Los argentinos despiden al papa Francisco partidos entre la tristeza y la indiferencia

Fieles en  la parroquia de la Virgen de los Milagros de Caacupé, en la Ciudad de Buenos Aires, 21 de abril de 2025.

El argentino Jorge Bergoglio nunca volvió a casa como papa Francisco. Su país natal lo despidió este lunes con la tristeza de un reencuentro ya imposible y dividido sobre su legado. El Gobierno argentino decretó siete días de luto. El presidente, Javier Milei, suspendió toda su agenda oficial y se preparó para volar a Roma. Los partidos de fútbol fueron aplazados, en los colegios católicos se guardó un minuto de silencio, las redes se llenaron de mensajes de duelo y las iglesias abrieron sus puertas para recibir a los fieles. Buenos Aires, la ciudad que vio nacer al Pontífice hace 88 años, fue el epicentro de los homenajes en el país sudamericano, pero muchos de sus habitantes siguieron con la rutina ajenos a una noticia de relevancia mundial.

Un hombre dibuja la imagen del papa Francisco en las calles de  Buenos Aires.

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Vista del mural del papa Francisco, Lionel Messi y el Padre Carlos  en la Villa 31, en Buenos Aires, el 21 de abril de 2025.Fieles rezan y lloran en parroquia de la Virgen de los Milagros de Caacupé.Velada a las afueras de  la Catedral Metropolitana de Buenos Aires, el día 21 de abril de 2025. En los barrios más pobres de Buenos Aires lloran la pérdida del Pontífice que les abrió las puertas de la Iglesia; otros critican su rol político o se muestran simplemente ajenos a la noticia  

Argentina, la tierra natal del papa Francisco, lo despidió este lunes con la tristeza de no haberlo visto volver a casa como Pontífice y dividida sobre su recuerdo. El Gobierno argentino decretó siete días de luto. El presidente, Javier Milei, suspendió toda su agenda oficial y se preparó para volar a Roma. Los partidos de fútbol fueron aplazados, en los colegios católicos se guardó un minuto de silencio, las redes se llenaron de mensajes de duelo y las iglesias abrieron sus puertas para recibir a los fieles. Buenos Aires, la ciudad que vio nacer a Francisco como Jorge Bergoglio hace 88 años, fue el epicentro de los homenajes en el país sudamericano, pero muchos de sus habitantes siguieron con la rutina ajenos a una noticia de relevancia mundial.

El barrio de Flores, en el suroeste de la capital, lamentó la pérdida de su hijo pródigo más que ningún otro. Algunos vecinos llevaron flores a la casa en la que dio sus primeros pasos y al confesionario de la cercana basílica de San José en el que Bergoglio sintió el llamado de la vocación sacerdotal. Con el tiempo fue obispo, arzobispo y finalmente Papa, el primero latinoamericano de la historia, en 2013. “Para mí fue un padre, me salvó la vida”, asegura Sebastián Morales, un argentino de 37 años que era un adolescente adicto a la pasta base cuando conoció a Bergoglio. “Él fundó hogares en los que dan un lugar, un plato de comida y ayuda espiritual y médica a muchos chicos que tienen problemas de consumo, como yo tuve. Él era amor para todos, el Papa de los pobres, del pueblo”, lo describe Morales con la voz entrecortada por la emoción a las puertas de la basílica. “Nunca vamos a olvidar lo que hizo por nosotros y por todo el mundo, nos quedamos huérfanos, estoy muy triste”, dice Norma López, jubilada que recuerda las misas que oficiaba allí y la ayuda que le prestó tras perder su casa en la crisis de 2001.

Vista del mural del papa Francisco, Lionel Messi y el Padre Carlos  en la Villa 31, en Buenos Aires, el 21 de abril de 2025.

Su memoria está viva también en las barriadas más pobres de Buenos Aires, que Francisco recorría con frecuencia. El padre Toto, al frente de la parroquia Virgen de los Milagros de Caacupé, saludó durante toda la mañana a los vecinos que se santiguan o se frenan a rezar frente a la imagen del Papa. Cuenta que ha habido un goteo incesante de fieles desde primera hora hasta esta conocida iglesia de la villa 21 que honra a una virgen de Paraguay. “Es un día triste, pero ahora tenemos un aliado en el cielo para continuar con su legado: una Iglesia que no deje a nadie atrás”, dice este cura villero.

Bergoglio viajaba desde Flores hasta el centro de Buenos Aires en la línea A de subte, la más antigua de la ciudad. La primera —o última— parada es la Plaza de Mayo, donde está la sede del Gobierno argentino y también la Catedral, que este lunes marcó el camino a los demás templos católicos del país. En su exterior, algunos creyentes encendieron velas al pie de una de las columnas y colgaron rosarios, flores, mensajes e incluso banderas de San Lorenzo, el club de fútbol del Papa. Puertas adentro, una imagen del Pontífice recibía al río de visitantes a la entrada, sobre la pila bautismal, y otra acompañaba al arzobispo Jorge García Cuerva frente al altar. “Se murió el padre de todos, un padre se preocupa de todos los hijos y quiere que haya lugar para todos, especialmente para los más frágiles […]. Se nos fue el Papa de los pobres, de los marginados, de los que nadie quiere”, dijo García Cuerva durante la homilía matinal, celebrada en una catedral desbordada y con varios asistentes conmovidos hasta las lágrimas.

Llamados a la unión de los argentinos

El arzobispo pidió a los argentinos que tomen al Pontífice como ejemplo a la hora de no discriminar a nadie y dejen de lado las diferencias para sacar adelante a un país golpeado por crisis económicas recurrentes. “El mejor homenaje que le podemos hacer a Francisco es unirnos, tender puentes y dejar de enfrentarnos”, subrayó. Sus palabras revelaron uno de los argumentos esgrimidos por Francisco a sus conocidos para mantenerse lejos de Argentina: temía que su visita se usase políticamente y aumentase la grieta existente a su pesar.

Buenos Aires y las provincias del centro y sur del país son menos religiosas que las del norte argentino, donde la Iglesia católica tiene una gran influencia. En la capital, parte de la población no perdona al Papa su supuesto vínculo con el peronismo y lo acusa de ser un actor político que se movió en las sombras durante años. “Mejor me reservo mi opinión. No fue el Papa de todos los católicos, sino un peronista hijo de remilputa”, dice un taxista en el centro de Buenos Aires. Otro asegura que como buen argentino le gustaba el mate, el fútbol y la política. “No hay dudas de que era peronista, quizás fuera no lo saben y no entienden por qué acá algunos no lo quieren”, argumenta.

Bergoglio siempre sostuvo que nunca estuvo afiliado al partido peronista. “Ni siquiera fui militante o simpatizante del peronismo. Afirmar eso es una mentira”, dijo en el libro El Pastor (Ediciones B, 2023), producto de largas conversaciones con los periodistas Sergio Rubin y Francesca Ambrogetti. “Mis escritos sobre la justicia social llevaron a que se dijera que soy peronista. Y en la hipótesis de tener una concepción peronista de la política, ¿qué tendría de malo?”, se preguntó, como para cerrar definitivamente el tema.

Personas asisten a la misa en la Catedral Metropolitana por la muerte del Papa Francisco.

Pese a las diferencias, líderes de todo el arco político argentino lamentaron la muerte del pontífice, entre ellos el presidente, Javier Milei. Antes de dar el salto a la política, cuando era un economista conocido por sus apariciones en programas televisivos, Milei dirigió graves ataques a Francisco, a quien tildó de “zurdo hijo de puta”, “imbécil” y “representante del maligno en la casa de Dios”. Tras ser elegido presidente, Milei se disculpó y se reunió con el Papa, pero la desconfianza mutua nunca se borró del todo. “A pesar de diferencias que hoy resultan menores, haber podido conocerlo en su bondad y sabiduría fue un verdadero honor para mí”, escribió Milei en un tuit temprano que fue tapado enseguida por una nueva catarata de mensajes contra economistas y periodistas que predijeron que el precio del peso caería tras eliminar el cepo cambiario, algo que hasta ahora no ha ocurrido.

Una imagen del papa Francisco durante la misa para despedirlo.

La muerte del Papa fue motivo también de sentidos homenajes de referentes sociales y deportivos, en especial de San Lorenzo. Incluso desde el Vaticano, el Papa mantuvo su pasión por el club de su infancia y recibió allí a directivos y aficionados. “De Jorge Mario Bergoglio a Francisco, hubo algo que jamás cambió: su amor por el Ciclón”, escribió el club cuervo en las redes sociales. “¡Adiós, gracias y hasta siempre! ¡Estaremos juntos por la eternidad!”, lo despidió San Lorenzo. Su número de socio, el 88235, se viralizó con rapidez por una asombrosa coincidencia: Francisco tenía 88 años y murió a las 2.35 de la mañana de Argentina.

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