Ser seleccionador de Inglaterra es una tortura. Cada decisión origina tantas críticas como alternativas existen, y como no hay rugby en el mundo que produzca cantidad tan industrial de jugadores como el inglés, el ruido es constante. Por eso Marcus Smith, Underhill o Furbank se han pasado de moda y ahora Finn Smith, los Willis o Immanuel Feyi-Waboso ocupan las portadas. En Inglaterra hay un millón de jugadores de rugby y casi un centenar ‘convocables’ por la selección. No es extraño, por tanto, que Steve Borthwick viva instalado en el ojo del huracán. Pero es que además ni los resultados son convincentes ni el equipo tiene una identidad definida de juego. Cinco victorias en 12 partidos en 2024 son un bagaje pobre para una selección de tan rancio abolengo como la inglesa. Ser seleccionador de Inglaterra es una tortura. Cada decisión origina tantas críticas como alternativas existen, y como no hay rugby en el mundo que produzca cantidad tan industrial de jugadores como el inglés, el ruido es constante. Por eso Marcus Smith, Underhill o Furbank se han pasado de moda y ahora Finn Smith, los Willis o Immanuel Feyi-Waboso ocupan las portadas. En Inglaterra hay un millón de jugadores de rugby y casi un centenar ‘convocables’ por la selección. No es extraño, por tanto, que Steve Borthwick viva instalado en el ojo del huracán. Pero es que además ni los resultados son convincentes ni el equipo tiene una identidad definida de juego. Cinco victorias en 12 partidos en 2024 son un bagaje pobre para una selección de tan rancio abolengo como la inglesa.
Ser seleccionador de Inglaterra es una tortura. Cada decisión origina tantas críticas como alternativas existen, y como no hay rugby en el mundo que produzca cantidad tan industrial de jugadores como el inglés, el ruido es constante. Por eso Marcus Smith, Underhill o Furbank se han pasado de moda y ahora Finn Smith, los Willis o Immanuel Feyi-Waboso ocupan las portadas. En Inglaterra hay un millón de jugadores de rugby y casi un centenar ‘convocables’ por la selección. No es extraño, por tanto, que Steve Borthwick viva instalado en el ojo del huracán. Pero es que además ni los resultados son convincentes ni el equipo tiene una identidad definida de juego. Cinco victorias en 12 partidos en 2024 son un bagaje pobre para una selección de tan rancio abolengo como la inglesa.
Es curioso porque el nombre propio más destacado si hablamos del equipo inglés es el de alguien que ni pisa el césped ni está con la selección. Felix Jones, entrenador de defensa y asistente de Borthwick hasta septiembre, renunció tras siete meses en el cargo por estar “descontento con un entorno de trabajo inestable”. Y no extraña porque como escribía Mick Cleary en su columna que “la selección de rugby inglesa utiliza entrenadores como el Partido Conservador usa a sus primeros ministros”.
Jones implementó en los ingleses la defensa ‘Blitz’ (Relámpago), la misma que trabajó con éxito desde 2017 en Sudáfrica junto a Nienaber, Erasmus y compañía. Y en esos pocos meses ofreció buen resultado rebajando los ensayos encajados en el Seis Naciones, de18 en 2023 a13 en 2024, además de solo permitir cuatro posados en los dos test ante Nueva Zelanda en tierras kiwis. A su inesperada marcha se sumó la de Aled Walters, el técnico de acondicionamiento, requisito innegociable para desplegar esa defensa durante los 80 minutos. Y uno de los culpables de la creación de la ‘Bomb Squad’ springbok, con seis delanteros en el banquillo, para tener ‘gordos’ frescos todo el partido con los que aplastar al rival con ese sistema.
Así que Borthwick en la pasada ventana de otoño estrenó a su tercer técnico de defensa en año y medio. Tras Kevin Sinfield y Félix Jones el elegido ha sido Joel El-Abd, antiguo compañero de piso del seleccionador en la Universidad de Bath que hizo carrera en Francia, y que poco tiene que ver con Jones. Los jugadores lamentaron públicamente la partida de Félix y el estreno de El-Abd en noviembre no invita al optimismo, encajando 11 ensayos con Nueva Zelanda (2), Australia (5) y Sudáfrica (4).
Si en defensa hay problemas, en ataque el panorama no es mucho más halagüeño. Borthwick ha convocado por fin a un Willis (Tom), quien podría formar en la tercera con su compañero en los Saracens, Ben Earl. En los sarries Tom es 8 y Ben 7 ofreciendo muchas alternativas en ataque, pero en Inglaterra el 8 pertenece a Earl, un tercera ‘pequeño’ para ser ancla del pack, pero muy dinámico. Ambos presentan números similares en traslado de balón y metros ganados en la Premier, pero Willis es mucho más dominante en el contacto. El asunto es que mientras Saracens apuesta por la posesión y por generar estrés a la defensa rival con la pelota, Inglaterra prioriza la territorialidad pateando para jugar en campo contrario, así puede minimizar riesgos en defensa y rentabilizar el error rival más cerca de la zona de ensayo.
De ahí que la elección de Willis abra un escenario ofensivo diferente por explorar, lo que permitiría apostar por otro tipo de jugadores. Será sintomático ver qué decide en la bisagra, donde el regreso de Mitchell al 9, quien se perderá el partido ante los irlandeses, podría ayudar a decantar la elección del 10 a favor de su pareja de hecho en los Tigers, Finn Smith, un apertura más clásico para el juego dominante, el de Willis. Mientras Marcus Smith es más eléctrico y gestiona mejor el caos que Inglaterra ha propuesto hasta ahora en campo rival, junto a Earl. En ambos casos el talón de Aquiles sigue siendo el mediocampo, donde no hay una pareja de centros dominante desde Guscott y Carling.
Los de la Rosa, que comienzan visitando Dublín y luego reciben a Francia, no tendrán margen de maniobra en este Seis Naciones. En el primer parón ya habrán pasado los exámenes más duros y Borthwick estará sentenciado o encumbrado. Las casas de apuestas los sitúan terceros (10/3) por detrás de Irlanda (7/4) y Francia (7/4). En este rugby vertiginoso con cada vez más tiempo de juego, la apuesta clásica de una Inglaterra aferrada al set-piece ha quedado anquilosada y toca reinventarse.
De momento cambia de capitán y arranca el reinado de Maro Itoje, ‘El Elegido’. El segunda relevará a Jamie George que, en el rugby moderno donde los primeras juegan una hora, ha perdido el brazalete. No estarán, por lesión, Immanuel Feyi-Waboso, Sam Underhill y George Furbank, pero aún así Borthwick tiene dónde elegir para armar su propuesta. Y pero esa es la cuestión: ¿a qué juega Borthwick? ¿a qué juega Inglaterra?
Diario de Mallorca – Deportes