La defensa del principal acusado de asesinar a Samuel: “Si estos niñatos supieran que iba a morir, se cagan y ni dios lo toca”

“¿Creen que estos niñatos de 20 años querían matar a Samuel y no se detuvieron hasta que lo vieron muerto? Se lo digo yo: si llegan a saber que iba a morir, se cagan por los pantalones y ni dios lo toca”. Es la pregunta y la respuesta que lanzó este viernes, en su alegato final y tras un mes de juicio, el abogado de Diego Montaña, el joven que inició la paliza mortal a Samuel Luiz al grito de “maricón”. El letrado Luis Manuel Salgado se dirigió así a los miembros del jurado popular, las 10 personas de quienes depende el veredicto de un crimen perpetrado en A Coruña el 3 de julio de 2021 que dio la vuelta al mundo por su brutalidad y tintes homófobos.

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 Los letrados de los acusados sostienen que en el juicio no se ha acreditado la participación concreta de cada uno en la paliza y niegan tanto la intención de matar como la motivación homófoba  

“¿Creen que estos niñatos de 20 años querían matar a Samuel y no se detuvieron hasta que lo vieron muerto? Se lo digo yo: si llegan a saber que iba a morir, se cagan por los pantalones y ni dios lo toca”. Es la pregunta y la respuesta que lanzó este viernes, en su alegato final y tras un mes de juicio, el abogado de Diego Montaña, el joven que inició la paliza mortal a Samuel Luiz al grito de “maricón”. El letrado Luis Manuel Salgado se dirigió así a los miembros del jurado popular, las 10 personas de quienes depende el veredicto de un crimen perpetrado en A Coruña el 3 de julio de 2021 que dio la vuelta al mundo por su brutalidad y tintes homófobos.

Las defensas de los cinco jóvenes sentados en el banquillo mantienen que las pruebas presentadas no sostienen la acusación de la Fiscalía, que solicita entre 22 y 27 años de cárcel para los tres encarcelados con la posibilidad de que los otros tres procesados sean condenados solo como cómplices. Por ello piden al tribunal popular una “valoración racional” de lo que se ve en el vídeo de la agresión y dicen las declaraciones de los testigos, un dictamen que no esté contaminado por las “emociones”. “No tengan miedo a un veredicto que sea justo, pero no el que espera España”, les animó Salgado. “Ustedes gozan de anonimato, nadie les va a reprochar lo que decidan”, incidió el abogado de Alejandro Freire, alias Yumba.

Las defensas de Montaña y Yumba, grabado este último por las cámaras al inicio de la agresión apretándole el cuello a Samuel por detrás y tirándolo al suelo, han negado que sus clientes tuviesen intención de matar. Montaña, sostiene su letrado, no volvió a tocar a la víctima después de la embestida inicial, que se produjo al creer por error que le estaba grabando con el móvil. En las imágenes de las cámaras del paseo marítimo de A Coruña no se aprecia “ni patada, golpe o puñetazo, solo se le ve perseguir”, esgrime. “¿De verdad creen que Diego vio la pluma de Samuel e hizo que su manada lo matase?”, prosiguió Salgado con gesto de fastidio al intentar desmontar la agravante de homofobia que pide la fiscal. “El motivo fue la confusión por la videollamada y el resto son cuentos chinos”. A su entender, la presencia de ADN de Montaña en el rostro de la víctima se debe a una transferencia ocurrida “en el forcejeo” o “a través de fluidos”, no porque le propinase “muchos golpes”.

El abogado de Yumba, David Freire, defiende que en el juicio “no ha sido debidamente acreditada” la “tesis oficial” de que Samuel murió por una “agresión reiterada y continuada”, golpeado sin parar a lo largo de seis minutos de paliza. Esgrime que “no hay ni un solo testigo” que haya detallado las acciones individuales de cada acusado. “¿Cómo se puede determinar la intención de matar si no tenemos descrito ni un solo golpe?”, se preguntó el letrado. Cree que los resultados de la autopsia refuerzan su argumento porque la cabeza de la víctima solo presentaba “cuatro marcas de golpes”, no tenía la nariz rota, ni tampoco daños en la mandíbula. “A lo mejor los golpes fueron menos y no a lo largo de todo el recorrido”, advirtió. Freire cargó la culpa en uno de los dos menores ya condenados por el asesinato y que, según él, atacó a Samuel por detrás en la cabeza tras coger carrerilla.

“Correr por el paseo marítimo y mirar sin hacer nada no es delito”

Los abogados de Kaio Amaral, Katy Silva y Alejandro Míguez (estos dos últimos, los únicos que no están entre rejas) han pedido la absolución de sus defendidos. José Ramón Sierra, letrado de Amaral, ha subrayado que las tres patadas de las que se acusó a su cliente al principio se han quedado en una y “ni siquiera se sabe dónde impacta”. Sostiene que en las grabaciones de las cámaras no se ve a Amaral golpear a Samuel ni impedir su fuga o auxilio. Su ADN, añade, no está en la víctima. “Fue corriendo hacia allí como haríamos todos si están pegando a un amigo” y se limita a “ir detrás” de la turba “a una cierta distancia”. Tampoco se aprecia en las imágenes de la paliza que se llevase el teléfono de Samuel, algo que sí ocurrió porque lo confesó él mismo, admitió Sierra.

El abogado de Silva, Luciano Prado, ha insistido en que ella, novia entonces de Montaña, no evitó que Samuel fuese auxiliado como mantiene la acusación sino que quiso parar la agresión. Para ello ha apelado a supuestos roles de género universales: “Si hay una chica [en una agresión], se queda llorando, pasa siempre”. Según Prado, “el hombre es más burro y la mujer tiene más temple, lo para”. “Eso siempre fue así y lo sabe cualquiera que tenga experiencia vital”, añadió. Por su parte, el letrado de Míguez considera “indecente” que esté sentado en el banquillo porque la falta de pruebas contra él es “total y absoluta”. Manuel Ferreiro sostiene que Míguez se acercó al tumulto “a ver lo que pasaba, no a pegar” y que ningún testigo le vio dar una patada o puñetazo: “Correr por el paseo marítimo y mirar sin hacer nada no es delito”.

El juicio se ha cerrado con los cinco acusados tomando la palabra entre lágrimas. Han proclamado su inocencia y arrepentimiento por lo ocurrido aquella infausta noche. Míguez ha pedido a los miembros del jurado que sean “justos” con él y Silva ha asegurado que no hizo “nada malo”. Amaral se ha girado hacia sus padres: “Papa, mamá, yo no he matado a Samuel”. Él, que fue el primero del grupo que rompió su silencio ante la policía unos días después del crimen, se ha mostrado dolido porque las acusaciones hayan descrito a la que fue su pandilla como “una manada con ganas de sangre”. “Si pudiera darle mi vida a Samuel, yo se la daba”, ha sollozado Montaña.

La jueza entregará al jurado el objeto del veredicto el próximo lunes. Disponen de 72 horas para deliberar y consensuar un dictamen. Uno de sus 10 integrantes se estrenó en la última jornada del juicio como suplente, después de que la titular del puesto lo abandonase repentinamente sin que se hayan explicado las razones.

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