Monserrat García Gómez, jefa de Área de Salud laboral: «Se está trabajando en múltiples frentes para la prevención del suicidio»

España presenta elevadas exposiciones a riesgos laborales psicosociales del trabajo en comparación con otros 35 países europeos. Leer España presenta elevadas exposiciones a riesgos laborales psicosociales del trabajo en comparación con otros 35 países europeos. Leer  

Desde el pasado 29 de octubre hay una palabra, DANA, y toda la devastación y dolor que conlleva, que ocupa el pensamiento, el tiempo y el sentir general. Y desde la Administración alcanza a los más diversos ámbitos, también el del trabajo, al que pertenece Monserrat García Gómez, jefa de Área de Salud laboral. Responde por escrito a esta entrevista arañando minutos que no tiene por su dedicación en los últimos días a las consecuencias del temporal en Valencia y a la coordinación de las medidas para hacer frente a la situación.

El cuestionario es para abordar una realidad distinta, pero en la que también está presente el dolor y la pérdida, el suicidio, o más bien, su prevención. García Gómez trabaja actualmente en la elaboración de un Plan de Acción impulsado por el Ministerio de Sanidad que busca integrar los diversos ámbitos, también el laboral, para aumentar la sensibilización respecto a la conducta suicida, mejorar la detección de factores adversos y reducir el sufrimiento y la desesperanza.

«España presenta elevadas exposiciones a riesgos laborales psicosociales del trabajo en comparación con otros 35 países europeos», subraya en base a los datos de la Encuesta Europea de Condiciones de Trabajo. Es el sexto país «con mayor exposición a alta tensión (la combinación de altas exigencias y bajo control) con un 33,68% solo por detrás de Grecia, Chipre, Albania, Rumanía y Turquía y el segundo con peores niveles de inseguridad laboral (25,51%)». La combinación de altas exigencias y bajas compensaciones abarcaba, según dicha investigación, al 13,86% de la población asalariada.

El estigma es aún una de las principales barreras para una prevención eficaz. Y en los centros de trabajo se sigue evitando hablar abiertamente de los problemas relacionados con la salud mental y el malestar emocional. «Sí, es obvio» que sigue existiendo (estigma) «aunque en los últimos años y, sobre todo, después de la pandemia, esta problemática ha aflorado en todos los ámbitos y sectores, y se habla mucho más de ello con normalidad. No en vano se denominó «cuarta ola» al incremento de los trastornos mentales y del comportamiento observados en la población general y en la población trabajadora, en particular», subraya haciendo hincapié en que «continuar hablando de ello, promover planes y programas de prevención, formar e informar, son cuestiones fundamentales para contribuir a derribar este tabú social».

Los trabajadores se pueden ver expuestos durante su jornada laboral a diversos riesgos psicosociales, que, según la Agencia Europea para la Seguridad y Salud en el Trabajo, define «como los riesgos laborales derivados de las deficiencias en el diseño, la organización y la gestión del trabajo».

Montserrat García Gómez detalla con rigor (citando cada fuente) los estudios científicos que ponen de manifiesto cuáles son los más significativos con «investigaciones longitudinales y con grandes bases de datos que descartan de forma fiable el azar».

Revisiones bibliográficas sistemáticas y meta-análisis «asocian los riesgos psicosociales laborales a problemas de salud muy prevalentes como la ansiedad y la depresión, el infarto de miocardio o el accidente cerebrovascular. También son considerados como una de las causas más relevantes de las bajas por enfermedad y se ha podido establecer la relación entre la exposición a dichos riesgos y el consumo de psicofármacos y analgésicos».

En su respuesta a EL MUNDO, esta especialista en Medicina del Trabajo, Medicina Preventiva y Salud Pública, concreta de 10 conclusiones que resumen los últimos 20 años de investigación:

  1. Aumenta un 77% las posibilidades de padecer depresión el hecho de estar expuesta/o a condiciones de trabajo caracterizadas por la alta tensión, es decir, tener más carga de trabajo de la que se puede realizar durante la jornada laboral ( lo que supone trabajar a gran velocidad y/o alargar la jornada, bajas oportunidades de influir (baja autonomía); bajas posibilidades de aplicar habilidades y conocimientos y de adquirir nuevos en la realización de las tareas.
  2. Las posibilidades de padecer trastornos depresivos aumentan un 61% y hasta un 77% de sufrir trastornos ansiosos y un 30% las posibilidades de consumir psicotrópicos si se está expuesta/o a alta inseguridad (preocupación por la pérdida de empleo y los cambios de condiciones de trabajo).
  3. Las posibilidades de padecer depresión podrían incrementarse hasta un 66% si se está expuesta/o a altas exigencias cuantitativas y bajas compensaciones.
  4. Las posibilidades de padecer depresión se incrementan un 42% y un 49% las de padecer trastornos del sueño si se está expuesta/o a violencia o amenazas.
  5. Las posibilidades de consumir psicotrópicos aumentan un 26% si se está expuesta/o al conflicto trabajo-familia
  6. Las altas exigencias cuantitativas aumentan las posibilidades de padecer depresión en un 23% y un 16% las posibilidades de consumir psicotrópicos
  7. Las altas exigencias emocionales aumentan las posibilidades de padecer depresión en un 21%;
  8. . El bajo control sobre el trabajo (baja influencia y bajas posibilidades de aplicar conocimientos y aprender nuevos) aumenta las posibilidades de padecer depresión en un 25%
  9. El bajo apoyo de compañeros/as aumentan las posibilidades de padecer depresión en un 37%
  10. El bajo apoyo de superiores aumenta las posibilidades de padecer depresión en un 33%.

Todas las ediciones de la encuesta europea sobre las condiciones de trabajo realizadas en de 1995 a 2015 muestran que «las desigualdades por grupo ocupacional son persistentes». Médicos, conductores de autobuses y tranvías, profesionales de enfermería y parería, empleados administrativos con tareas de atención al público, conductores de camiones, vendedores en tiendas y almacenes, auxiliares de enfermería y policías, son las profesiones en las que se acumulan un mayor número de casos.

Las actividades económicas más expuestas a factores laborales que pueden afectar a la salud mental fueron: las sanitarias y de servicios sociales, transporte y almacenamiento, financieras y de seguros, administración pública y defensa, comercio al por menor y servicios de comidas y bebidas.

Las empresas están obligadas por ley a velar por la salud física y mental de sus trabajadores…¿pero se cumple? «Desde 1995, año en el que se promulga la Ley de Prevención de Riesgos Laborales, las empresas deben realizar una evaluación que incluye la identificación de los factores de riesgo psicosocial presentes en el lugar de trabajo y la estimación de la magnitud y el alcance de la exposición», recuerda García Gómez. Con esta información se debe determinar el nivel de riesgo al que están expuestos los trabajadores y las trabajadoras y establecer medidas preventivas y/o de protección en su caso, con criterios de prioridad y sujetas a una planificación. Así consta la normativa sobre el papel, pero la realidad es otra.

A pesar de la obligatoriedad, la prevención de los riesgos psicosociales es la «especialidad menos implantada en las organizaciones» y su gestión «es muy dispar» en la realidad empresarial española, asegura. «Una variable fundamental es que la gestión de los riesgos psicosociales es muy diferente en base al tamaño de empresa porque influye en la modalidad de la organización de la actividad preventiva. En este sentido, la gestión de los riesgos psicosociales varía en función de quién la realiza: servicios de prevención ajenos o propios. Las empresas medianas y grandes con servicio de prevención propio, comité de seguridad y salud y delegado de prevención («efecto sindicato»), tienen mejor integrada la prevención de riesgos laborales en general, y esto tiene un impacto positivo en la gestión de los riesgos laborales psicosociales».

«Los trastornos de salud mental tienen múltiples orígenes, lo que significa que se puede actuar en diversos ámbitos para evitarlos»

El hecho de que exista «una baja ratio inspector de trabajo-trabajador tampoco contribuye a la prevención», señala explicando un dato significativo: los tres motivos principales de empresas y organizaciones para abordar la prevención de riesgos laborales son el cumplimiento de la ley, evitar las multas y sanciones de la inspección de trabajo y responder a las exigencias de la representación laboral.

La conducta suicida no responde a una única causa y en el sufrimiento y desesperanza que reside en ella se entrelazan múltiples factores psicobiológicos y sociales. Entre estos últimos pueden figurar adversidades de tipo laboral. La concienciación en los centros de trabajo públicos y privados de que estos problemas pueden aumentar el riesgo de suicidio es un paso determinante para avanzar en la protección de vidas

«Los trastornos de salud mental tienen múltiples orígenes, son multifactoriales, lo que significa que se puede actuar en diversos ámbitos para evitarlos. Uno de éstos es la organización del trabajo y la regulación del empleo. El trabajo no es neutral para la salud, puede ser un elemento protector y enriquecedor para la propia salud mental, un espacio que puede permitir el desarrollo profesional y personal y la independencia económica de trabajadoras y trabajadores en un mundo mercantilizado como el nuestro. No obstante, se dan circunstancias laborales que inciden negativamente en la salud mental de las personas trabajadoras. Y esto es algo que ha aflorado en muchos sectores y profesiones, y de lo que se habla con mucha más normalidad», asegura.

El suicidio es un problema de salud pública y social de primer orden y con consecuencias devastadoras para la vida, no solo para el que la pierde sino también para sus seres queridos. En España, 11 personas fallecen cada día en estas duras circunstancias, atrapados en el dolor, la desconexión y la desesperanza.

Bajo la convicción de la necesidad de trabajar conjuntamente desde los diversos sectores sociales y económicos para proteger a personas vulnerables, el Gobierno está elaborando el Plan de Ácción para la prevención del suicidio 2025-2027, el primero de ámbito nacional, y al mismo tiempo se desarrolla la Estrategia Española de Seguridad y Salud en el Trabajo 2023-2027. «Como ante cualquier problema complejo, se está trabajando en múltiples frentes», explica Montserrat García Gómez detallando algunos de ellos.

El nuevo Plan de Acción para la prevención del suicidio impulsado por Sanidad incluye el desarrollo de un sistema de vigilancia epidemiológica en salud mental que incluya la conducta suicida, la creación de un Observatorio específico, la realización de campañas de sensibilización, promoción de la salud mental, concienciación contra el estigma y prevención de la conducta suicida, fomentar un abordaje con perspectiva de género para una adecuada comprensión y atención, considerar la conducta suicida en el marco de la salud en el trabajo, mejorar la prevención de los riesgos psicosociales laborales, promover la salud mental y la prevención del suicidio en el entorno laboral, fomentar el intercambio de experiencias y buenas prácticas y ofrecer formación y supervisión a profesionales que atienden personas en riesgo.

En segundo lugar, en el marco de la Comisión Nacional de Seguridad y Salud en el Trabajo y de la Estrategia Española de Seguridad y Salud en el Trabajo 2023-2027, se ha constituido un Grupo de Trabajo cuatripartito sobre Factores Psicosociales que está abordando toda la problemática y su prevención en los lugares de trabajo. La participación de representantes de la Administración General del Estado (Ministerios de Trabajo y de Sanidad), de las Comunidades Autónomas, de representantes empresariales y sindicales, «permite tener esperanza en cuanto a la traslación de las medidas de prevención que se acuerden a los centros de trabajo de nuestro país, ya sean estos públicos o privados».

Estos son sus principales objetivos: estudiar la influencia de los factores psicosociales en el riesgo para la salud mental; apoyar su identificación, evaluación y prevención y vigilancia de la salud en actividades con mayor índice de prevalencia de problemas de salud mental; analizar el establecimiento de indicadores psicosociales que permitan conocer qué actividades son las más afectadas por estos factores de riesgo y que faciliten anticipar intervenciones preventivas; impulsar acciones que permitan alinear la Estrategia Española de Seguridad y Salud en el Trabajo y la de Salud Mental del Sistema Nacional de Salud, en las áreas de conocimiento y salud del personal sanitario, sociosanitario y otros trabajadores sanitarios.

Dicha estrategia también irá encaminada a conocer si los pacientes con edad laboral con una incapacidad temporal o permanente por depresión-ansiedad han sufrido alguna circunstancia adversa en el trabajo y diseñar una intervención preventiva en función de los factores que se hayan identificados; a reconocer a aquellas empresas que acrediten buenas prácticas en el manejo de la salud emocional, a ofrecer a las empresas un procedimiento que facilite la contratación y el retorno al trabajo de personas que hayan padecido una enfermedad mental. Otra de las líneas de acción será «cuidar a quien cuida» con medidas para proteger la salud mental del personal sanitario, sociosanitario y de otros trabajadores esenciales, explica García Gómez expresando su confianza en que la presencia de empresarios y trabajadores en los acuerdos «permita alcanzar los objetivos».

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