LeMond – Hinault: una guerra civil con bicicletas en la habitación

En otra época sería absolutamente impensable, pero lo cierto es que en 2025 se cumplen ya 40 años: cuatro largas décadas desde el último triunfo de un ciclista francés en el Tour. Casi dos generaciones de aficionados al ciclismo y ni un solo francés en lo más alto del podio… desde que Bernard Hinault luciera de amarillo en París en 1985.  En otra época sería absolutamente impensable, pero lo cierto es que en 2025 se cumplen ya 40 años: cuatro largas décadas desde el último triunfo de un ciclista francés en el Tour. Casi dos generaciones de aficionados al ciclismo y ni un solo francés en lo más alto del podio… desde que Bernard Hinault luciera de amarillo en París en 1985.   

En otra época sería absolutamente impensable, pero lo cierto es que en 2025 se cumplen ya 40 años: cuatro largas décadas desde el último triunfo de un ciclista francés en el Tour. Casi dos generaciones de aficionados al ciclismo y ni un solo francés en lo más alto del podio… desde que Bernard Hinault luciera de amarillo en París en 1985

Hinault, apodado el ‘tejón’ y el ‘caimán’, por su rabia competitiva y por su carácter duro, poco dado a emotividades, fue el último gran ciclista francés. Hubo otros, claro (Virenque, Jalabert, Bardet), pero ninguno ganó el Tour. 

Ninguno tuvo la capacidad devoradora que tuvo el bretón, protagonista de dos de los Tours más intensos de los últimos años: en 1985 ganó por delante de su compañero de equipo, Greg LeMond (primer estadounidense capaz de ganar una etapa en la ronda gala). Y en 1986 sucedió al revés: ganó LeMond, por delante de Hinault. 

Tanto en 1985 como en 1986 fueron compañeros de equipo: en 1985 lo parecieron, al menos de puertas afuera. En 1986 ni siquiera se esforzaron en disimular: aquello fue lo más parecido a una guerra civil que se ha vivido en un equipo del Tour (con permiso de lo que le sucedió a Contador con Armstrong en 2009 en Astana).

En 1985 Hinault corría en La Vie Claire, ‘la vida luminosa’, una marca de alimentación biológica, propiedad del magnate francés Bernard Tapie, una especie de Berlusconi a la francesa. 

(Los buenos aficionados recordarán el maillot del equipo, que inicialmente iba a ser completamente negro, como los ‘All Blacks’, pero Hinault se negó en redondo… hasta que una becaria de la agencia de diseño propuso replicar un cuadro de Mondrian, ‘Composición en rojo, amarillo y azul’. Bingo. Lo cuenta Juanma Trueba en su ‘Diccionario de ciclismo’).

Hinault era la estrella del equipo, en busca de su quinto Tour. Y LeMond, la promesa. En realidad, una promesa muy consolidada, porque ya había sido campeón del mundo y podio en el Tour anterior, el de 1984. Un gregario de lujo, con un sueldo estratosférico para la época: un millón de dólares por cuatro años. 

Hinault conquistó cinco ediciones del Tour
Hinault conquistó cinco ediciones del Tour / –

LeMond pudo haber ganado el Tour de 1985. En el Aubisque, y de la mano de Stephen Roche, tercero en la general y gran rival de Hinault, se escapó. No es difícil imaginar la cólera de Hinault, que ya andaba maltrecho por una caída unos días antes. Desde el coche de equipo mandaron parar a LeMond para ayudar a su líder. Tajantes. 

LeMond vivió cabreado el resto del Tour, pero al menos recibió una promesa: al año siguiente, sería Hinault quien le ayudaría a él a ganar al Tour.  

Llegó el mes de julio de 1986 y a Hinault se le olvidó por completo la promesa del año anterior. Atacó sin piedad desde la primera etapa. En los Pirineos, en la segunda semana de carrera, ya era líder. El ambiente en el equipo era irrespirable, una guerra en toda regla entre los hombres de Hinault, competitivo hasta la muerte, y LeMond, traicionado por su propio jefe. 

LeMond desconfiaba incluso de los mecánicos, al punto de que dormía con sus bicicletas en la habitación. 

Hinault, a sus 31 años, buscaba lo inalcanzable: un sexto Tour. Pero en los Alpes empezó a flojear, y LeMond no tuvo piedad. Contraatacó con fuerza el estadounidense. Lo hizo por todos los medios, incluso pagando dinero a corredores de otros equipos, como Ruiz Cabestany, para que intentasen mermar a Hinault.

Hasta que llegó la etapa de L’Alpe d’Huez. Hinault y LeMond escenificaron un auténtico paripé: subieron juntos las 21 curvas, pero sin relevarse, cuerpo a cuerpo. Entraron juntos en meta, cogidos de la mano. La etapa fue para el francés y la general, para el estadounidense.

Días después, en Saint-Etienne, en la crono final, LeMond sufrió una caída, que no le impidió ganar el Tour: pero sospechó de un sabotaje mecánico de su propio equipo. Pese a ello, se subió al primer cajón del podio en París.

Por primera vez en la historia, un corredor de Estados Unidos era ganador del Tour. 

Lemond dominó el ciclismo en los 80
Lemond ganó el Tour de 1986, 1989 y 1990 / –

“Le he atacado tanto para que en el futuro sepa cómo defenderse de otros rivales”, justificó Hinault, que de una u otra manera, siempre ganaba. «Y en L’Alpe d’Huez le llevé a rueda para que estuviera fresco y porque me dijo que tenía miedo de la multitud».

Solo así, con un hambre tan voraz, puede acumularse un palmarés como el del bretón: de los ocho Tours en los que participó, ganó cinco, y fue segundo en otros dos. Solo abandonó por lesión en 1980, cuando llevaba el maillot amarillo. 

LeMond ganó aquel Tour, pese a todo. «En L’Alpe d’Huez, Hinault me pidió por favor que no le atacase y que le dejase ganar la etapa porque el Tour ya era mío».

 Diario de Mallorca – Deportes

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