Ilusionado como un niño, pero consciente de la responsabilidad que conlleva, Carlos García Miranda recuperó «Física o Química» para una nueva generación. Tras el estreno de los primeros episodios en atresplayer, la serie, una producción de Buendía Estudios Canarias en colaboración con Boomerang TV y con la participación de Atresmedia TV, se ha convertido en el estreno de ficción original más visto en la plataforma en los últimos dos años. Su impacto ha sido especialmente notable entre el público joven.
¿Cómo se mete en el embolado de crear la nueva generación?
Me pongo en la cabeza mucho respeto al original y también algo de distancia, porque si no acaba siendo una bola y te devora. No tanto la serie original, como la nostalgia por ella. Han pasado muchos años, ha sido una serie generacional, que la gente ha crecido con ella y que se le tiene un cariño enorme. Partíamos de la base de que al original no lo vamos a superar. Vamos a coger algunos elementos de esa para crear algo nuevo y diferente, que, sobre todo, hable de cómo han cambiado las cosas. Que sea una nueva generación en todos los sentidos. También a la hora de abordar los temas. Hay temas comunes, y lo que he tratado de hacer en esos guiones, es cómo esto se abordaba de esta manera en 2007-2008, y cómo abordamos esos temas ahora en 2024, con este otro grupo de chavales de la Generación Z. Estamos jugando con millennials versus Generación Z. Lo hacemos tanto en la serie, esa generación que antes era alumnos ahora son profesores, como con nuestros alumnos protagonistas, que representan a esa Generación Z. Entonces hay un juego de espejos, de colocar al que antes era el espectador casi como profesor, pero al mismo tiempo, traer a nuevos alumnos de esa Generación Z, porque los temas son los mismos, solo que abordados de manera diferente. Las series adolescentes, en mi opinión, tratan siempre de lo mismo, de quién soy. Esa es la gran pregunta que se trata de responder cuando estás frente a una historia de «young adult» o «coming of age», que las llaman, o de series juveniles o de adolescentes. Y para saber quién soy, tú tratas de resolver diferentes cosas en tu vida. Tu área familiar, que lo abordamos, tu área profesional, ¿qué voy a ser? Estamos con un grupo de chavales de cuarto de la ESO que van a tomar sus primeras decisiones profesionales, van a decidir qué bachillerato van a hacer y todo ese área emocional de las relaciones, de quién me voy a enamorar las primeras veces. Y por supuesto, también la sexual, que también son preguntas que hay que resolver. Todas esas son como piezas de un puzle que tratas de resolver para saber quién eres. Y eso es lo que hacen los protagonistas de las series como «Física o Química». Lo que pasa es que ahora hay un envoltorio diferente. Para empezar, un móvil en la mano que te dan en la comunión. Los móviles lo han cambiado todo en ese sentido. Los chavales tienen muchísima información. Entonces, con ese componente novedoso, más la nostalgia de lo anterior, tenemos una serie, que es «FoQ: la nueva generación».
¿Se puso alguna línea roja?
La primera temporada hizo algo por los padres de este país que es descubrirnos lo que eran las fiestas «petting». Líneas rojas no hemos tenido. Tengo unas sobrinas de 15 y 16 años que me han ayudado mucho en la serie y algunos de los temas que iba a plantear y de las situaciones que iban ocurriendo, descubrí que no les escandalizaban en realidad. Y la serie tiene una intención: en cada uno de los capítulos los chavales plantean un conflicto o sale de un tema que los adultos-profesores proponen resolver de una manera y los chavales hacen todo lo contrario, hacen de chavales. No hemos tratado de poner a chavales comportándose como adultos a la hora de resolver ese tipo de conflictos. La serie es punk y es lúdica. Hay temas sobre la mesa en cada capítulo, pero no hay lecciones, hay libertad. Y, además, frente a esos temas tenemos diferentes tribus urbanas dentro de la clase y este grupo de amigos que formamos a lo largo de la serie, que tienen diferentes posiciones ante eso. Me podía haber salido un colegio católico, pero no.
Una vez que se estrena la serie, los actores se exponen. ¿Qué les aporta de tranquilidad, de seguridad?
Para ellos es verdad que es la primera vez. Yo lo que le pido a los espectadores es que, sobre todo a esos millennials que vuelven a la serie, tú no eres el chaval ya de 18 a 25 años, probablemente seas un digamos señor de 30 y algo a 40 y algo. Entonces la manera de revisar esas series es siendo consciente de que el tiempo ha pasado, que yo mismo escribo desde ahí, y antes la escribía desde más joven y ahora la escribo desde lo que soy. Creo que desde ahí se puede enganchar. Y lo que tienen que hacer los nuevos actores es disfrutar muchísimo de todo este proceso. Creo que los van a querer un montón. Tiene unos personajes entre manos, y ellos han sabido agrandar y darles vida.
«FoQ: la nueva generación»: El guionista nos cuenta los orígenes de la idea de recuperar una de las series más queridas de la televisión, respetando la original
Ilusionado como un niño, pero consciente de la responsabilidad que conlleva, Carlos García Miranda recuperó «Física o Química» para una nueva generación. Tras el estreno de los primeros episodios en atresplayer, la serie, una producción de Buendía Estudios Canarias en colaboración con Boomerang TV y con la participación de Atresmedia TV, se ha convertido en el estreno de ficción original más visto en la plataforma en los últimos dos años. Su impacto ha sido especialmente notable entre el público joven.
¿Cómo se mete en el embolado de crear la nueva generación?
Me pongo en la cabeza mucho respeto al original y también algo de distancia, porque si no acaba siendo una bola y te devora. No tanto la serie original, como la nostalgia por ella. Han pasado muchos años, ha sido una serie generacional, que la gente ha crecido con ella y que se le tiene un cariño enorme. Partíamos de la base de que al original no lo vamos a superar. Vamos a coger algunos elementos de esa para crear algo nuevo y diferente, que, sobre todo, hable de cómo han cambiado las cosas. Que sea una nueva generación en todos los sentidos. También a la hora de abordar los temas. Hay temas comunes, y lo que he tratado de hacer en esos guiones, es cómo esto se abordaba de esta manera en 2007-2008, y cómo abordamos esos temas ahora en 2024, con este otro grupo de chavales de la Generación Z. Estamos jugando con millennials versus Generación Z. Lo hacemos tanto en la serie, esa generación que antes era alumnos ahora son profesores, como con nuestros alumnos protagonistas, que representan a esa Generación Z. Entonces hay un juego de espejos, de colocar al que antes era el espectador casi como profesor, pero al mismo tiempo, traer a nuevos alumnos de esa Generación Z, porque los temas son los mismos, solo que abordados de manera diferente. Las series adolescentes, en mi opinión, tratan siempre de lo mismo, de quién soy. Esa es la gran pregunta que se trata de responder cuando estás frente a una historia de «young adult» o «coming of age», que las llaman, o de series juveniles o de adolescentes. Y para saber quién soy, tú tratas de resolver diferentes cosas en tu vida. Tu área familiar, que lo abordamos, tu área profesional, ¿qué voy a ser? Estamos con un grupo de chavales de cuarto de la ESO que van a tomar sus primeras decisiones profesionales, van a decidir qué bachillerato van a hacer y todo ese área emocional de las relaciones, de quién me voy a enamorar las primeras veces. Y por supuesto, también la sexual, que también son preguntas que hay que resolver. Todas esas son como piezas de un puzle que tratas de resolver para saber quién eres. Y eso es lo que hacen los protagonistas de las series como «Física o Química». Lo que pasa es que ahora hay un envoltorio diferente. Para empezar, un móvil en la mano que te dan en la comunión. Los móviles lo han cambiado todo en ese sentido. Los chavales tienen muchísima información. Entonces, con ese componente novedoso, más la nostalgia de lo anterior, tenemos una serie, que es «FoQ: la nueva generación».
¿Se puso alguna línea roja?
La primera temporada hizo algo por los padres de este país que es descubrirnos lo que eran las fiestas «petting». Líneas rojas no hemos tenido. Tengo unas sobrinas de 15 y 16 años que me han ayudado mucho en la serie y algunos de los temas que iba a plantear y de las situaciones que iban ocurriendo, descubrí que no les escandalizaban en realidad. Y la serie tiene una intención: en cada uno de los capítulos los chavales plantean un conflicto o sale de un tema que los adultos-profesores proponen resolver de una manera y los chavales hacen todo lo contrario, hacen de chavales. No hemos tratado de poner a chavales comportándose como adultos a la hora de resolver ese tipo de conflictos. La serie es punk y es lúdica. Hay temas sobre la mesa en cada capítulo, pero no hay lecciones, hay libertad. Y, además, frente a esos temas tenemos diferentes tribus urbanas dentro de la clase y este grupo de amigos que formamos a lo largo de la serie, que tienen diferentes posiciones ante eso. Me podía haber salido un colegio católico, pero no.
Una vez que se estrena la serie, los actores se exponen. ¿Qué les aporta de tranquilidad, de seguridad?
Para ellos es verdad que es la primera vez. Yo lo que le pido a los espectadores es que, sobre todo a esos millennials que vuelven a la serie, tú no eres el chaval ya de 18 a 25 años, probablemente seas un digamos señor de 30 y algo a 40 y algo. Entonces la manera de revisar esas series es siendo consciente de que el tiempo ha pasado, que yo mismo escribo desde ahí, y antes la escribía desde más joven y ahora la escribo desde lo que soy. Creo que desde ahí se puede enganchar. Y lo que tienen que hacer los nuevos actores es disfrutar muchísimo de todo este proceso. Creo que los van a querer un montón. Tiene unos personajes entre manos, y ellos han sabido agrandar y darles vida.
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