El Partido Popular, arropado por sus compañeros de grupo europeos (PPE), ha emprendido una guerra total contra la todavía vicepresidenta del Gobierno español, Teresa Ribera, para tapar su gestión regional de la dana en Valencia. Las maniobras de los conservadores bloquean la votación para designar a la ministra española como vicepresidenta para uno de los cargos de mayor poder en la UE y amenazan la formación de la nueva Comisión Europea de Ursula von der Leyen, que debe tomar posesión el próximo 1 de diciembre.
El Partido Popular Europeo busca acorralar a la española, que está designada para ser número dos del próximo Ejecutivo comunitario, y los socialistas advierten de que eso puede hacer descarrilar todo el pacto
El Partido Popular, arropado por sus compañeros de grupo europeos (PPE), ha emprendido una guerra total contra la todavía vicepresidenta del Gobierno español, Teresa Ribera, para tapar su gestión regional de la dana en Valencia. Las maniobras de los conservadores bloquean la votación para designar a la ministra española como vicepresidenta para uno de los cargos de mayor poder en la UE y amenazan la formación de la nueva Comisión Europea de Ursula von der Leyen, que debe tomar posesión el próximo 1 de diciembre.
Los populares europeos (PPE) de Manfred Weber, que quieren debilitar a Ribera y han maniobrado para bloquear su nombramiento, reclaman a la ministra española que se comprometa a dimitir si es imputada en un proceso judicial por la dana. La pelea por la socialdemócrata —y de paso por el nombramiento del ultraderechista italiano Raffaele Fitto y del extremista húngaro Oliver Varhelyi—, la politización del debate español de la Eurocámara y del proceso de formación del nuevo Ejecutivo comunitario han alcanzado con este caso cotas inéditas en Bruselas. Lo ocurrido con Ribera sume la puesta en marcha de la nueva Comisión en la incertidumbre.
Quedan seis vicepresidentes y un comisario pendientes de la luz verde de las comisiones parlamentarias. Pero por ahora, aunque el diálogo sigue, las negociaciones están prácticamente paralizadas, aseguran fuentes parlamentarias. “El PPE ha roto la confianza”, afirman fuentes socialdemócratas, que acusan a los populares de aliarse con la extrema derecha contra Ribera y de romper el pacto al que habían llegado con ellos y los liberales de Renew para votar en bloque a los vicepresidentes y que ningún grupo pudiera tomar así como rehén a un comisario de otro partido.
La idea era hacer esa evaluación este miércoles. Pero ahora los populares reclaman que Ribera dé primero explicaciones en el Congreso de los Diputados y asegure allí que dimitirá si la encausan —algo que el procedimiento regular de su partido, el socialista, ya contempla en cualquier caso—. La ministra de Transición Ecológica pidió ella misma esa comparecencia, que está prevista en Madrid para el miércoles 20.
Retrasar hasta entonces su votación y la del resto de comisarios que quedan es un juego peligroso de Weber. Es también torcer el brazo de la presidenta de la Comisión Europea, la también conservadora alemana Ursula von der Leyen. No solo porque tiene prisa para formar el nuevo Ejecutivo comunitario en una situación internacional en llamas, con la victoria de Donald Trump y la perspectiva de una escalada de aranceles a los productos europeos, y por la guerra de Rusia contra Ucrania; también porque ella ha nombrado a Ribera como su número dos.
La alemana mantiene, además, la confianza en Ribera. “Es la designada por las autoridades españolas para ser comisaria”, ha manifestado un portavoz del Ejecutivo comunitario. “El Parlamento Europeo tiene en curso un proceso de audición, y la presidenta ha dado su confianza a Ribera y la ha designado como vicepresidenta”, ha añadido, al tiempo que precisaba que nada ha cambiado en este ámbito tras la catástrofe de la dana en Valencia.
Von der Leyen se reunió el miércoles con los líderes del PPE, socialdemócratas y liberales para tratar de desencallar el acuerdo. No lo logró. El diálogo no se ha roto, pero no hay negociaciones formales y es posible que no se resuelva nada hasta la próxima semana, tras la comparecencia de Ribera. Eso sería una victoria para el Partido Popular español, que está logrando llevar al foro de Bruselas el debate nacional y embarrar el nombramiento de Ribera, histórico para España.
Contrapeso socialdemócrata
La ministra de Pedro Sánchez, designada como vicepresidenta primera para la Transición Verde, Limpia y Justa y encargada de la potente cartera de Competencia en Bruselas, es la gran pieza a cobrarse. Ribera, que es el contrapeso socialdemócrata a una Comisión Europea muy derechizada, se enfrentó a durísimas críticas del PPE y los ultras de Vox por la dana el martes, en la audiencia en la Eurocámara sobre sus carteras.
El caso y la audiencia a Ribera —bronca, dura, la más agria de todas por las que han pasado los comisarios en estas dos semanas— es una muestra más de que el equilibrio y las mayorías en el Parlamento Europeo han cambiado. Y han girado a la derecha. Ahora el PPE es el grupo más poderoso y puede decidir hacia dónde va para buscar una mayoría. Ya ha roto el cordón sanitario y ha pactado con la extrema derecha en varios casos, desde una resolución sobre presupuestos en la que defendió los centros de deportación para solicitantes de asilo fuera de la UE al reconocimiento de Edmundo González como “presidente legítimo” de Venezuela.
La mayoría de PPE, socialdemócratas y liberales (junto a los Verdes), que sacó adelante la votación para aprobar una segunda legislatura de Von der Leyen, y que tradicionalmente ha sostenido en el centro la Eurocámara durante hace décadas, puede tener los días contados.
Los populares quieren, además, visibilizar que ellos tienen la llave de todas las mayorías. “Ribera habló [durante su audiencia] como si solo dependiera de la izquierda, los verdes y la parte verde de los liberales”, ha lanzado el eurodiputado del PPE Peter Liese. “No ha indicado que esté buscando el apoyo del grupo más grande del Parlamento Europeo”, ha añadido.
Los populares españoles, que afrontan problemas por la actuación del president de la Comunidad Valenciana, Carlos Mazón, durante la dana, siguen una estrategia de guerra total contra Ribera. Lograr ruido en Bruselas y que se compre el argumento de que ella es la culpable de la mala gestión de las inundaciones puede distraer el relato que ha puesto bajo el foco a Mazón, que envió la alerta a la ciudadanía cuando ya había pueblos inundados y pasó la tarde del día del desastre en una comida con una periodista.
De hecho, el partido de Alberto de Núñez Feijóo ha llegado a reclamar que se envíe a otra candidata en vez de a Ribera. “¿La ministra competente va a ser premiada? ¿Va a ser ascendida cuando todavía hay cuerpos sin recuperar debajo del barro? ¿Solo yo veo la inmoralidad que esto representa?”, ha lanzado este miércoles el eurodiputado popular Esteban González-Pons en un discurso durísimo en un pleno en la Eurocámara sobre las inundaciones en España. Durante la audiencia de Ribera el martes sobre su cartera, los conservadores ya ondearon el fantasma de una imputación de la ministra española. Varias organizaciones de ultraderecha la han denunciado en los tribunales españoles.
Con su maniobra en Bruselas, el PP quiere dejar tocada a Ribera y que eso tenga impacto en el Gobierno central. Y, por ahora, sus compañeros conservadores europeos, capitaneados por Weber, se han prestado al juego. El PPE aspira a ganar poder en Europa si los populares españoles avanzan en España. Fuentes europeas creen que Weber, que ya tuvo un agrio enfrentamiento con Pedro Sánchez a finales del año pasado en la Eurocámara, quiere con el caso de Ribera debilitar también al presidente español, el único líder socialista con peso que queda en el Consejo Europeo, ya que el canciller alemán, Olaf Scholz, está en una muy mala posición y los socialdemócratas se enfrentan a elecciones anticipadas en Alemania el próximo febrero.
Bloqueo
La situación es crítica. El PPE bloquea a Ribera y a la vez, los socialdemócratas aseguran que no votarán a favor del vicepresidente italiano elegido por Giorgia Meloni ni del húngaro; estos, en cualquier caso, podrían salir adelante solo con la mayoría de los conservadores y las fuerzas de extrema derecha en segunda votación. Y los populares, que quieren compartir el peso de la carga, reclaman que esas dos piezas también formen parte del paquete, aunque son de otras formaciones políticas —las ultras Reformistas y Conservadores Europeos (ECR) y Patriotas— y no de ninguna de las tres que alcanzaron el acuerdo para votar el proceso a la vez. Eso implica también que el italiano Fitto, a quien el PPE ha tomado como si fuera de su formación, es también rehén de este proceso de juegos políticos en el que los nuevos comisarios se han convertido en piezas de dominó.
“Lo ocurrido [con Ribera] supone un antes y un después. La ruptura del pacto lo cambia todo”, dicen los socialdemócratas. “Hoy el proyecto europeo está más en riesgo que hace una semana por la irresponsabilidad del PPE, que ha decidido cambiar las mayorías”, añaden. Mientras, la jefa de Renew en la Eurocámara, Valérie Hayer, ha advertido de que las negociaciones corren peligro de desbaratarse. “Denunciamos y lamentamos la actuación irresponsable de todas las fuerzas políticas que no contribuyen a una solución responsable y confiable”, ha dicho este miércoles en una breve comparecencia ante la prensa en la Eurocámara, en la que ha urgido a la presidenta de la Comisión a actuar “para tender puentes”.
Retrasar las evaluaciones pone el calendario al límite. La idea de Von der Leyen es que la Comisión empiece sus funciones el 1 de diciembre, pero para eso tiene que recibir la luz verde de la Eurocámara en su totalidad en un voto especial en el pleno de finales de noviembre. “Apurar pone en riesgo que si hay cualquier problema no haya margen de maniobra”, dicen fuentes socialdemócratas.
La presidenta de la Eurocámara, Roberta Metsola, que también se ha movilizado para ver si logra templar los ánimos con una reunión con los jefes de los grupos políticos, confía en que la negociación no se rompa y quita importancia al hecho de que se pueda producir algún retraso. “El Parlamento Europeo votará sobre la próxima Comisión el 27 de noviembre. Aún hay tiempo”, vaticina en un comentario escrito enviado a EL PAÍS. “Esta Cámara está totalmente comprometida con la creación de la nueva Comisión. Es nuestra responsabilidad y nos la tomamos muy en serio, especialmente cuando observamos lo que está sucediendo en todo el mundo”, apunta.
“Los primeros meses de cualquier nueva legislatura son siempre difíciles, pero lo importante es que trabajemos juntos. Necesitamos estabilidad en tiempos de cambio”, reclama. Y añade: “Lo que los ciudadanos esperan de nosotros es que cumplamos con la ayuda continua a Ucrania, con la competitividad europea y con el próximo presupuesto a largo plazo de la UE”.
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