Alguien me tiene que explicar el partido del Real Mallorca de esta noche en Sevilla. No me gustó el planteamiento ni el mensaje, pero como Valjent acertó al final, poco se hablará de un partido rácano, espeso y conservador. Alguien me tiene que explicar el partido del Real Mallorca de esta noche en Sevilla. No me gustó el planteamiento ni el mensaje, pero como Valjent acertó al final, poco se hablará de un partido rácano, espeso y conservador.
Alguien me tiene que explicar el partido del Real Mallorca de esta noche en Sevilla. No me gustó el planteamiento ni el mensaje, pero como Valjent acertó al final, poco se hablará de un partido rácano, espeso y conservador.
De inicio el mensaje estaba claro: con tres centrales y dos laterales, al más puro estilo Aguirre (denostado en su día por todo el mundo), el Mallorca salía en el Sánchez Pizjuán a no perder antes que a cualquier otra cosa.
Dicho con todo el respeto para el Sevilla y el sevillismo, ni que tuvieran a Vinicius, Mbappé, Haaland, Lewandowski y Lamine Yamal, todos juntos.
No sé a qué vino tal planteamiento defensisivo. Y dicho lo cual, gol del Sevilla gracias a una falta evitable al filo del descanso, y a seguir.
Y hasta la entrada de Navarro, el mejor atacante del equipo saliendo en el 66’, y un triple cambio en el 76’ sin aportaciones destacables, el Mallorca no pensó en ir hacia arriba de verdad.
Navarro la pudo liar hasta en tres ocasiones, pero no fue hasta el minuto 90 cuando el más inesperado de todos, Martin Valjent, aprovechó un error grosero del portero rival, para lograr el empate y celebrar su partido 150 con la camiseta bermellona.
Repito: no me gustó el Mallorca, porque era un partido para pescar en rio revuelto; en el Sevilla hay marejada y eso siempre es aprovechable si eres un poco atrevido.
Este punto tendrá más valor ganando al Alavés el domingo.
Suscríbete para seguir leyendo
Diario de Mallorca – Deportes