La frase «¿Cuántas mujeres han retrasado su grandeza porque los hombres no saben qué hacer con la suya?», define mucho lo que podemos ver en «Canina» («Nightbitch»), la cinta estrenada en el Festival de Toronto y que acaba de aterrizar en Disney+. Protagonizada por Amy Adams y dirigida por Marielle Heller («Gambito de Dama»), está basada en la loca novela superventas de 2021 del mismo nombre escrita por Rachel Yoder. Sin duda una crítica descarada, despiadada y brutal de la vida desperdiciada por una mujer que deja su trabajo, su físico y sus sueños por centrarse en la maternidad, sin ayuda de ningún tipo.
A pesar de tratar un tema que se deja claro desde el principio de la trama, «Canina» no baja la guardia y junto a una colección de situaciones que sacaría de quicio a cualquier persona normal, ejemplifica decenas de escenarios ridículas que nacen de la maternidad, y que la protagonista, la madre (Adams), aguanta mientras su carrera profesional desaparece y nota cómo comienza a transformarse en algún tipo de animal. Todo alrededor de esta mujer se desmorona. Se hace cargo a tiempo completo de un niño de dos años y un marido (Scoot McNairy) que viaja constantemente. Mientras acude a ludotecas a establecer contacto con otras madres (cosa que odia) su mente se evade imaginando violentas escenas en las que agrede a personas, las insulta o asalta. Ese es el desahogo que experimenta mientras la duda de ser una mala madre revolotea. Pronto experimentará también cambios físicos, que lejos de metáforas, le proporcionarán pelo en sitios insospechados, pezones adicionales y una agudización de sentidos como el oído y el olfato. Además, realiza viajes tipo ensoñaciones a un pasado surrealista menonita junto a su madre. No hay nombres propios en esta cinta, todos son «madre», «marido» o «hijo», resaltando la pérdida de la propia identidad y también la universalidad de la historia. Pronto la transformación será completa al asumir sus rasgos poco humanos, y camina a cuatro patas, come con las manos y sin medida, y gusta de rodearse de acompañantes caninos. De repente las escenas repetitivas de la monotonía pasan a ser de animales en libertad.
Sin duda destaca el impecable trabajo de Amy Adams, ya que se nota que la historia la atraviesa y se apodera de ella. El personaje nos resulta lastimoso por demasiado conocido. La crudeza se asienta mientras vemos las miradas de desesperación en los ojos de esta madre que disfruta cuando puede despeinarse, normalmente como perro. Las escenas de la transformación forman parte de la zona más surrealista de la historia, y que han intentado que, lejos de traumática, se perciba como alegre. Unos cambios que de otra manera nadie más ve. Llega un momento en el que la protagonista acepta que se está transformando en aquello que debe ser. En las escenas familiares, un marido muy abofeteable y un niño insoportable e imposible de dormir ayudan mucho a compartir la desesperación del personaje de Adams. Sin embargo será la transformación en cánido lo que más acercará a la protagonista con su verdadero yo, le permitirá buscar una segunda oportunidad a su matrimonio, y, lo más importante, la llevará a volver a conectar con su hijo pequeño.
El tono con el que está concebida la película ayuda a sobrellevar la indignación. Hay unas dosis de comedia realista cruel que te mantiene pegado a la pantalla mientras intentas imaginar nuevas maneras en las que la vida puede humillar a la protagonista. Celebras sus victorias y te hundes con sus derrotas, y también criticas con fuerza esa maternidad vía Instagram que nos regala estampas falsas y sobredimensionadas de la verdadera tarea de ser madre. Si la vida te da limones…
La historia surrealista que nació del silencio
«Estaba sola, era una madre que se quedaba en casa, algo que nunca pensé que sería», dijo Rachel Yoder sobre su libro que narra un momento concreto de su vida: «Me encontré
en una especie de malestar, sin saber quién era y habiéndome perdido realmente a mí misma. ‘Nightbitch’ nació de ese silencio». La propia directora, Marie Heller, pasó por un proceso tras leer
la novela durante la pandemia, justo después de tener a su segundo hijo: «Dios mío. Esto es todo para mí. Por fin es un reflejo honesto de mi vida. Trabajar en este guion en ese momento fue realmente catártico,
y para mí fue una sensación de ser vista».
Amy Adams protagoniza la película «Canina», una loca historia de la complejidad de ser madre, basada en la novela «Nightbitch» (2021) de la escritora Rachel Yoder
La frase «¿Cuántas mujeres han retrasado su grandeza porque los hombres no saben qué hacer con la suya?», define mucho lo que podemos ver en «Canina» («Nightbitch»), la cinta estrenada en el Festival de Toronto y que acaba de aterrizar en Disney+. Protagonizada por Amy Adams y dirigida por Marielle Heller («Gambito de Dama»), está basada en la loca novela superventas de 2021 del mismo nombre escrita por Rachel Yoder. Sin duda una crítica descarada, despiadada y brutal de la vida desperdiciada por una mujer que deja su trabajo, su físico y sus sueños por centrarse en la maternidad, sin ayuda de ningún tipo.
A pesar de tratar un tema que se deja claro desde el principio de la trama, «Canina» no baja la guardia y junto a una colección de situaciones que sacaría de quicio a cualquier persona normal, ejemplifica decenas de escenarios ridículas que nacen de la maternidad, y que la protagonista, la madre (Adams), aguanta mientras su carrera profesional desaparece y nota cómo comienza a transformarse en algún tipo de animal. Todo alrededor de esta mujer se desmorona. Se hace cargo a tiempo completo de un niño de dos años y un marido (Scoot McNairy) que viaja constantemente. Mientras acude a ludotecas a establecer contacto con otras madres (cosa que odia) su mente se evade imaginando violentas escenas en las que agrede a personas, las insulta o asalta. Ese es el desahogo que experimenta mientras la duda de ser una mala madre revolotea. Pronto experimentará también cambios físicos, que lejos de metáforas, le proporcionarán pelo en sitios insospechados, pezones adicionales y una agudización de sentidos como el oído y el olfato. Además, realiza viajes tipo ensoñaciones a un pasado surrealista menonita junto a su madre. No hay nombres propios en esta cinta, todos son «madre», «marido» o «hijo», resaltando la pérdida de la propia identidad y también la universalidad de la historia. Pronto la transformación será completa al asumir sus rasgos poco humanos, y camina a cuatro patas, come con las manos y sin medida, y gusta de rodearse de acompañantes caninos. De repente las escenas repetitivas de la monotonía pasan a ser de animales en libertad.
Sin duda destaca el impecable trabajo de Amy Adams, ya que se nota que la historia la atraviesa y se apodera de ella. El personaje nos resulta lastimoso por demasiado conocido. La crudeza se asienta mientras vemos las miradas de desesperación en los ojos de esta madre que disfruta cuando puede despeinarse, normalmente como perro. Las escenas de la transformación forman parte de la zona más surrealista de la historia, y que han intentado que, lejos de traumática, se perciba como alegre. Unos cambios que de otra manera nadie más ve. Llega un momento en el que la protagonista acepta que se está transformando en aquello que debe ser. En las escenas familiares, un marido muy abofeteable y un niño insoportable e imposible de dormir ayudan mucho a compartir la desesperación del personaje de Adams. Sin embargo será la transformación en cánido lo que más acercará a la protagonista con su verdadero yo, le permitirá buscar una segunda oportunidad a su matrimonio, y, lo más importante, la llevará a volver a conectar con su hijo pequeño.
El tono con el que está concebida la película ayuda a sobrellevar la indignación. Hay unas dosis de comedia realista cruel que te mantiene pegado a la pantalla mientras intentas imaginar nuevas maneras en las que la vida puede humillar a la protagonista. Celebras sus victorias y te hundes con sus derrotas, y también criticas con fuerza esa maternidad vía Instagram que nos regala estampas falsas y sobredimensionadas de la verdadera tarea de ser madre. Si la vida te da limones…
La historia surrealista que nació del silencio
►«Estaba sola, era una madre que se quedaba en casa, algo que nunca pensé que sería», dijo Rachel Yoder sobre su libro que narra un momento concreto de su vida: «Me encontré
en una especie de malestar, sin saber quién era y habiéndome perdido realmente a mí misma. ‘Nightbitch’ nació de ese silencio». La propia directora, Marie Heller, pasó por un proceso tras leer
la novela durante la pandemia, justo después de tener a su segundo hijo: «Dios mío. Esto es todo para mí. Por fin es un reflejo honesto de mi vida. Trabajar en este guion en ese momento fue realmente catártico,
y para mí fue una sensación de ser vista».
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