Un estudio relaciona el 9,8% de los casos globales del trastorno metabólico y el 3,1% de los problemas de corazón con la ingesta de refrescos, zumos y otras bebidas con azúcar Leer Un estudio relaciona el 9,8% de los casos globales del trastorno metabólico y el 3,1% de los problemas de corazón con la ingesta de refrescos, zumos y otras bebidas con azúcar Leer
En 2020 se produjeron 2,2 millones de nuevos casos de diabetes tipo 2 y 1,2 millones de nuevos casos de enfermedad cardiovascular debido al consumo de bebidas azucaradas. Así lo señala una investigación publicada este lunes en la revista Nature Medicine que atribuye el 9,8% de los casos globales del trastorno metabólico y el 3,1% de los problemas de corazón registrados en 184 países del mundo a la ingesta de este tipo de bebidas.
Eso supone nada menos que uno de cada 10 casos de diabetes tipo 2 y uno de cada 30 diagnósticos de enfermedad cardiovascular, señalan los autores del trabajo, dirigidos por científicos de la Universidad de Tufts (Boston, EEUU), que han estimado que el consumo de bebidas azucaradas causó 80.278 muertes por diabetes y 257.962 fallecimientos debidos a enfermedades cardiovasculares en 2020.
La mayoría de los casos de enfermedad se produjeron en América Latina y el Caribe, seguidos del África Subsahariana. Así, la investigación halló que en la citada región americana el 24,4% de los nuevos casos de diabetes tipo 2 y el 11,3% de los problemas cardiovasculares estaban relacionados con el consumo de bebidas azucaradas, como refrescos, bebidas energéticas o zumos procesados. En África, tomar estos productos se asoció con el 21,5% de los nuevos casos de diabetes y el 10,5% de los casos de enfermedad cardiovascular.
Llama la atención el caso particular de Colombia y México, con un 48% y un 30% respectivamente de los casos de diabetes tipo 2 asociados a las bebidas azucaradas.
En general, el trabajo descubrió que había más varones que mujeres afectados y que el problema se daba también más frecuentemente en adultos jóvenes en lugar de en personas de edad más avanzada.
Numerosos estudios habían señalado previamente este lazo entre los refrescos azucarados y un mayor riesgo de desarrollar problemas del corazón y enfermedades metabólicas.
Debido a sus características, el consumo de bebidas azucaradas es una forma muy rápida de ingerir un buen número de calorías sin que eso provoque efectos saciantes.
Además de contribuir a una ganancia de peso, estas dosis rápidas de glucosa se relacionan con trastornos metabólicos, como la resistencia a la insulina; contribuyen a la producción de grasa visceral y activan procesos inflamatorios, lo que explica su relación con las enfermedades cardiovasculares y la diabetes.
Para llevar a cabo su investigación, un numeroso equipo de científicos de todo el mundo dirigido por Laura Lara-Castor y Dariush Mozaffarian, de la Universidad de Tufts, analizó la información de la Global Dietary Database, una base de datos que incorpora estimaciones del consumo de bebidas azucaradas, con datos sobre tasas de obesidad y diabetes y desarrolló un modelo para estimar la relación entre ambos factores en 184 países de todo el mundo.
Los datos de su trabajo mostraron la existencia de un problema importante. «Necesitamos intervenciones urgentes y basadas en la evidencia para frenar el consumo de bebidas azucaradas de forma global, antes de que más vidas se acorten por sus efectos sobre la diabetes y la enfermedad cardiovascular», ha señalado, en un comunicado distribuido por la Universidad de Tufts, Lara-Castor, que tras pasar por el centro de Massachusetts, ahora investiga en la Universidad de Washington.
Al analizar las tendencias entre 1990 y 2020, los investigadores hallaron que el mayor incremento en la proporción de casos de diabetes y enfermedad cardiovascular que podían atribuirse al consumo de refrescos azucarados se daba en el África Subsahariana, con un aumento, respectivamente del 8,8% y del 4,4%.
«Nuestros datos proporcionan una evidencia fuerte y clara de que la transición nutricional desde una dieta tradicional hacia una occidentalizada ya se ha producido en gran parte de la región, lo que requiere políticas urgentes y medidas de salud pública», señalan los investigadores en la revista médica.
Aunque reconocen que su trabajo tiene limitaciones, no permite establecer relaciones de causa efecto, y en algunos casos, se basa en datos limitados, señalan que la investigación también tiene fortalezas que sostienen la relevancia de sus conclusiones.
«Nuestros hallazgos enfatizan la necesidad de intervenciones dirigidas, que tengan en cuenta las desigualdades sociales y se alineen con los objetivos de salud global», reclaman.
Y concluyen: «Aunque en algunos países ya se han puesto en marcha políticas para frenar la ingesta de bebidas azucaradas, nuestro estudio sugiere que hay más trabajo por hacer. Al señalar los países y las subpoblaciones más afectadas, nuestra investigación puede ser útil a la hora de dar forma a políticas efectivas e intervenciones que finalmente reduzcan la carga cardiometabólica de las bebidas azucaradas de forma global».
Salud // elmundo