El Real Mallorca tiene un problema evidente con el gol. Y no es una cuestión reciente, sino que es un problema que se repite a pesar del cambio de entrenador la temporada pasada, de Javier Aguirre por Jagoba Arrasate. Los bermellones son quienes menos anotan de la Liga. En los dos últimos cursos solo han alcanzado los 68 tantos, la peor cifra en la máxima categoría española. El Real Mallorca tiene un problema evidente con el gol. Y no es una cuestión reciente, sino que es un problema que se repite a pesar del cambio de entrenador la temporada pasada, de Javier Aguirre por Jagoba Arrasate. Los bermellones son quienes menos anotan de la Liga. En los dos últimos cursos solo han alcanzado los 68 tantos, la peor cifra en la máxima categoría española.
El Real Mallorca tiene un problema evidente con el gol. Y no es una cuestión reciente, sino que es un problema que se repite a pesar del cambio de entrenador la temporada pasada, de Javier Aguirre por Jagoba Arrasate. Los bermellones son quienes menos anotan de la Liga. En los dos últimos cursos solo han alcanzado los 68 tantos, la peor cifra en la máxima categoría española.
De hecho, se queda alejado de llegar al gol por encuentro de media, que es el umbral de una marca decente. Es cierto que los registros anotadores tanto de Muriqi como de Larin y Abdón estas dos últimas campañas son bajos, pero no es un problema solo de acierto de cara a portería, sino también de generar ocasiones de peligro y eso es un debe que se repite.
Esa es la principal razón por la que tanto Aguirre como Arrasate han priorizado fortalecer la defensa por delante del ataque: porque los mimbres ofensivos son escasos. Es el objetivo constante que tiene Pablo Ortells, director deportivo de la entidad, y en el que fracasa al no conseguir acertar con los refuerzos que mejoren los números.
La historia se repite en esta segunda etapa en Primera: en ninguna de las últimas cuatro campañas se llegó a los 38 tantos y eso que Muriqi anotó quince dianas en su segundo curso, contando con futbolistas como Kang In Leeque sí generaba oportunidades para sus compañeros.
Y ese es el principal fallo de Ortells. Sigue sin encontrar un futbolista capaz de crear superioridades y poner buenos balones tanto al delantero kosovar como a Larin, además de marcar goles por sí mismo. Porque tras la marcha del surcoreano, en verano no trajo un perfil similar y en invierno llegó Radonjic. El extremo serbio no encajó con Aguirre y no rindió, así que su periodo como bermellón solo fue de seis meses.

En la siguiente campaña, el director deportivo quiso reforzar sobre todo los extremos, pero tampoco ha dado resultado. Asano funcionó cuando no estuvo lesionado, pero ni Chiquinho ni Valery han cumplido con las expectativas. Allí está el margen de mejora y la posición principal que debe incrementar su rendimiento para que la delantera aumente sus prestaciones. Sin olvidar que Muriqi, Larin y Abdón también deben ser capaces de generarse ocasiones.
El trabajo lo tiene Ortells. Debe empezar a dar con la tecla para dar las herramientas suficientes a Arrasate para poder implementar una idea de juego muy vertical ya que en la recta final de Liga tuvo que apostar por cinco defensas, con Mojica y Maffeo como principales amenazas por las bandas, ante la falta de efectivos.
Es evidente que el Mallorca necesita savia nueva en los puestos de ataque, sobre todo en las bandas, porque si no todo hace indicar que la tendencia goleadora seguirá el mismo camino que en los últimos años.
Diario de Mallorca – Deportes