Olfa Hamdi (Gafsa, Túnez, 37 años) vive entre dos mundos. Entre Estados Unidos y Túnez. “Tengo dos casas. Dos coches. Pero no dos esposos”, bromea. Entre dos trayectorias: una empresarial y otra política. La primera es la de una joven empresaria que, además de levantar su propia compañía de tecnología, co-inventó cuando estaba en la universidad el Advanced Work Packaging, un sistema para mejorar la predictibilidad y eficiencia en la ejecución de proyectos y que se ha convertido en una práctica estándar en la industria de la construcción. Además, Hamdi es fundadora y líder del partido de centro-derecha Tercera República en Túnez, con el que anunció su candidatura a las presidenciales de octubre de 2024. Pero seis meses antes de los comicios, esta carrera se vio truncada por un inesperado cambio de las normas. Se fijó la edad mínima para concurrir a los 40 años y ella quedó fuera. Ahora busca otras formas de incidir. “Tengo la visión de lo que Túnez podría llegar a ser. Y no es un sueño”, asegura.
La excandidata de centro-derecha a la presidencia de su país defiende un Túnez más abierto a Occidente en el que las mujeres y los jóvenes tengan un asiento en la mesa de toma de decisiones
Olfa Hamdi (Gafsa, Túnez, 37 años) vive entre dos mundos. Entre Estados Unidos y Túnez. “Tengo dos casas. Dos coches. Pero no dos esposos”, bromea. Entre dos trayectorias: una empresarial y otra política. La primera es la de una joven empresaria que, además de levantar su propia compañía de tecnología, co-inventó cuando estaba en la universidad el Advanced Work Packaging, un sistema para mejorar la predictibilidad y eficiencia en la ejecución de proyectos y que se ha convertido en una práctica estándar en la industria de la construcción. Además, Hamdi es fundadora y líder del partido de centro-derecha Tercera República en Túnez, con el que anunció su candidatura a las presidenciales de octubre de 2024. Pero seis meses antes de los comicios, esta carrera se vio truncada por un inesperado cambio de las normas. Se fijó la edad mínima para concurrir a los 40 años y ella quedó fuera. Ahora busca otras formas de incidir. “Tengo la visión de lo que Túnez podría llegar a ser. Y no es un sueño”, asegura.
Por su perfil político y emprendedor, la Universidad de Navarra ha invitado a Hamdi, ingeniera de formación, a impartir dos conferencias en Pamplona, una sobre los derechos humanos en su país y otra sobre los lazos con España, que visita por primera vez y donde dice que, al investigarla, encontró “un tesoro”. “El país occidental más sensato en el tema palestino”, sentencia. En su trayecto de vuelta a Washington, donde reside gran parte del año, realiza una parada en Madrid y atiende esta entrevista.
Pregunta. ¿Es más empresaria o política?
Respuesta. Mi negocio paga las facturas; la política no. Estoy agradecida de poder ganarme la vida sin que mi integridad como mujer en política se vea comprometida. Nosotras no tenemos patrocinadores para ascender; al menos yo no me he encontrado con ninguno. Es como cuando lanzas una startup y nadie cree en tu idea: te la autofinancias y después conoces a personas que te apoyan.
P. ¿Por qué cree que se cambió el criterio de edad para presentarse a las elecciones?
R. Hubo resistencia y miedo; y el actual presidente dijo: “No vamos a tener una presidenta mujer de 36 años, eso nunca sucedió en el mundo árabe”.
P. ¿El problema era que es mujer o joven?
R. Creo que eran las políticas. A eso se añade la edad y el hecho de ser mujer. Tenemos visiones diferentes. Él [el presidente, Kais Said] piensa que Túnez debería romper con Occidente y acercarse a Rusia, Irán y China. Yo creo que hemos tenido una relación económica problemática con Occidente, pero no deberíamos divorciarnos, sino reparar la relación y construir sobre ella. Él piensa que deberíamos aislarnos, mientras que yo propongo que nos abramos aún más. Recibimos nueve millones de visitantes al año y podríamos hasta cuadruplicar nuestros ingresos turísticos.
P. ¿Se presentará a las elecciones de 2029?
R. No lo sé. Fue doloroso ser injustamente apartada; sentí que me quitaron la voz. Pero luego me dije: ‘No te van a dejar postularte, ¿qué vas a hacer, sentarte y esperar a la próxima elección?’ No, tengo que poner el mensaje sobre la mesa, esté o no en campaña. Me di cuenta de que no me importaba si soy candidata o no, mientras tenga un asiento en la mesa. Porque si no lo tenemos, significa que estamos en el menú.
P. ¿Se refiere a las mujeres?
R. No se permitió que ninguna mujer se presentara a las elecciones. Hemos avanzado mucho en términos de derechos. Túnez es el único país árabe que prohíbe oficialmente la poligamia y lo cumple. Es el primer país árabe que ha invertido en la educación obligatoria para niñas a partir de los seis años, desde 1956. Pero hoy no veo a políticos hombres defendiendo esos derechos. Solíamos tenerlos, pero ahora no. De hecho, ahora hablan de traer de vuelta la poligamia. Tenemos que defendernos y para ello necesitamos nuestro asiento en la mesa.

P. ¿Por qué se define de centro-derecha?
R. Lo fácil es volverse radical. Lo más difícil es mantenerse en el centro; los grupos radicales de la derecha y la izquierda tienen lugares muy cómodos porque la narrativa es fácil. Dan una respuesta simple a una realidad compleja. Mi mayor desafío es navegar el posicionamiento político en varios temas sin caer en ninguna de las posiciones extremas. Cuando salimos de la dictadura en 2011, hicimos una transición democrática, pero no económica. Algunas personas nos definen de centro-derecha porque proponemos una reforma en este capítulo: mi partido defiende políticas de libertad económica, privatización, menos gobierno, integración con los estándares financieros y las instituciones internacionales, responsabilidad fiscal. Pero cuando se trata de política social, no hay derecha o izquierda.
P. Una de las mayores crisis del mundo árabe está ahora en Gaza. ¿Cuál es su posición?
R. La posición de Túnez, desde 1956, ha sido apoyar la solución de dos Estados. Pero el actual presidente hizo un giro y se alineó con Irán, que no reconoce a Israel. Es una posición radical que solo sirve para usar la causa palestina en la política interna. Y me opongo. No creo que el mundo árabe deba tener una posición única. Pero lo que debería haber hecho y no hizo era enviar suficiente ayuda humanitaria y presionar para, al menos, salvar a las mujeres y los niños.
P. Pero ni la gente puede salir ni la ayuda entrar fluidamente porque Israel lo impide.
R. Los países árabes podrían haber abierto sus fronteras. ¿Por qué se las cerraron a las mujeres? No hay ninguna mujer en la Liga Árabe. Nunca ha habido una. Cuando los líderes árabes se reúnen, los problemas de las mujeres no están incluidos. Las mujeres árabes tienden a sufrir más depresión que en otras regiones, tienen más sobrepeso, menos acceso a la riqueza y podría seguir. Lo que está sucediendo en Gaza es el extremo de esa negligencia. A muchos políticos árabes les gusta culpar a Occidente, pero no asumen su responsabilidad. Por eso abogo por más mujeres en la política. Porque nos preocupan otras cuestiones. Cuando se trata de guerra, me importan los niños, no son daños colaterales.
P. Donald Trump ha propuesto convertir Gaza en la Riviera de Oriente Medio. ¿Qué opina?
R. Cuando tienes miembros de una familia peleando por una tierra y no quieren resolverlo, pelearán para siempre. Pero si viene alguien y dice que va a comprarlo todo, se dan cuenta de que tienen que hacer algo al respecto. Así que veo la propuesta de Trump como un evento político que empujó a las fuerzas regionales a tomar en serio el tema para encontrar una solución.
P. Fue la primera mujer en dirigir la aerolínea Túnez Air, pero solo durante un mes. ¿Qué pasó?
R. Me despidieron. No estaban preparados para una mujer. Me nombraron para que me sentara y fuera agradable. Pero me lo tomé en serio, comencé a actuar y realizar cambios, involucré a los empleados para reestructurar la aerolínea, renegociar la deuda y resolver los retrasos. Tomé el mando esos 51 días. Y el ministro de finanzas me llamó a su oficina y me dijo que querían liquidar la aerolínea, no salvarla. Así que fui despedida. Ese fue mi primer escándalo político.
P. ¿Hubo un segundo?
R. Ha habido como 10 después.
P. El presidente de Túnez, Kais Said, ha emprendido una persecución judicial contra la oposición. En el macrojuicio que está desarrollándose hay encausados 40 dirigentes e intelectuales bajo la acusación de “conspirar contra la seguridad del Estado” [el pasado sábado fueron condenados a penas de entre 13 y 66 años de cárcel]. ¿Teme acabar usted también frente a los tribunales?
R. En Túnez, hay políticos en la cárcel; hay periodistas en la cárcel; hay jóvenes artistas en la cárcel porque hicieron una caricatura del presidente. Si un político comete un crimen, puede ser procesado, no es inmune. Lo que me preocupa es que él [el presidente] comenzó a encarcelar a personas por sus opiniones. Es ir demasiado lejos en un país en el que murió gente para que fuéramos libres y pudiéramos expresar nuestras opiniones. Como país, gobierno e instituciones, tenemos que acostumbrarnos a que otros digan cosas que no nos gustan. Necesitamos ser una democracia con libertad de expresión.
P. ¿Se usa la inmigración como arma política, ya que Libia ha sellado nuevos acuerdos con la Unión Europea y Túnez se ha convertido en la nueva ruta?
R. Creo que debería ser un crimen internacional utilizar la inmigración ilegal contra los países vecinos, abrir las fronteras solo porque no te gusta tu vecino es matar a gente. Si no quieres ser un criminal en el poder, no juegues con la vida de las personas. Necesitamos que nuestro Mediterráneo sea seguro. No queremos que sea un cementerio de seres humanos, que es el caso en este momento. El Mediterráneo es hermoso y la gente debería venir a disfrutar de la vida. ¿Quién iría a una piscina donde alguien murió? Nadie.
P. Pero Túnez no pedía visa a los africanos subsaharianos y ahora sí.
R. Túnez eliminó las visas para muchos países subsaharianos, lo que hizo muy fácil para ellos venir como un trampolín [a Europa]. Pero luego no pueden cruzar y se quedan atrapados. Y les es difícil obtener una identificación. Cualquier tunecino que alquile una casa a un migrante ilegal puede ser castigado, así que los tenemos en la calle. Es inhumano. No quiero fomentar la migración ilegal, soy pragmática. Estoy a favor de cerrar la frontera, pero debemos asumir la responsabilidad y hacerlo mejor en términos de derechos humanos. Es una vergüenza que tengamos políticas que dañan a los migrantes en nuestro país. Cuando tienes personas atrapadas dentro es tu deber asegurarte de que haya un mínimo de dignidad.
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