito asociado a la tarjeta o pedir un préstamo personal?
Ambas son opciones de financiación, pero funcionan de manera diferente, por lo que a la hora de elegir, se tiene que valorar cuál es más ventajosa, sus características y sus costes.
Crédito asociado a una tarjeta
En el caso de estas tarjetas, sus propietarios pueden disponer de este crédito de manera inmediata, aunque dicha facilidad «tiene un coste», tal y como explican desde el blog Finanzas para todos. Y es que el tipo de interés suele ser más alto que el de un préstamo personal, sin embargo, solo se aplica a la cantidad de dinero que se utiliza.
Asimismo esta tarjeta tiene un límite de crédito disponible que figurará en el contrato. Por consiguiente, se podrá usar el dinero que se necesite en cualquier momento hasta ese límite.
A la hora de devolver el crédito de la tarjeta, su propietario podrá optar por diferentes modalidades de pago: pagar todo a fin de mes sin intereses, pagar el mínimo o una cuantía parcial. En el caso de las modalidades de pago aplazado, «el coste total puede ser más difícil de prever», señalan.
Préstamo personal
La entidad financiera presta a su cliente una cantidad de dinero de una sola vez y este deberá devolverlo en cuotas mensuales, que incluyen intereses, comisiones y gastos. El tipo de interés se aplica sobre la totalidad del préstamo y este suele se más bajo en comparación con el que se aplica a las tarjetas de crédito.
«A la hora de devolver un préstamo, las cuotas suelen ser fijas y se reparten a lo largo del plazo del préstamo, definido desde el principio. Al tener pagos fijos y un plazo determinado es más fácil saber cuánto pagarás en total», sentencian desde el blog.
Ambas son opciones de financiación, pero funcionan de manera diferente
La situación económica del país deja mucho que desear. Los hogares españoles llevan desde años enfrentándose a una vida cada vez más cara. La vivienda, tanto de compra como de alquiler, tiene un peso muy importante en el presupuesto de las familias, sobre todo desde que su precio no ha dejado de elevarse; la cesta de la compra también se ha encarecido; y, en definitiva, asumir los gastos domésticos supone un verdadero esfuerzo económico para muchos.
Ante este escenario, ahorrar se vuelve misión imposible. Tanto es así, que uno de cada cuatro españoles no tiene capacidad de ahorro a final de mes, según un estudio realizado por la Unión de Créditos Inmobiliarios (UCI).
Por todo ello, muchos deciden optar por algún tipo de financiación para hacer ciertas inversiones que no pueden realizarse a través de los ingresos mensuales o los ahorros prácticamente inexistentes de muchos ciudadanos. Pero, en estos casos, ¿se debe recurrir a un crédito asociado a la tarjeta o pedir un préstamo personal?
Ambas son opciones de financiación, pero funcionan de manera diferente, por lo que a la hora de elegir, se tiene que valorar cuál es más ventajosa, sus características y sus costes.
Crédito asociado a una tarjeta
En el caso de estas tarjetas, sus propietarios pueden disponer de este crédito de manera inmediata, aunque dicha facilidad «tiene un coste», tal y como explican desde el blog Finanzas para todos. Y es que el tipo de interés suele ser más alto que el de un préstamo personal, sin embargo, solo se aplica a la cantidad de dinero que se utiliza.
Asimismo esta tarjeta tiene un límite de crédito disponible que figurará en el contrato. Por consiguiente, se podrá usar el dinero que se necesite en cualquier momento hasta ese límite.
A la hora de devolver el crédito de la tarjeta, su propietario podrá optar por diferentes modalidades de pago: pagar todo a fin de mes sin intereses, pagar el mínimo o una cuantía parcial. En el caso de las modalidades de pago aplazado, «el coste total puede ser más difícil de prever», señalan.
Préstamo personal
La entidad financiera presta a su cliente una cantidad de dinero de una sola vez y este deberá devolverlo en cuotas mensuales, que incluyen intereses, comisiones y gastos. El tipo de interés se aplica sobre la totalidad del préstamo y este suele se más bajo en comparación con el que se aplica a las tarjetas de crédito.
«A la hora de devolver un préstamo, las cuotas suelen ser fijas y se reparten a lo largo del plazo del préstamo, definido desde el principio. Al tener pagos fijos y un plazo determinado es más fácil saber cuánto pagarás en total», sentencian desde el blog.
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