El Real Madrid se revitaliza en Leganés: acecha al Barça y afina para Liverpool

El Real Madrid no necesita ser una Sociedad Anónima Deportiva para triunfar. Al revés, precisa que sus pilares se salgan del anonimato para exponer las razones por las que aspiran a ganar siete títulos en una temporada. Ha de ser un cuadro solidario y con hambre, como demostró en Butarque, donde se impuso en un partido completo al Leganés que le sitúa a cuatro puntos del Barça, con un partido menos. Mbappé aprovechó un error de la defensa local y Valverde, de falta, certificó el triunfo al que se unió Bellingham para un partido de moral alta. El Real Madrid no necesita ser una Sociedad Anónima Deportiva para triunfar. Al revés, precisa que sus pilares se salgan del anonimato para exponer las razones por las que aspiran a ganar siete títulos en una temporada. Ha de ser un cuadro solidario y con hambre, como demostró en Butarque, donde se impuso en un partido completo al Leganés que le sitúa a cuatro puntos del Barça, con un partido menos. Mbappé aprovechó un error de la defensa local y Valverde, de falta, certificó el triunfo al que se unió Bellingham para un partido de moral alta.  

El Real Madrid no necesita ser una Sociedad Anónima Deportiva para triunfar. Al revés, precisa que sus pilares se salgan del anonimato para exponer las razones por las que aspiran a ganar siete títulos en una temporada. Ha de ser un cuadro solidario y con hambre, como demostró en Butarque, donde se impuso en un partido completo al Leganés que le sitúa a cuatro puntos del Barça, con un partido menos. Mbappé aprovechó un error de la defensa local y Valverde, de falta, certificó el triunfo al que se unió Bellingham para un partido de moral alta.

Fue este un encuentro donde el que mejor aprovechó su oportunidad fue Güler. El turco es el centro de un sistema solar de estrellas que mejoran ante las necesidades. Carletto lo guardó en la segunda mitad, consciente del reto que se viene en Anfield. La zaga de circunstancias fue otro ejemplo de resiliencia. Porque no hace falta vestir a Vinicius de canterano para presumir de un Asencio al que su primera titularidad no le vino grande.

Lo bueno del fútbol en un estadio recogido como el de Butarque es que muestra todas las reacciones. Ya pueden ponerse en la boca los jugadores un parche, que cada gesto es percibido y valorado. Así de cerca se vio la primera versión del Real Madrid: un equipo comprometido en la presión donde a Mbappé se le concedió el territorio que reclama: la banda izquierda, patrimonio de Vinicius, que arrancó por el centro.

Mbappé adelanta al Real Madrid al descanso en Butarque (0-1)
Mbappé adelanta al Real Madrid al descanso en Butarque (0-1) / EFE

La movilidad de los atacantes visitantes activó la pizarra del técnico local, Borja Jiménez, quien dispuso dobles vigilancias para los de arriba. El ‘9’ del Real Madrid tuvo encima a Brasanac y Altimira, mientras Bellingham buscaba los huecos entre líneas. Vinicius no encontró la clarividencia en los primeros compases, pero empezó su particular lucha por sacar de quicio a los rivales, un complicado equilibrio que puede caer del lado propio o ajeno. Mantuvo intenso intercambio con el capitán del Leganés Sergio González. Un momento de intensión que resolvió Dmitrovic separando a ambas partes.

Es habitual que el Real Madrid baje el acelerón cuando no encuentra el tanto por la vía rápida. Algo que buscó Arda Güler desde un flanco derecho más distraído, donde Valverde acompañaba al turco desde su función de lateral derecho con alma de carrilero, como mínimo. El turco lanzó una internada antes de la media hora para meter el miedo en el cuerpo de un Leganés que resistió el esfuerzo, pero acabó cayendo preso de un error propio.

Justo lo que no se puede cometer ante un equipo como el Real Madrid. Altimira, que había trabado a Vinicius en el área en una jugada anterior, cometió un error en la salida de balón. Perdió la posesión ante Bellingham cerca de su área. Vinicius aprovechó el regalo para servir en bandeja el primer tanto a Mbappé, quien libre de marca remató a placer en el segundo palo. No fue tanto el premio a la insistencia como el castigo a la indolencia defensiva.

Arda Güler, jugador del Real Madrid, ante Yves Nevou, del Leganés.
Arda Güler, jugador del Real Madrid, ante Yves Nevou, del Leganés. / BERNAT AMANGUE / AP

Hacía frío en Leganés y la gelidez pudo instalarse en el Real Madrid cuando al arranque de la segunda mitad, Courtois se embarulló y la tenaz presión de Miguel de la Fuente casi provoca un incendio inesperado. Un susto para el que el mejor remedio era Güler, el verdadero cerebro blanco. Es un jugador tiene fútbol y sabe aplicarlo, a diferencia de Ceballos, quien se pasó todo el partido con los brazos levantados. También respondía al desafío Raúl Asencio, a quien sus compañeros confiaban la salida de balón como si hubiera desempeñado esa tarea toda la vida.

Con el balón en los pies, el Real Madrid es poderoso y en las pérdidas evitó la facilidad para descoserse. La misma que tiene para crear oportunidades al borde del área como la que forzó Vinicius y que dio origen al segundo gol madridista. Aunque Valverde fuese portero tendría la misma mala intención en cada golpeo, como demostró con maestría en una falta que orientó el encuentro para los blancos. Bellingham redondeó una merecida goleada. Un refuerzo de confianza antes de afrontar la cita decisiva de Liverpool y confirmar que la revolución de Ancelotti se ha vuelto permanente.

 Diario de Mallorca – Deportes

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