Un estudio identifica un nuevo mecanismo que impulsa el osteosarcoma y un biomarcador que podría ayudar a predecir el curso de la enfermedad Leer Un estudio identifica un nuevo mecanismo que impulsa el osteosarcoma y un biomarcador que podría ayudar a predecir el curso de la enfermedad Leer
Sigue habiendo muchas incógnitas sobre las causas del osteosarcoma, un tumor maligno que se origina en el hueso y afecta principalmente a niños y adolescentes. Sin embargo, un equipo de investigadores del Instituto Europeo de Bioinformática del Instituto Europeo de Biología Molecular (EMBL-EBI) liderados por el español Isidro Cortés-Ciriano, ha conseguido identificar el mecanismo que enciende la mecha en la mitad de los casos de este tipo de cáncer que, aunque es infrecuente, es el tumor óseo más frecuente en la edad pediátrica.
«Sabíamos desde hace años que las células del osteosarcoma tienen algunos de los genomas más complejos observados en cánceres humanos, pero no podíamos explicar los mecanismos detrás de esta complejidad», explica Cortés-Ciriano, jefe de grupo en EMBL-EBI y coautor principal del estudio. Pero gracias al estudio de múltiples muestras mediante tecnología innovadora que permite leer secuencias largas de ADN, «ahora hemos podido comprender cómo los cromosomas se rompen y reorganizan, y cómo esto impacta en la progresión de la enfermedad», señala. Las conclusiones de su trabajo se han publicado en el último número de la revista científica Cell.
Gracias a la colaboración entre investigadores del Instituto Europeo de Bioinformática del EMBL (EMBL-EBI), el University College London (UCL), el Royal National Orthopaedic Hospital y el laboratorio de I+D de Genomics England, los científicos pudieron desarrollar la mayor base de datos de genomas completos de pacientes con osteosarcoma. Con ese recurso en la mano, los científicos se valieron de técnicas de secuenciación de última generación que hacen posible analizar secuencias de ADN mucho más largas que lo que permiten los procedimientos rutinarios y estudiar distintas regiones de cada tumor.
Este análisis permitió destapar un ‘corte’ en el cromosoma 17, un mecanismo mutacional, denominado cromotripsis por pérdida-translocación-amplificación (LTA, por sus siglas en inglés), que encendía la mecha del proceso tumoral en aproximadamente la mitad de los casos estudiados.
Ese mecanismo es el que genera en primera instancia un proceso de reordenamiento de los cromosomas. En cuanto se enciende esa mecha, explica Cortés-Ciriano, las células adquieren mutaciones, se activan oncogenes y las células del cáncer empiezan a crecer rápidamente. Los cromosomas reordenados en las células cancerosas siguen adquiriendo cambios adicionales a medida que el cáncer progresa, lo que ayuda a los tumores a soslayar las terapias.
La investigación, además, también permitió identificar un biomarcador que podría permitir discriminar a los pacientes que no se van a poder beneficiar de los tratamientos.
«Esto es importantísimo para proporcionar a los pacientes tratamientos más personalizados y evitarles los efectos innecesarios de terapias tóxicas», ha señalado en un comunicado distribuido por el EMBL Adrienne Flanagan, profesora en el University College London, especialista en histopatología del Royal National Orthopaedic Hospital y coautora principal del estudio.
Según sus datos, en los casos en los que se produce un alto grado de pérdida de una copia de una región genómica, un fenómenos denominado pérdida de heterocigosidad, se asocia con una menor probabilidad de supervivencia.
«Es un marcador que se había visto hace 15 años en una pequeña muestra de pacientes. Nosotros lo hemos validado de forma concienzuda y hemos visto que tiene un valor predictivo para ver quién va a poder beneficiarse del tratamiento con quimioterapia, que es bastante agresivo y se sabe que no funciona aproximadamente en la mitad de los pacientes», señala Cortés-Ciriano, quien subraya que esta investigación utilizó datos del Proyecto de los 100,000 Genomas, un estudio pionero liderado por Genomics England y el NHS de Inglaterra que secuenció genomas completos de pacientes con enfermedades raras o cáncer.
Tras la experiencia adquirida en esta investigación, los científicos quieren explorar si la complejidad molecular y genómica que, como en el osteosarcoma, también está presente en otros tipos de cáncer también agresivos también responde a un patrón similar.
«Queremos estudiarlo por ejemplo en tumores como los cerebrales o el de páncreas», señala el investigador.
Entre otras iniciativas, su grupo también tiene un proyecto para desarrollar métodos que permitan predecir el riesgo de recaída en casos pediátricos que han superado un tumor sólido.
«Sabemos que en un porcentaje considerable de casos el cáncer puede volver y que cuando vuelve suele ser de forma rápida. Lo que queremos es entender mejor la biología de ese proceso y poder detectarlo de forma precoz para poder actuar», concluye.
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